Estamos asistiendo a un verdadero circo mediático-político-intelectual a causa de las memorias de Gunter Grass y su pertenencia a las Waffen SS durante los últimos tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Esa pertenencia que, en el caso de cualquier escritor no vinculado a la izquierda, hubiese sido razón para su expulsión del mundo literario, en el caso de Grass ha sido recogida con una cierta comprensión, por aquello de las circunstancias del momento, la edad, etc..Para cualquier observador no comprometido con el aparato mediático-propagandista de la progresía, las declaraciones del escritor pocos días antes de la salida de sus memorias no han sido mas que propaganda, carnaza para cretinos y que estos compren su libro. Reconozco que no soy nada aficionado a la obra literaria del ínclito personaje, pues recuerdo que hace años intenté leer su obra Tambor de hojalata y no fui capaz de terminarla, siendo uno de los poquísimos libros que han tenido ese “honor”, al mismo hay que unir El Capital de Marx aunque éste me lo tuve que tragar cuando estudiaba Ciencias Políticas en aquellos años en que o marxismo o nada, lo que me costó algún enfrentamiento con los defensores de dichos postulados….pero esa es otra historia.
Volviendo al epifenómeno, mas allá de mis gustos literarios, lo que si es cierto es que el Sr. Grass ha sido literariamente laureado mas que por su obra por sus amistades entre la izquierda alemana e internacional con el inefable Brandt a la cabeza. Dentro de ese intento de justificar al personaje ayer un diario de tirada nacional trataba de explicar el fenómeno, para el autor o autora, no recuerdo, incomprensible de que hubiese escritores que hubiesen apoyado al nazismo o al fascismo y citaba a Ezra Pound, Céline, Drieu de La Rochelle o Hamsun y la conclusión que sacaba, mas o menos subrepticiamente, es que estaban un poco mal de la cabeza, pues no es posible que un escritor apoye al nazismo.
Curiosa teoría, mas o menos avalada por diversos comentaristas a lo largo de los años. No se puede ser buen escritor y fascista, salvo que estés mal de la cabeza o seas un sádico, pero si se puede ser escrito y comunista, lo que no solo redunda en su bondad ideológica sino que mejora tus textos. Y así mientras es muy difícil, cuando no imposible, conseguir textos de La Rochelle, Pound, Hamsun y algo mas fácil de Céline, los de cualquier escritorzuelo comunista están en todas las librerías a decenas cuando no a centenares, aunque nadie los compre. Además serán agasajados con premios, incluido el Nóbel, que se negará no a escritores fascistas, ¡hasta ahí podía llegar la broma!, sino incluso a escritores conservadores o liberales como Borges o Vargas Llosa.
Drieu de La Rochelle, Céline, Hamsun, Pound, Jünger y otros han sido tan buenos escritores como los Grass, Neruda, Alberti y otros, cuando no bastante mejores, sean o no fascistas y, me parece, que si la ideología fascista es radicalmente reprobable no lo es menos la comunista, por lo que no es muy comprensible las alabanzas a escritores de esa ideología y el rechazo de los otros si a lo que nos atenemos es a la calidad literaria, pero la realidad es que se trata de otra arma para la imposición del totalitarismo marxista esta vez en el ámbito cultural.
Volviendo al epifenómeno, mas allá de mis gustos literarios, lo que si es cierto es que el Sr. Grass ha sido literariamente laureado mas que por su obra por sus amistades entre la izquierda alemana e internacional con el inefable Brandt a la cabeza. Dentro de ese intento de justificar al personaje ayer un diario de tirada nacional trataba de explicar el fenómeno, para el autor o autora, no recuerdo, incomprensible de que hubiese escritores que hubiesen apoyado al nazismo o al fascismo y citaba a Ezra Pound, Céline, Drieu de La Rochelle o Hamsun y la conclusión que sacaba, mas o menos subrepticiamente, es que estaban un poco mal de la cabeza, pues no es posible que un escritor apoye al nazismo.
Curiosa teoría, mas o menos avalada por diversos comentaristas a lo largo de los años. No se puede ser buen escritor y fascista, salvo que estés mal de la cabeza o seas un sádico, pero si se puede ser escrito y comunista, lo que no solo redunda en su bondad ideológica sino que mejora tus textos. Y así mientras es muy difícil, cuando no imposible, conseguir textos de La Rochelle, Pound, Hamsun y algo mas fácil de Céline, los de cualquier escritorzuelo comunista están en todas las librerías a decenas cuando no a centenares, aunque nadie los compre. Además serán agasajados con premios, incluido el Nóbel, que se negará no a escritores fascistas, ¡hasta ahí podía llegar la broma!, sino incluso a escritores conservadores o liberales como Borges o Vargas Llosa.
Drieu de La Rochelle, Céline, Hamsun, Pound, Jünger y otros han sido tan buenos escritores como los Grass, Neruda, Alberti y otros, cuando no bastante mejores, sean o no fascistas y, me parece, que si la ideología fascista es radicalmente reprobable no lo es menos la comunista, por lo que no es muy comprensible las alabanzas a escritores de esa ideología y el rechazo de los otros si a lo que nos atenemos es a la calidad literaria, pero la realidad es que se trata de otra arma para la imposición del totalitarismo marxista esta vez en el ámbito cultural.
1 comentario:
Si hacemos la lista de los "intelectuales" que apoyaron a Stalin mientras asesinaba inocentes de a millones, creo que nos quedamos sin la mitad de los premios nobel.
Pero en el fondo siempre parece que hay crímenes que se justifican y otros que no, según la ideología del que los cometa. Lo que no se le perdona a Pinochet se el perdona a Fidel Castro y así con todo.
Por otra parte, dudo que la calidad artística tenga alguna relación con la ideología.
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