miércoles, octubre 29, 2008

Los neocons: ¡culpables!

Resulta muy curiosa la fobia patológica que la izquierda en general y la española en particular les tienen a los llamados neocons. Al parecer los miembros de esta corriente ideológica o línea de pensamiento son los culpables de todos los males del mundo, ya sea la guerra de Irak o la crisis económica y, a este paso, hasta de la muerte de Manolete.
En realidad se trata o bien de una campaña antioccidental o de una analfabetismo descomunal, porque quienes les critican dan la impresión de jamás haber leído una sola línea de los planteamientos de los mismos y que solo se guían por la firme oposición que dicho grupo plantea a las dictaduras, su lucha por la democracia en el mundo entero y su escaso interés por la economía. Lógicamente, los defensores de las dictaduras tales como Cuba, Irán o semidictaduras, que pronto se consolidarán, como Bolivia o Venezuela es lógico que odien a quienes han hecho de la defensa de la democracia y sus valores una de sus principales líneas ideológicas y de actuación. Junto a ella una segunda, que ya irrita hasta el paroxismo a la izquierda, es su firmeza en el mantenimiento del poderío estadounidense, es decir su patriotismo sin complejos. A su vez, no dudan en defender el uso de la fuerza cuando sea necesario, lo que no les convierte, pese a lo que opinan sus oponentes, en militaristas sino en realistas que son conscientes de que en un mundo como el nuestro el recurso a la fuerza no debe desdeñarse si ello es necesario.
Estos planteamientos no pueden soportarse por quienes desde posiciones “buenistas” quieren convertir a las fuerzas armadas en ong´s que no se sabe muy bien para que sirven o envían a nuestras tropas a zonas candentes como si fuesen de gira campestre, dejándoles, prácticamente, sin capacidad de defensa y convirtiéndoles en el hazmerreír de nuestros aliados de la OTAN. Pero, lógicamente, quienes defiende la mal llamada Alianza de Civilizaciones que no es mas que una alianza de totalitarios sobre todo islamistas, quienes no son capaces de hacer frente a las reiteradas provocaciones de tiranozuelos como el marroquí o quién no cree en su patria, concepto discutible Rodríguez “dixit”, es normal que odien a los neocons.
Pero si esa fobia es lógica desde los parámetros anteriormente expuestos, lo que resulta de una papanatez insultante es el intento de cargar sobre los neocons la culpa de la crisis económica. Como ya he comentado antes, la economía les interesa poco, ítem más, son partidarios de un estado fuerte capaz con sus recursos de hacer frente a los peligros del siglo XXI, nada de neoliberales, ultraliberales o anarcoliberales, mas bien su foco está puesto en los problemas políticos y estratégicos mas que en los económicos. Por tanto, lo que se demuestra es que ni Pepiño ni su jefe Rodríguez conocen el pensamiento neoconservador, por lo que para paliar su estupidez les recomiendo la lectura de los documentos que emanan del P.N.A.C., en español, Proyecto para un nuevo siglo americano, siempre que Pepiño o Rodríguez sean capaces de juntar mas de dos letras en inglés, sino que se lo traduzca alguno de sus amigos de la farándula que tan buenos dólares están ganando en USA. En España, el pensamiento neoconservador está magníficamente expuesto en los documentos del Grupo de Estudios Estratégicos (G.E.E.S.), cuya página web es una fuente insustituible de información y análisis, especialmente sobre temas estratégicos y políticos.

