Una de las contradicciones evidentes en nuestra sociedad y no solo en la española, es la ola de pacifismo que nos invade y la exaltación del mismo tanto desde los poderes públicos como desde gran parte de los estamento sociales, frente a la realidad de una sociedad cada vez más violenta.
Esta violencia se da tanto en los aspectos políticos como sociales, en los primeros no solo provienen del terrorismo, sino desde elementos ciudadanos, en principio normales y corrientes. Recordemos los ataques e insultos a los afiliados y dirigentes del PP durante la Guerra de Irak y, sobre todo entre el 11 y el 14M. Pero también a personas que, simplemente, por el hecho de declararse españoles en Cataluña y el País Vasco son agredidos o la imposibilidad de celebrar reuniones o realizar conferencias, por ejemplo Ciudadanos de Cataluña, que son violentamente boicoteados por grupos radicalizados. Pero siendo esto grave, mas es que ciudadanos de a pié, agredan o insulten a otros ciudadanos por el hecho de no pensar como ellos y esto está ocurriendo y no solo en las regiones mencionadas anteriormente.
Pero el problema no solo atañe al ámbito político, en el social no es menos grave y así vemos como proliferan grupos violentos, desde los mafiosos del este hasta las bandas latinoamericanas, desde los ajustes de cuentas entre delincuentes hasta las agresiones o asesinatos por discusiones de tráfico o similar, por no hablar de la llamada violencia doméstica, que abarca mucho mas que la agresión hombre-mujer, o la peligrosa deriva de la violencia en las aulas.
Frente a esta situación, ¿qué se hace?, pues, habitualmente nada; frente al terrorismo cesión, frente al entorno violento, negociación y entreguismo, ante los radicales, apaciguamiento, ante las mafias, mirar para otro lado, contra las bandas, convertirlas en “asociaciones culturales” y darles beneficios y dinero, caso Latin King´s. Ante los ataques a profesores y alumnos, bastante palabrería y ninguna decisión clara, en el mejor de los casos soluciones puntuales; contra la violencia de género, que mas bien es violencia familiar ya que no solo son agredidas mujeres, también niños y ancianos, leyes que no sirven. ¿Porqué este fracaso para frenar la violencia?, aunque hay muchas causas, considero esencialmente que hay tres, una la pérdida de valores de nuestra sociedad que ya al no basar el éxito en el esfuerzo, la disciplina y el respeto y exaltar al triunfador a cualquier precio, está, a la vez, banalizando y exaltando la violencia.
La segunda la pérdida de autoridad y “auctoritas” de padres y profesores, los primeros mas preocupados por su trabajo y vida social, prefieren ceder al verdadero chantaje de los hijos, dándoles lo que piden por no enfrentarse a la realidad compleja de la educación, con lo que pierden la “auctoritas”. Lo vemos claramente en los temas de drogadicción, donde los padres suelen ser los últimos en enterarse por no querer hacerlo. Al mismo tiempo, un estúpido progresismo ha creado en el niño un verdadero tirano, al protegerle en exceso y, de facto, quitar a los padres la autoridad sobre el mismo. Esos niños se convierten en adolescentes problemáticos que si no consiguen las cosas las arrebatan por la fuerza.
Así mismo las tesis educativas de los ’70, que bajaron al profesor de la cátedra para ponerle a ras del pupitre, ese convertirle en igual al alumno les hizo perder esa “auctoritas”, ese prestigio y, con ello, la autoridad a lo que se unieron leyes absurdas como la última de educación, convirtiendo al joven en el dueño de la clase y, lógicamente, el mas fuerte, el mas violento es el líder. No lo es el más estudioso, el más educado, no ¡el más burro es el jefe!
Por último, la debilidad de la ley y la justicia para hacer frente a la violencia social. Como ya apunté antes, se cede ante la violencia política o social: si no estoy de acuerdo con algo, rompo cosas, asalto instituciones y se me concede. Ante las bandas mafiosas permisividad, ante la corrupción, comprensión, salvo cuando por razones políticas interesa tomar acción, caso “Malaya”. Ante la bandas, comprensión y prebendas, etc. . Una sociedad así entra en una espiral de violencia, pues en un momento dado, la mayoría pacífica puede hartarse y pasar ella también a la acción y entonces ¿qué pasaría?.
