Otra vez la política
italiana nos deja esa sensación de ingobernabilidad propia desde casi el inicio
de la república en 1947. Vemos como un Berlusconi descalificado renace y, por
un pelo, no gana las elecciones, observamos como el PD apenas consigue un éxito
y ya veremos si es capaz de gobernar, con quién y de qué manera. No menos
sorprendente es que un cómico de tres al cuarto consiga que le voten casi uno
de cada italiano presente en las urnas y, para remate, que el más serio, el
hombre que estaba sacando a Italia de la crisis se quede en un ridículo 10%.
Se pueden sacar varias
conclusiones, en primer lugar que los italianos, al igual que griegos
,españoles o portugueses no quieren apretarse el cinturón y castigan a los gobiernos
que intentan acabar con los abrumadores déficit, Italia el 120% de su PIB,
prefieren los cantos de sirena, en este caso del ridículo Grillo, demagogo,
antisistema y antieuropeo y con la llave de la gobernabilidad de la Península.
Otra conclusión es que los
populismos tienen una gran audiencia, caso Berlusconi que con sus ataques a Ángela
Merkel y a los mercados ha sido capaz de renacer de sus cenizas y poner en un
brete la política transalpina.
También es de tener en
cuenta, que la participación ha bajado, por el hartazgo de una ciudadanía con
sus políticos, pero sin darse cuenta que esos políticos son emanación de la
sociedad y que no sería así si los italianos fuesen más respetuosos con sus
leyes, pues no es posible que un país, en un mundo globalizado nos guste o no y
con sociedades muy disciplinadas, pueda permitirse el lujo de una economía
sumergida de más del 20 o 25%.
A los españoles estas
elecciones nos deberían hacer reflexionar, pues también aquí el rechazo a la
clase política es notoria, la corrupción, el tu mas, etc. nos aburre, pero
deberíamos darnos cuenta de cómo funcionamos, pues la corrupción existe a nivel
general de nuestra sociedad, desde no tener facturas por muchos servicios, con
lo que no se paga el IBI, hasta el nepotismo, familiarísmo y amiguismo en
muchas empresas privadas y públicas.
Por tanto, debemos apelar a
la consabida regeneración social, pero social, no solo de nuestros políticos,
pues si queremos ser gobernados decentemente también nosotros debemos portarnos
con equidad en nuestra vida económica, laboral y social, sino la brecha con los
países más avanzados se abrirá cada vez mas y los populismos, que tantos
desastres conllevan, acabarán apoderándose del poder y…que Dios nos ampare.