sábado, octubre 11, 2008

El camelo Ingrid Betancourt

El premio Príncipe de España se ha concedido a la colombiana Ingrid Betancourt, la cual se ha vuelto muy famosa por su odisea durante seis años como ¿rehén? del grupo narcoterrorista FARC. Durante años, pero sobre todo en los últimos meses anteriores a su liberación, nos inundaron con la historia de su drama, nos alertaron de su situación anímica y física llegando a decirse que tenía todas las enfermedades habidas y por haber y que estaba en las últimas.
El llamado “grupo de amigos de Colombia” entre los que se cuentan Cuba, Venezuela, España y Francia entre otros, la verdad es que el país andino no necesita enemigos con los amigos que tiene, presionó fuertemente al Presidente Uribe para que pactara con los terroristas y, mediante concesiones del estado colombiano, liberaran a los rehenes, aunque la realidad es que el único rehén que importaba era la Sra. Betancourt, porque era una dama de la muy alta burguesía colombiana y con doble nacionalidad colombiana y francesa. Ese remedo de Napoleón llamado Sarkozy se involucró personalmente para su liberación, intentando obligar a Uribe a pactar con los asesinos de las FARC, ¡curiosa actitud la de Francia!, siempre tan defensora de los derechos humanos y que por interés político de su Presidente exigía poner en pie de igualdad al gobierno democrático de Colombia y a una banda de narcoterroristas, pero ya sabemos que los gabachos son así y solo tenemos que recordar los muchos años de apoyo a ETA o su “comprensión” ante el terrorismo palestino, ¡ah la hipócrita y ridícula Francia!. Pero volviendo a Dª Ingrid, recordar que no fueron las negociaciones sino un brillante operativo del ejército colombiano, con apoyo de Inteligencia de EE.UU y asesoramiento israelí, el que consiguió la liberación de dicha señora y de otros 14 rehenes, de los que, por cierto y salvo en Colombia, nunca mas se supo frente a las noticias sobre la Sra. Betancourt. También por cierto, que poco se habla, ni antes ni ahora, de los centenares de rehenes de la escoria marxista colombiana pero ¡claro!, son simples soldados, policías, empresarios o campesinos, no famosos mas o menos reales.
Las dudas surgen tras la liberación de Dª Ingrid, pues una persona que ha estado 6 años, supuestamente, en condiciones infrahumanas y que se encontraba al borde de la muerte, salió tan campante del helicóptero, casi ni pasó por el hospital en Colombia y se marchó zumbando hacia Francia para agradecer a Sarkozy los esfuerzos de éste en su liberación en la que no había tenido arte ni parte, pero ¡bueno!. A partir de ahí la muy enferma Sra. Betancourt está haciendo un maratón mundial, entrevistándose con presidentes, primeros ministros y hasta el Papa sin que, al parecer, sus fuerzas se resientan, ¿curioso, no?.
Es cierto que la buena señora hace campaña por la liberación de todos los rehenes, pero mediante la negociación, y así lo ha repetido hace unos días en el Parlamento europeo. No solo eso, sino que preguntada por España y el terrorismo etarra se ha mostrado partidaria de la negociación, ¿nos suena?. A quién no conozca a esta pajarita le puede sorprender su actitud, pero hay que recordar que la buena señora lleva muchos años defendiendo a los narcoterroristas, pues solo de esa manera se puede interpretar su campaña por la negociación, ya que con ello se equipara a un estado democrático con una banda de asesinos.
Cuando fue secuestrada era la dirigente de un exótico partido llamado Verde Oxígeno y que tenía una intención de voto que no llegaba la 4%, que fue secuestrada, pese a las advertencias que se le hicieron cuando iba a entrevistarse con las FARC para negociar, que siempre ha sido una opositora al ejército, ¿non suena también?, al que llegó a tildar de asesinos y de quienes decía “ que le dolía igual la muerte de un guerrillero que la de un soldado”, que su compañera de ticket electoral era Clara Rojas quién en cautividad ha tenido un hijo de un guerrillero, ¡divertida cautividad!, amiga de Chávez y opositora a la democracia colombiana. Estas son las credenciales y las amistades peligrosas de la ¿exsecuestrada?, quién tuvo muy pocas palabras de agradecimiento para el ejército de su país, solo unas muy breves al bajar del helicóptero que la traía tras ser rescatada, ¡hasta ahí podíamos llegar!, pero que sigue oponiéndose a las acciones militares con la estúpida excusa de que pone en peligro a los rehenes. Sra. Betancourt, ¿no están muriendo y morirán muchos mas rehenes sino se actúa, como ya hemos visto?.
Bueno, esta es la flamante premio Príncipe de España, premio que no era para ella sino para el obispo Quique Figueredo, ese religioso que en Camboya dirige un centro para personas con amputaciones por las minas, un verdadero héroe, pero ¡claro! muy poco mediático y además peligroso: religioso católico, un hombre que no se casa con nadie, recordemos que a su primo Rodrigo Rato cuando estuvo en Camboya le llevó a ver a los lisiados y le dijo aquello de “ esta es la verdadera pobreza”. Peligroso, porque en su discurso podía recordar los crímenes de los cascos azules en Camboya o que el país es receptor de pederastas y estupradores de Europa que aprovechándose de la miseria ejercen sus asquerosas bajas pasiones con los niños/as del país khmer y si eso saliese ante la selecta audiencia del Campoamor podría ser violento. Sin embargo, la dulce Ingrid con su carita de buena y su dulce voz encandilará a todos y, además, es políticamente correcto, porque ya sabemos que el buenismo y la negociación con asesinos terroristas es el lema de este gobierno nuestro y así nos lo ha recordado el ínclito Eriguren, sí, el maltratador, feministas, ¿dónde estáis?, y por tanto que mejor que darle ese galardón a la buenista Ingrid. Por cierto, ¿para cuando el premio a Ortega Lara o alguno de los otros rehenes de ETA?

