Uno de los aspectos mas sorprendentes de nuestra sociedad es la contradicción entre la defensa de la libertad individual y lo poco que la ejercemos. También sorprende lo mucho que se habla de responsabilidad y lo poco que la practicamos. Cuando parecen fuertemente consolidados los derechos del individuo como tal, mas nos aferramos al gregarismo y, lo que es especialmente preocupante, al gregarismo impuesto desde arriba. No solo renunciamos a nuestra individualidad sino que las decisiones que deberíamos tomar por nosotros mismos las depositamos en manos de entes de los cuales, en la mayoría de los casos, no sabemos ni quienes los dirigen ni cuales son sus verdaderos objetivos. Eso si no reiteramos nuestra confianza en personas, instituciones u organizaciones cuyas actuaciones nos han defraudado en el pasado. Así apoyamos a partidos políticos formados por personas a las que ni conocemos, que elaboran unos programas que nunca se cumplen, eso si no te dicen que “los mismos están para no cumplirse” como alegremente explicitaba algún político ya desaparecido. No solo no responden a las expectativas que ellos mismo crean, además son organizaciones endogámicas, cerradas sobre si mismas donde el individuo perteneciente no puede hacer uso de su individualidad sino atenerse a lo que los dirigentes manden y ejemplo de ello tenemos en el Parlamento donde las manos se levantan a la orden del comitre de turno. Pero también el simple ciudadano obedece esas mismas órdenes, pues vamos a votar a sabiendas de que volveremos a ser defraudados y ni siquiera, por lo menos en España, podemos elegir a nuestros representantes, sino a una lista de nombres que pertenecen a personas que no conocemos y cuya única actividad política es la de ser fieles al dirigente de turno.
Lo mismo ocurre con las ong´s, que, en verdad, son og´s, convertidas en instituciones burocráticas con férreas direcciones y donde los individuos que quieren colaborar no tienen otra solución que atenerse a lo ya establecido sin poder salirse del guión. O las organizaciones sindicales, verdaderas maquinarias de poder y ya no solo en las empresa, pues opinan sobre todo desde la mejora salarial a la guerra en el Líbano, que no permiten que ningún trabajador negocie por su cuenta aunque no pertenezca a un sindicato, pese a que la tasa de afiliación de los mismos no llega la 10% de todos los asalariados españoles. Pero, con la aquiescencia de los poderes económicos y políticos se han convertido en los únicos interlocutores reconocidos. Eso si, solo las organizaciones “permitidas” por el establishment, si se intenta crear otro sindicato todo son trabas.
Igual ocurre con las asociaciones de consumidores, clubes deportivos, y cualquier organización imaginable, todas con una fachada democrática de participación del individuo, pero, en realidad sin capacidad para variar nada de lo ya instituido, con lo que nos encontramos con un complejo socioinstitucional que no permite ejercer nuestra libertad por reconocida que esté en los textos legales.
¿Qué hacemos ante esta verdadera dictadura orgánica?, pues nada, porque otro de los problemas actuales es nuestra inacción, nuestra incapacidad, por acomodaticios o cobardes, para ejercer nuestra individualidad prefiriendo que nos lo den resuelto por falso que eso sea. Uno de los ejemplos mas claros al respecto es el de “todo gratis”, queremos que los libros de los escolares sean gratis, que los transportes o las piscinas sean gratis, pero para nosotros, porque en realidad lo que decimos es que paguen los demás, ya que esos elementos os servicios tiene un coste que alguien debe asumir.
Tampoco queremos asumir la responsabilidad ante nuestros actos y así si uno cae en la droga, la culpa es de la sociedad y debe ser esta quién le cuide, olvidando que la sociedad no existe como tal, que no es un ente propio y que quién se droga es una persona concreta que ha tomado su propia decisión y si hay familiares, éstos no lo han evitado en función de sus propias decisiones, sean las que sean. Muy grave es lo que está ocurriendo en el campo de la educación, donde no se forma a niños y jóvenes para ser individuos responsables, sino que se carga, ¡otra vez!, sobre la sociedad la responsabilidad de cuidarlos, mimarlos, no traumatizarlos, palabra estúpida donde las haya, para que se conviertan en unos seres débiles, incapaces de afrontar las consecuencias de sus decisiones, pues siempre hay alguien que le protege incluso en sus errores. Ello conlleva que esa irresponsabilidad esté haciendo de nuestra juventud unos elementos parasitarios, con escasas convicciones, poco conocedores del valor de las cosas y renuentes al esfuerzo.
Estas actitudes se plasman en las encuestas que sobre diversos temas se realizan, siendo significativas aquellas que una y otra vez dibujan el panorama antes expuesto, con escaso interés por el desafío profesional propio, la mayoría de los universitarios aspiran a ser funcionarios “de facto”, o por el sacrificio, casi todos se quejan del coste de los pisos pero ninguno de el de los conciertos, discotecas o marcas de moda, eventos o elementos en los que se gastan un dineral que bien podrían ahorrar para esa tan socorridamente cara vivienda. Simplemente con ello justifican la comodidad de seguir en el nido familiar sin asumir las responsabilidades inherentes a la autonomía individual.
