jueves, abril 20, 2006

¿España es democrática?

Esta pregunta podría parecer superflua tras 28 años desde la aprobación de la Constitución, pero la realidad que, desde una óptica liberal, se contempla hace albergar dudas al respecto.
En el aspecto político, la inexistencia de listas abiertas en las elecciones conlleva la aparición de un gran número de diputados nacionales o regionales, cuya única aspiración es mantener ese escaño, vivir de ello y no contrariar a los dirigentes que elaboran las listas. Al no tener que responder ante su electorado, nunca contrariarán la línea oficial ni intervendrán en los debates salvo para votar. Por tanto son elementos puramente parasitarios que no aportan nada a la actividad política. En cuanto al ciudadano, ni les conocemos ni podemos exigirles ningún tipo de responsabilidad que solo es trasladable al conjunto de la lista electoral cada cuatro años.
Por que esa es otra de las limitaciones de nuestra democracia, la escasa capacidad de participación que tiene el ciudadano en la vida política si no es vía partidos. Se recela del mismo y la acción popular, vía referéndum por ejemplo, queda muy dificultada y ello da lugar a situaciones como la actual respecto al Estatuto de Cataluña, verdadera reforma encubierta de la Constitución, y cuya única respuesta sería dentro de dos años en las elecciones generales.
Aspecto nada baladí es el de la separación de poderes. Aspiración de los partidos, sobre todo de izquierdas, es su eliminación, ánimo que quedó muy claro en la famosa frase de Alfonso Guerra “Montesquieu ha muerto” y que se está llevando a cabo desde los tiempos del primer gobierno del PSOE, con la llegada a la judicatura por vías externas de elementos cuyo único aval era la adscripción ideológica y política a dicho partido, o las modificaciones del Consejo del Poder Judicial, por no hablar de la Fiscalía General del Estado.
Respecto a las Cortes, como ya se comentó, la existencia de las listas cerradas impide la aparición del diputado activo, lo que conlleva una vida parlamentaria anodina, intelectualmente plana y cuya única actividad es las confrontaciones entre los líderes de los distintos partidos, que, lógicamente, no se salen del guión preestablecido.
En el ámbito local, la situación es similar al no poder elegir directamente a los alcaldes con lo que se sustrae al ciudadano el poder de colocar en el sillón a la persona que se considere mas adecuada al margen del partido que sea.
Políticamente, España es una oligarquía partitocrática, cuya aspiración es controlar todos los aspectos de la vida: social, económico, cultural, informativo y, por supuesto el político. Ya sea directamente o por medios indirectos, como las subvenciones, se trata de aniquilar la vida social, la actividad privada de los individuos como tales o asociándose libremente. El último ejemplo es el Estatut verdadero paradigma del intervencionismo político en la vida de los ciudadanos.
Pero no solo es la acción de los políticos la que limita la libertad, lo vemos es otros muchos aspectos de la vida de este país, desde la actividad sindical en las empresas, donde sindicatos sin verdadera representatividad firman convenios que afectan a todos los trabajadores de una empresa o sector, hasta la imposibilidad de un debate serio en temas como la emigración, pues si te sales de la vía políticamente correcta marcada por la nueva policía del pensamiento, llámense ONG´s subvencionadas u organizaciones de todo jaez, puedes, incluso, acabar ante la justicia socapa de racista. Por no hablar de los aspectos económicos, como el caso Endesa, donde al final el accionista, único legitimada para pronunciarse, es soslayado y se convierte en el único que no puede decir esta boca es mía.
Podría poner otros ejemplos, pero creo que está bastante claro que España puede ser una democracia formal, pero todavía está muy lejos de ser una democracia liberal y las expectativas no son muy halagüeñas si prosperan normas tan intervencionistas del estilo del ya mencionado Estatuto de Cataluña que nos avocan a un país mas cercano a la Venezuela de Chávez que a uno democrático y libre que debiera ser nuestra aspiración.

1 comentario:

J. Perez-Ramos dijo...

Un punto de vista interesante. He estoy de acurdo con muchos de los puntos pero la comparación con la Venezuela de Chávez me parece exagerada.

Saludos!