miércoles, octubre 08, 2008

El sindicalismo en el siglo XXI

En estos días se está hablando mucho de los sindicatos, tanto por lo que están haciendo como por lo que no están realizando. En el primer caso, convertidos en oposición política al PP en aquellas comunidades donde este partido gobierna y el PSOE prácticamente es inexistente, ejemplos en Madrid y Comunidad valenciana. En el segundo por el estruendoso silencio que mantienen ante la crisis y la parálisis del gobierno ante la situación. Con estas actitudes, debemos preguntarnos si los sindicatos sirven para algo en la actualidad.
Olvidando el sindicalismo agrario, en franco retroceso en Europa por el cada vez menor número de agricultores, aunque con un peso específico importante, recordemos, muy sucintamente, que el movimiento sindical surge en el siglo XIX como instrumento de los trabajadores ante la situación planteada por la revolución industrial y, con ella, el inicio del fin del modelo agrario y artesanal y su sustitución por la gran fábrica. Siendo las condiciones laborales muy precarias, los obreros empiezan a unirse para, mediante la fuerza del número y su cohesión, hacer frente a los patronos y conseguir mejores condiciones económicas y laborales. Este sistema tiene su razón de ser durante las postrimerías del XIX y la primera mitad del siglo XX, durante los cuales el modelo industrial es el de la gran empresa con muchos trabajadores y escasa cualificación. Pero a medida que vamos pasando de la sociedad industrial a la postindustrial basada en los servicios y en la diversificación de las funciones, así como en la disminución del tamaño de las empresas y en el fin de la participación estatal mayoritaria, el modelo sindical se va quedando obsoleto, ya que el mismo se basaba en ese tamaño, falta de diversificación y empresas estatales, que es donde tienen su fuerza ,muy escasa, por otro lado, en la pequeña y mediana así como en la de alta tecnología.
A este problema, los sindicatos se enfrentan a otro, quizás el más grave, el de su dependencia política. La mayoría de los sindicatos de los países europeos se convirtieron en correas trasmisoras de partidos de izquierda y, en algún caso, de la democracia cristina. En España se da el caso curioso que el PSOE nace, prácticamente, del sindicato UGT aunque la dependencia del sindicato respecto de su partido hermano es total. Estos encadenamientos hacen que, en muchas ocasiones, como ocurre ahora en las ya mencionadas comunidades, los sindicatos se alejen de su función en defensa de los intereses de los trabajadores y se conviertan en otro elemento de la estrategia del partido político madre. Tampoco debemos olvidar el gran número de sindicalistas, tanto de UGT como de CCOO, que se han convertido en concejales, alcaldes, diputados e, incluso, ministros, por lo que esa dependencia anula la autonomía de las organizaciones obreras para defender a sus afiliados en función del partido que gobierne.
Otro de los grandes problemas del sindicalismo español es la baja afiliación, ya que no llega al 20% el número de trabajadores que pertenecen a las organizaciones sindicales, teniendo entre UGT y CCOO, los mayoritarios, apenas un 15% de la afiliación total y el resto se reparte entre los demás sindicatos. Esta debilidad hace que su capacidad de actuación quede muy reducida, pese a que todos los gobiernos de la democracia han coadyuvado a potenciar a los sindicatos mayoritarios, sindicatos que debemos recordar que al inicio de la transición no lo eran, siendo los movimientos de no afiliados mucho mas potentes, pero el apoyo institucional primero de UCD y después del PSOE, así como el dinero alemán crearon de la nada la nueva UGT, mientras CCOO, entonces vinculada al PCE, surgía como unión de las comisiones creadas a partir de 1962 y con inicio en la industria minera de Asturias, fuertemente financiadas por el comunismo.
Un cuarto problema es la excesiva burocratización en que esas instituciones han incurrido. No es solo el número de liberados, mas de 200.000 para apenas 3 millones de afiliados, sino la capacidad, como todo ente estatalizado, de generar mas y mas burocracia y con ello falta de agilidad a la hora de tomar decisiones y ejecutarlas. Claro que tanto a la burocratización como a la inacción, contribuye su dependencia económica del estado y de las empresas lo que les hace tentarse muy mucho la ropa antes de tomar posturas enérgicas, tal como estamos viendo en estos momentos.
Con estos antecedentes, ¿tiene futuro el sindicalismo en los países avanzados y en particular en España?. Desde mi punto de vista si, siempre y cuando sufran una transformación radical que pasa por su desvinculación tanto de los partidos como del estado, por la reducción de su burocracia y por su enfoque hacia los grupos laborales emergentes, que ya no son los obreros de la gran usina, sino todos esos trabajadores de diversa cualificación y cuyo nivel cultural no es el de siglo XIX o principios del XX y que, a diferencia de hace 20 o 30 años, ya no tienen en común nada, o muy poco, unos con otros, por lo que los sindicatos o bien deberán ser pequeños enfocados a cada grupo o unirse en una confederación muy laxa donde los representantes de cada nicho socioeconómico dispongan de la suficiente autonomía de actuació. De no actuar por esa vía el sindicalismo en los países del primer mundo está condenado a desaparecer.