Con estos planteamientos no es raro que la sociedad occidental esté tomando una deriva cada vez mas autoritaria en las decisiones, por mucho que, formalmente, vivamos en regímenes de libertad y ciertas apariencias así parezcan indicarlo, pues la realidad es que nuestra renuncia a ejercer nuestra libertad y responsabilidad individual nos pone en manos de quienes dirigen corporaciones e instituciones aparentemente sociales pero, en realidad, instrumentos de poder de individuos, estos si, que a través de la renuncia de la mayoría a su propia libertad, consiguen sus objetivos sean cuales sean los mismos.
Lo mismo ocurre con las ong´s, que, en verdad, son og´s, convertidas en instituciones burocráticas con férreas direcciones y donde los individuos que quieren colaborar no tienen otra solución que atenerse a lo ya establecido sin poder salirse del guión. O las organizaciones sindicales, verdaderas maquinarias de poder y ya no solo en las empresa, pues opinan sobre todo desde la mejora salarial a la guerra en el Líbano, que no permiten que ningún trabajador negocie por su cuenta aunque no pertenezca a un sindicato, pese a que la tasa de afiliación de los mismos no llega la 10% de todos los asalariados españoles. Pero, con la aquiescencia de los poderes económicos y políticos se han convertido en los únicos interlocutores reconocidos. Eso si, solo las organizaciones “permitidas” por el establishment, si se intenta crear otro sindicato todo son trabas.
Igual ocurre con las asociaciones de consumidores, clubes deportivos, y cualquier organización imaginable, todas con una fachada democrática de participación del individuo, pero, en realidad sin capacidad para variar nada de lo ya instituido, con lo que nos encontramos con un complejo socioinstitucional que no permite ejercer nuestra libertad por reconocida que esté en los textos legales.
¿Qué hacemos ante esta verdadera dictadura orgánica?, pues nada, porque otro de los problemas actuales es nuestra inacción, nuestra incapacidad, por acomodaticios o cobardes, para ejercer nuestra individualidad prefiriendo que nos lo den resuelto por falso que eso sea. Uno de los ejemplos mas claros al respecto es el de “todo gratis”, queremos que los libros de los escolares sean gratis, que los transportes o las piscinas sean gratis, pero para nosotros, porque en realidad lo que decimos es que paguen los demás, ya que esos elementos os servicios tiene un coste que alguien debe asumir.
Tampoco queremos asumir la responsabilidad ante nuestros actos y así si uno cae en la droga, la culpa es de la sociedad y debe ser esta quién le cuide, olvidando que la sociedad no existe como tal, que no es un ente propio y que quién se droga es una persona concreta que ha tomado su propia decisión y si hay familiares, éstos no lo han evitado en función de sus propias decisiones, sean las que sean. Muy grave es lo que está ocurriendo en el campo de la educación, donde no se forma a niños y jóvenes para ser individuos responsables, sino que se carga, ¡otra vez!, sobre la sociedad la responsabilidad de cuidarlos, mimarlos, no traumatizarlos, palabra estúpida donde las haya, para que se conviertan en unos seres débiles, incapaces de afrontar las consecuencias de sus decisiones, pues siempre hay alguien que le protege incluso en sus errores. Ello conlleva que esa irresponsabilidad esté haciendo de nuestra juventud unos elementos parasitarios, con escasas convicciones, poco conocedores del valor de las cosas y renuentes al esfuerzo.
Estas actitudes se plasman en las encuestas que sobre diversos temas se realizan, siendo significativas aquellas que una y otra vez dibujan el panorama antes expuesto, con escaso interés por el desafío profesional propio, la mayoría de los universitarios aspiran a ser funcionarios “de facto”, o por el sacrificio, casi todos se quejan del coste de los pisos pero ninguno de el de los conciertos, discotecas o marcas de moda, eventos o elementos en los que se gastan un dineral que bien podrían ahorrar para esa tan socorridamente cara vivienda. Simplemente con ello justifican la comodidad de seguir en el nido familiar sin asumir las responsabilidades inherentes a la autonomía individual.
Con estos planteamientos no es raro que la sociedad occidental esté tomando una deriva cada vez mas autoritaria en las decisiones, por mucho que, formalmente, vivamos en regímenes de libertad y ciertas apariencias así parezcan indicarlo, pues la realidad es que nuestra renuncia a ejercer nuestra libertad y responsabilidad individual nos pone en manos de quienes dirigen corporaciones e instituciones aparentemente sociales pero, en realidad, instrumentos de poder de individuos, estos si, que a través de la renuncia de la mayoría a su propia libertad, consiguen sus objetivos sean cuales sean los mismos.
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