Estamos tan absortos por las miserias fratricidas de nuestra España que no parecemos tener tiempo para echar una ojeada a nuestro alrededor y un poco más allá.
Sin ninguna duda la crisis nuclear con Irán es uno de los temas más importantes que están puestos sobre el tapete internacional. No solo porque se trate de uno de los primeros productores de crudo, sino por su peso específico en la región, tanto por razones demográficas, de amplitud territorial, situación estratégica y otros elemento geopolíticos, también por tratarse de un país de vieja y excelsa tradición cultural e histórica.
Se trata de una de las zonas que podemos considerar cuna de la civilización, con un pasado glorioso que se truncó, prácticamente, al mismo tiempo que el resto de los países musulmanes. Desde el siglo XVI hasta el XX se trató de un país grande pero débil, al que sus vecinos le arrebataron importantes trozos de su territorio, no solo Rusia, potencia emergente en aquellos siglos, pues hasta Afganistán le arrebató la zona de Herat.
Prácticamente repartida entre Rusia e Inglaterra a principios del siglo XX, tras la Primera Guerra Mundial un semianalfabeto coronel de cosacos arrebató el poder a la endeble monarquía y creó otra nueva: la de los Pahlevi. Siguiendo los pases de Mustafá Kemal en Turquía, y ayudado por el petróleo, quiso poner a Irán a la altura de una gran potencia, pero no era la hora. Derrocado por los ingles por germanófilo, ocupado Irán por rusos y británicos durante la Segunda Guerra Mundial y con la Anglo Iranian Oil Company como verdadera dueña del país, el movimiento nacionalista, aunque ideológicamente confuso, de Mossadegh en 1953, fue abortado por EEUU que había sustituido a Inglaterra como poder en la zona.
A partir de aquellas fechas se convirtió en el gendarme de occidente en la zona del golfo, contribuyendo a la estabilidad y apoyando a los gobiernos prooccidentales, como el de Omán, de los intentos comunistas. Se piense lo que se piense de la política interna del Sha, no más cruel que la de los ayatollahs y si modernizadora, sus actuaciones en la zona contribuyeron a una relativa estabilidad en la zona del Golfo.
Su caída a manos de Jomeini, fue el inicio del surgimiento de una potencia islámica, desestabilizadora, enemiga de Occidente, aunque también enfrentada a los árabes, no solo por razones religiosas, chiíes contra sunníes, también históricas de persas contra árabes.
La primera guerra del golfo no derrumbó al régimen, que más bien salió fortalecido, que siguió con su dinámica antioccidental y antiisraelí.
La posibilidad, algo más que una posibilidad, de que pueda disponer en breve de armas nucleares, convierten la situación en altamente volátil y peligrosa, pues al amenazado Israel no le temblará el pulso para defenderse.
No parece que ZP haya podido contribuir a la solución del problema, pese a su amistad con el anterior líder Jatamí primer impulsor de la llamada Alianza de Civilizaciones. En cualquier caso, a este asunto deberían nuestros políticos dedicar mas atención y los ciudadanos no deberíamos perder de vista el mismo, pues si el Estatut puede ser el fin de España tal como la conocemos, el problema de Irán puede acarrear una gran peligro tanto para todo Oriente Medio y Europa e incluso otras regiones del mundo, amén de las consecuencias económicas.
Sin ninguna duda la crisis nuclear con Irán es uno de los temas más importantes que están puestos sobre el tapete internacional. No solo porque se trate de uno de los primeros productores de crudo, sino por su peso específico en la región, tanto por razones demográficas, de amplitud territorial, situación estratégica y otros elemento geopolíticos, también por tratarse de un país de vieja y excelsa tradición cultural e histórica.
Se trata de una de las zonas que podemos considerar cuna de la civilización, con un pasado glorioso que se truncó, prácticamente, al mismo tiempo que el resto de los países musulmanes. Desde el siglo XVI hasta el XX se trató de un país grande pero débil, al que sus vecinos le arrebataron importantes trozos de su territorio, no solo Rusia, potencia emergente en aquellos siglos, pues hasta Afganistán le arrebató la zona de Herat.
Prácticamente repartida entre Rusia e Inglaterra a principios del siglo XX, tras la Primera Guerra Mundial un semianalfabeto coronel de cosacos arrebató el poder a la endeble monarquía y creó otra nueva: la de los Pahlevi. Siguiendo los pases de Mustafá Kemal en Turquía, y ayudado por el petróleo, quiso poner a Irán a la altura de una gran potencia, pero no era la hora. Derrocado por los ingles por germanófilo, ocupado Irán por rusos y británicos durante la Segunda Guerra Mundial y con la Anglo Iranian Oil Company como verdadera dueña del país, el movimiento nacionalista, aunque ideológicamente confuso, de Mossadegh en 1953, fue abortado por EEUU que había sustituido a Inglaterra como poder en la zona.
A partir de aquellas fechas se convirtió en el gendarme de occidente en la zona del golfo, contribuyendo a la estabilidad y apoyando a los gobiernos prooccidentales, como el de Omán, de los intentos comunistas. Se piense lo que se piense de la política interna del Sha, no más cruel que la de los ayatollahs y si modernizadora, sus actuaciones en la zona contribuyeron a una relativa estabilidad en la zona del Golfo.
Su caída a manos de Jomeini, fue el inicio del surgimiento de una potencia islámica, desestabilizadora, enemiga de Occidente, aunque también enfrentada a los árabes, no solo por razones religiosas, chiíes contra sunníes, también históricas de persas contra árabes.
La primera guerra del golfo no derrumbó al régimen, que más bien salió fortalecido, que siguió con su dinámica antioccidental y antiisraelí.
La posibilidad, algo más que una posibilidad, de que pueda disponer en breve de armas nucleares, convierten la situación en altamente volátil y peligrosa, pues al amenazado Israel no le temblará el pulso para defenderse.
No parece que ZP haya podido contribuir a la solución del problema, pese a su amistad con el anterior líder Jatamí primer impulsor de la llamada Alianza de Civilizaciones. En cualquier caso, a este asunto deberían nuestros políticos dedicar mas atención y los ciudadanos no deberíamos perder de vista el mismo, pues si el Estatut puede ser el fin de España tal como la conocemos, el problema de Irán puede acarrear una gran peligro tanto para todo Oriente Medio y Europa e incluso otras regiones del mundo, amén de las consecuencias económicas.
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