En estos días se cumplen 50 años del levantamiento húngaro contra la opresión comunista encarnada por el gobierno de Rakosi y Gëro, títeres de los soviéticos.
El devenir de la historia y, sobre todo, la propaganda comunista y de sus “tontos útiles” ha hecho creer que el comunismo gobernó pacíficamente en los países del este hasta los ’90 y que su caída fue producto, esencialmente, de la economía. La verdad es muy otra porque ya desde los inicios de las dictaduras, a partir de la ocupación del ejército rojo, en todos los países del este hubo movimientos en contra y no solo por parte de los anticomunistas, cuyas acciones armadas fueron muy importante en Lituania, los Hermanos del Bosque, Polonia, el WIN o Ucrania, el Ejército de Liberación, sino de elementos de izquierdas y sobre todo obreros e intelectuales, las clase en que mas decían apoyarse los comunistas. Así en junio de 1953 los obreros de Berlín oriental se sublevaron contra el gobierno de Grotewhol y Ulbricht siendo aplastados por los tanques soviéticos, en 1956 se produce la primera intentona en Polonia que consigue, pese a las amenazas del gobierno soviético de Kruschev, imponer un gobierno comunista pero nacional con Gomulka a la cabeza. Pero será en Hungría donde el intento, primero de librarse de los soviéticos y después de alcanzar la libertad se haría sentir con mas fuerza. Durante algunos años loas húngaros habían tenido un gobierno menos cruel que el de los otros satélites, presidido por Imre Nagy. Pero en abril de 1955 sería sustituido por Rákosi un stalinista y prosoviético acusado. Los acontecimientos de Polonia, país al que Hungría se ha sentido muy ligados sobre todo desde las revueltas de 1848, apoyaron mediante manifestaciones la actitud de los polacos al mismo tiempo que pedían para su país libertad y la salida de los soviéticos. Desgraciadamente para los húngaros el gobierno de Kruschev ya había cedido todo lo que consideraba que podía, permitiendo un gobierno nacional, aunque comunista, en Polonia. Cualquier otra concesión se podría convertir en un efecto dominó que acabará con el control soviético en Europa del Este y no estaba dispuesto a permitirlo. Pero los húngaros estaban decididos a luchar por su libertad y en la noche del 23 de octubre, madrugada del 24, tras varios días de agitación y manifestaciones, estalló la revolución que se agravó con la intervención de las tropas del Ejército soviético y las consiguientes matanzas. Los húngaros, incluso comunistas entusiastas, se dieron cuenta de que ese tipo de regímenes solo llevaba al desastre al país y se unieron a la lucha junto a los estudiantes, obreros, intelectuales y el ejército húngaro encabezado por un antiguo comunista, antiguo cobatiente en la S.G.M. contra los nazis húngaros: el coronel Pál Maléter. Destacada intervención tuvieron los estudiantes e intelectuales del Club Petöfi y los obreros, considerados puntal del régimen pero que se unieron a la revolución, del complejo industrial de Csépel. El heroísmo de los húngaros fue tal que repelieron a los soviéticos y se iniciaron negociaciones con Nagy, el Primer Ministro revolucionario. Pero los soviéticos, como antes comenté, no estaban dispuestos a ceder Hungría y el 4 de noviembre, tras haber detenido alevosamente a los mandos militares húngaros, entre ellos al general Maléter nombrado Ministro de Defensa por el gobierno revolucionario, acción realizada por el carnicero de la KGB general Serov, iniciaron un ataque en el que comprometieron a tropas del resto de los países satélites. La fuerza de las armas y la traición de Janos Kadar, así como la cobarde inhibición de occidente, permitieron que a sangre y fuego fuera sometida Hungría, con un coste de miles de muertos y heridos en los combates y cientos de asesinados por la policía política húngaras y soviética así como mas de doscientos mil huidos a occidente. Así acabaron aquellos trece días de heroica lucha de los húngaros contra el comunismo y por la libertad. El traidor y lacayo de los soviéticos Kadar gobernaría Hungría hasta los ’90 y, por cierto, mantendría excelentes relaciones con el PSOE, recordemos que Alfonso Guerra se fue de viaje a la Hungría kadariana por no recibir al Presidente de EEUU de la época, ya conocemos las querencias de nuestros líderes socialistas.
Creo que en ese 50 aniversario es bueno recordar estos hechos para que, en aras de la “memoria histórica” no olvidemos los crímenes de las tiranías comunistas ya sea en la Rusia de 1917-1991, la España de los ’30, los países del este entre los ’40 y los ’90, Corea del Norte desde 1945, China desde 1949, Vietnam desde 1954 el Norte y todo desde 1975, o Cuba desde 1959. Desgraciadamente algunos de estos países siguen bajo esa férula y eso no es historia sino triste actualidad.
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