La noticia sobre la proposición no de ley presentada en el Parlamento por el PSOE es, hasta ahora claro, la gota que debería colmar el vaso de la paciencia de los españoles ante las sandeces de esta panda de botarates iletrados que nos gobiernan. Sin embargo, ¡no pasa nada!, esta sociedad no es que esté aletargada o anestesiada, es que le importa un bledo cualquier cosa, ¡eso sí!, siempre que quede un euro para salir pitando el próximo puente, comprar el último disco del cantante de turno o la última televisión de plasma.
El consumismo, el hedonismo y el relativismo han calado tan profundamente que no parece que ningún hecho, por grave que sea, pueda provocar una reacción ciudadana. Las preguntas que hay que hacerse son, entre otras, ¿que futuro tiene este país con esta clase dirigente y esta ciudadanía alelada?, ¿que ocurrirá cuando la crisis política alcance su orto muy probablemente acompañada de una crisis económica que ya se otea en el horizonte?, ¿se podrán entonces pedir esfuerzo y sacrificio?, además ¿para que?.
Se debería leer a Gibbon y su “Historia y decadencia del Imperio Romano”, pues en sus páginas, entre otras cosas, explica perfectamente las causas de la caída de Roma con todos los componentes que coadyuvaron a ello, la crisis de liderazgo, diríamos hoy, la decadencia individual y colectiva, la pérdida de valores y referencias para dar como resultado la implosión romana y el triunfo de los bárbaros.
Con todas las diferencias que pueda haber con la actualidad, el hilo conductor que lleva a esa decadencia no parece muy diferente: pérdida de valores, lo que lleva a la pérdida de pautas y referencias de actuación, sustitución del esfuerzo por el ocio en su peor expresión, inhibición ante los problemas, etc. Todo ello permite la aparición de una clase dirigente totalmente egoísta e incapaz cuyo único objetivo es mantenerse en el poder y disfrutar de las prebendas del mismo al precio que sea.
El resultado, como Gibbon describe, es el fin de una sociedad, de un estado e, incluso, de una civilización, ¿es lo que queremos para España?.
El consumismo, el hedonismo y el relativismo han calado tan profundamente que no parece que ningún hecho, por grave que sea, pueda provocar una reacción ciudadana. Las preguntas que hay que hacerse son, entre otras, ¿que futuro tiene este país con esta clase dirigente y esta ciudadanía alelada?, ¿que ocurrirá cuando la crisis política alcance su orto muy probablemente acompañada de una crisis económica que ya se otea en el horizonte?, ¿se podrán entonces pedir esfuerzo y sacrificio?, además ¿para que?.
Se debería leer a Gibbon y su “Historia y decadencia del Imperio Romano”, pues en sus páginas, entre otras cosas, explica perfectamente las causas de la caída de Roma con todos los componentes que coadyuvaron a ello, la crisis de liderazgo, diríamos hoy, la decadencia individual y colectiva, la pérdida de valores y referencias para dar como resultado la implosión romana y el triunfo de los bárbaros.
Con todas las diferencias que pueda haber con la actualidad, el hilo conductor que lleva a esa decadencia no parece muy diferente: pérdida de valores, lo que lleva a la pérdida de pautas y referencias de actuación, sustitución del esfuerzo por el ocio en su peor expresión, inhibición ante los problemas, etc. Todo ello permite la aparición de una clase dirigente totalmente egoísta e incapaz cuyo único objetivo es mantenerse en el poder y disfrutar de las prebendas del mismo al precio que sea.
El resultado, como Gibbon describe, es el fin de una sociedad, de un estado e, incluso, de una civilización, ¿es lo que queremos para España?.
1 comentario:
A veces me pregunto si se trata, como dices, de una falta de valores, o si realmente nunca los ha habido de manera generalizada y sólo los nucleos más intelectuales (y "el Pueblo" cuando no hay dinero)han tenido ideales.
Si no te lo has leido, te recomiendo "La Rebelión de Atlas" de Ayn Rand. A mi juicio, narra la decadencia del espírituo humano. Gracias por recomentar a Gibbon, es el descubrimiento del mes :)
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