sábado, octubre 14, 2006

¡Libertad!

Quienes peinamos canas, algunos desde muy jóvenes y teníamos veinte y tantos años a mediados de los ’70, recordamos con cierta nostalgia aquellos tiempos de esperanza e ilusión. Unido al entusiasmo de la edad estaba el de los momentos históricos que nos tocaban vivir: fin de un estadio autoritario, hacía mucho que había dejado de ser una dictadura, atisbos de nuevos tiempos sociales y políticos, los económicos ya habían empezado a partir del Plan de Estabilización de 1959 y dado lugar a una economía en rápida expansión, aunque con fuertes desequilibrios, con el corolario lógico de creación de una clase media que era la que empujaba hacia el futuro y posibilidad cierta de integración en la Europa unida. Efectivamente, un grupo de políticos y dirigentes sociales que no eran grandes figuras, como ahora se nos quiere presentar en algunos casos, pero si personas racionales y razonables consiguieron hacer un verdadero encaje de bolillos, encaje que no en todos los casos resultó el adecuado pero que en aquel momento parecía el único posible. Los Suárez, González, Fraga, Carrillo, este bastante menos de lo que luego se ha querido contar, dirigentes económicos y sociales, militares y la Iglesia y la mayoría de la población coadyuvamos a la creación de una España nueva y libre. Los anhelos de libertad, democracia, etc. se fueron cumpliendo generosamente, incluso demasiado generosamente en algunos casos, como las amnistías a los etarras, pero entonces todo parecía posible. Esa posibilidad se plasmó con la Constitución de 1978, pero la misma trajo los primeros nubarrones, sobre todo con el Título VIII con el que se cedía a las presiones nacionalistas y que a muchos, por lo menos algunos, nos pareció muy peligroso y por ello votamos en blanco a dicha Constitución. Pero como entonces los líderes parecían razonables y racionales, se esperaba que funcionara y así ha sido, más o menos, durante casi 30 años hasta que aquellos polvos han traído los actuales lodos. Quienes ingenuamente pensábamos que se cerraba un capítulo triste de nuestra historia y se habría uno lleno de esperanza y futuro nos equivocamos pues han vuelto los viejos y viejísimos demonios de los españoles: separatismo, irracionalidad, violencia, radicalidad, etc.. Cuando allá por los ’70 gritábamos ¡libertad! La mayoría lo hacíamos para que todos pudiésemos opinar, discutir sin miedo ni trabas, cuando pedíamos democracia era para que los españoles nos diésemos las instituciones representativas que encarnan ese modelo, como decía Churchill, el menos malo de todos.
La realidad, 30 años después, es que ya no hay libertad, por lo menos en ciertas partes, ni democracia. Ni en el País Vasco ni en Cataluña se puede opinar diferente a los establecido, es decir el nacionalismo, pues o te matan o te apedrean, ese es el grado de diferencia, pero también en otros lugares, recordemos el 12-13M con las sedes de PP cercadas, militantes y políticos agredidos y eso se sigue repitiendo, quizás no con la virulencia de las regiones antes citadas pero si con cierta continuidad. Pero si eso es grave, el símbolo de la debacle a la que caminamos, quizás sin darnos cuenta, es ver a militantes del PP pedir libertad en una reunión mientras eran cercados por un grupo violento que les agredía. No pude más que retrotraerme a otros tiempos que creíamos pasados y no solo me refiero a los del franquismo, también a los de la República.
¿Cómo hemos podido llegar a esto?, supongo que las razones son diversas, desde la pérdida de equilibrio de algunos dirigentes, con el Presidente a la cabeza, al servilismo de una clase política que acostumbrada a vivir solo del presupuesto hará lo que haga falta para no perder el poder, hasta la pérdida de valores que lleva a convertir nuestras aulas en un infierno para ciertos alumnos o a las calles de las grandes ciudades en zonas hostiles para el común de los ciudadanos, ya sea por la delincuencia común, las bandas organizadas o las guerrillas antisistema. El ejemplo de una Barcelona, no a tanto una de las ciudades mas señeras de Europa, asustada por pandas de okupas y antisistema así como por pandillas latinoamericanas o bandas del este y donde las distintas administraciones prefieren suspender una reunión de ministros de la vivienda de toda Europa antes que enfrentarse al problema nos demuestra que la situación empieza a ser, quizás, irreversible. Porque tan negativo es para la libertad lo ocurrido en Martorell, lo que ocurre todos los días en el País Vasco que lo que acaece en las calles de las ciudades españolas. Y no me vale que se diga que no es comparable, todo lo que limite la libertad se debe atajar de raíz ya sea la imposición de los islamistas, las actuaciones de los delincuentes, los comportamientos liberticidas de ciertas organizaciones políticas o el chantaje terrorista, porque de lo contrario nos iremos hundiendo en el totalitarismo y el terror. Resulta lamentable y triste que mas de 30 años después tengamos que volver a salir pidiendo ¡LIBERTAD!.

1 comentario:

Jesús Sanz Rioja dijo...

Muy puesto en razón. A mí me llevaron a creer en la democracia los hombres que hicieron Antena 3, y el gobierno de Aznar me hizo pensar que España caminaba hacia un lugar de honor en el escenario internacional. Este gobierno del GAL ha acabado con tales ilusiones y cada vez estoy más cerca de mi antiliberalismo de juventud. Esa es su obra.