miércoles, septiembre 05, 2007

A los 10 años de la muerte de una santa

Se cumple el décimo aniversario de la muerte de Madre Teresa y coincide con una renovada ofensiva contra la misma. Aprovechando la salida de un libro en el que se recoge un epistolario entre ella y sus directores espirituales, se aprovecha para exponer las dudas de fe que tuvo, como forma de atacar al catolicismo e intentar reconducir la santidad, así la reconocemos muchos aunque aun no sea oficial, hacia una generosidad puramente humana.
A quienes somos católicos, las dudas de Madre Teresa no nos sorprenden, son las mismas o parecidas a las que tenemos los creyentes, dudas que proviene de quienes profesamos una religión que hace de tu libre albedrío uno de sus pilares. A diferencia de otras creencias o pseudocreencias, ahora tan en boga sobre todo desde que famosos esencialmente vinculados a la farándula se apuntan a esas modas, el catolicismo hace hincapié en la libertad del hombre y esa libertad nos lleva a hacernos preguntas, a preguntar a Dios, pues con El mantenemos un diálogo continuo, a cuestionarnos el bien y el mal. No siempre es fácil para el sencillo católico enfrentarse a los grandes interrogantes y a los problemas de la vida, pero con nuestra fe avanzamos en el camino de perfección que nos debe llevar a Dios.
Por tanto todos los católicos, santos y simples fieles, hemos tenido dudas y, probablemente, volveremos a tenerlas, por ello que Madre Teresa las sufriese la engrandece mas a nuestra vista, porque demuestra que era una persona de carne y hueso, no una “superwoman” de esas que nos quiere transmitir la cultura “posmoderna” como símbolo de la nueva mujer. No, Madre Teresa, una sencilla y débil mujer nacida en Skopje allá por 1910, no era una superheroina, era una sierva de Dios que se dio a los más pobres llevada por esa fe que le permitía sobrellevar la dureza del ambiente y los dramas que veía y vivía. ¿Cómo no iba a tener dudas en medio de esa Calcuta verdadero “corazón de las tinieblas”?, pero con su maravillosa fe, con esa alegría que nunca la abandonó, siguió ayudando a los mas miserables con un amor y entrega extraordinarias, no desde un humanismo ralo, sino desde esa fe católica que toda la vida la acompañó, con y sin dudas, con esa fe que permitió a su cuerpo enjuto bregar de sol a sol con las miserias de los mas desvalidos, con esa energía y vitalidad que Nuestro Señor le daba y que nos hizo quererla y admirarla.
Quienes, por intereses bastardos, intentan atacar su fe no conocen al personaje, no son capaces de comprender su magnífica labor, su ejemplo y la estela que ha dejado en millones de corazones, así como el ejemplo que dio a sus hermanas, lo que les permite continuar firmemente su obra. Roguemos a Madre Teresa que interceda por nosotros ante el Altísimo para que seamos capaces de tener solo una infinitésima parte de la fe que ella tuvo y del amor a los mas pobres que ella derrocho y, también, que interceda por quienes intentan disminuir su imagen católica en aras de intereses inconfesables, para que la luz se haga y vean que el magnífico personaje que es Teresa de Calcuta no se concibe sin su fe y su amor a Dios.