miércoles, abril 12, 2006

Breve reflexión sobre la Semana Santa

En estos días, los católicos encontramos uno de los puntos culminantes de nuestra fe, el punto más profundo y a la vez más inquietante. Confieso que no soy capaz de abarcar todo el significado de la Pasión. No me resulta fácil entender como el Hijo de Dios, capaz de convertir el agua en vino, curar a los enfermos y resucitar a los muertos, permitió ser humillado y morir en la Cruz, sin un reproche, sin odio. Y que tras demostrar su divinidad resucitando, no destruyese a sus enemigos e instaurase su reino.
Pero, ¡por eso era Dios! y nosotros pobres humanos, siempre juzgando desde nuestros parámetros bastante mezquinos y pedestres. Por eso nos resulta tan difícil el Evangelio: perdonar y amar a tus enemigos, no responder a la violencia con violencia, ser caritativo, humilde, etc., todo aquello que parece la antítesis del triunfador según los parámetros de la actual sociedad, y, en verdad, de todas las anteriores.
Por eso, en estas fechas en que se culmina ese misterio, nos sobrecogemos y nuestros pensamientos son mas profundos, quizás mas serenos y ecuánimes, pues nos damos cuenta de la poca importancia de muchas de las cosas en las que nos afanamos en esta vida con olvido de las mas importantes: el amor, la amistad, la generosidad, la colaboración, todo aquello que acerca al hombre a Dios y le separa de Satán, ese Satán que aquí en la tierra tiene tantas caras: hambre, guerra, injusticias, terrorismo, competitividad desenfrenada, en definitiva deshumanización y alejamiento de Dios.
Por ello debemos aprovechar las fechas no solo para descansar, también para reflexionar y preguntarnos a donde nos conduce este ritmo de vida, esta deshumanización que cada día nos hunde un poco mas en el egoísmo, la desesperanza y, en definitiva, en la tristeza. Roguemos a Dios y a su Santa madre para que nos ayude en nuestros afanes diarios a ser cada día mejores católicos y, por ello, mejores seres humanos.

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