Esta violencia se da tanto en los aspectos políticos como sociales, en los primeros no solo provienen del terrorismo, sino desde elementos ciudadanos, en principio normales y corrientes. Recordemos los ataques e insultos a los afiliados y dirigentes del PP durante la Guerra de Irak y, sobre todo entre el 11 y el 14M. Pero también a personas que, simplemente, por el hecho de declararse españoles en Cataluña y el País Vasco son agredidos o la imposibilidad de celebrar reuniones o realizar conferencias, por ejemplo Ciudadanos de Cataluña, que son violentamente boicoteados por grupos radicalizados. Pero siendo esto grave, mas es que ciudadanos de a pié, agredan o insulten a otros ciudadanos por el hecho de no pensar como ellos y esto está ocurriendo y no solo en las regiones mencionadas anteriormente.
Pero el problema no solo atañe al ámbito político, en el social no es menos grave y así vemos como proliferan grupos violentos, desde los mafiosos del este hasta las bandas latinoamericanas, desde los ajustes de cuentas entre delincuentes hasta las agresiones o asesinatos por discusiones de tráfico o similar, por no hablar de la llamada violencia doméstica, que abarca mucho mas que la agresión hombre-mujer, o la peligrosa deriva de la violencia en las aulas.
Frente a esta situación, ¿qué se hace?, pues, habitualmente nada; frente al terrorismo cesión, frente al entorno violento, negociación y entreguismo, ante los radicales, apaciguamiento, ante las mafias, mirar para otro lado, contra las bandas, convertirlas en “asociaciones culturales” y darles beneficios y dinero, caso Latin King´s. Ante los ataques a profesores y alumnos, bastante palabrería y ninguna decisión clara, en el mejor de los casos soluciones puntuales; contra la violencia de género, que mas bien es violencia familiar ya que no solo son agredidas mujeres, también niños y ancianos, leyes que no sirven. ¿Porqué este fracaso para frenar la violencia?, aunque hay muchas causas, considero esencialmente que hay tres, una la pérdida de valores de nuestra sociedad que ya al no basar el éxito en el esfuerzo, la disciplina y el respeto y exaltar al triunfador a cualquier precio, está, a la vez, banalizando y exaltando la violencia.
La segunda la pérdida de autoridad y “auctoritas” de padres y profesores, los primeros mas preocupados por su trabajo y vida social, prefieren ceder al verdadero chantaje de los hijos, dándoles lo que piden por no enfrentarse a la realidad compleja de la educación, con lo que pierden la “auctoritas”. Lo vemos claramente en los temas de drogadicción, donde los padres suelen ser los últimos en enterarse por no querer hacerlo. Al mismo tiempo, un estúpido progresismo ha creado en el niño un verdadero tirano, al protegerle en exceso y, de facto, quitar a los padres la autoridad sobre el mismo. Esos niños se convierten en adolescentes problemáticos que si no consiguen las cosas las arrebatan por la fuerza.
Así mismo las tesis educativas de los ’70, que bajaron al profesor de la cátedra para ponerle a ras del pupitre, ese convertirle en igual al alumno les hizo perder esa “auctoritas”, ese prestigio y, con ello, la autoridad a lo que se unieron leyes absurdas como la última de educación, convirtiendo al joven en el dueño de la clase y, lógicamente, el mas fuerte, el mas violento es el líder. No lo es el más estudioso, el más educado, no ¡el más burro es el jefe!
Por último, la debilidad de la ley y la justicia para hacer frente a la violencia social. Como ya apunté antes, se cede ante la violencia política o social: si no estoy de acuerdo con algo, rompo cosas, asalto instituciones y se me concede. Ante las bandas mafiosas permisividad, ante la corrupción, comprensión, salvo cuando por razones políticas interesa tomar acción, caso “Malaya”. Ante la bandas, comprensión y prebendas, etc. . Una sociedad así entra en una espiral de violencia, pues en un momento dado, la mayoría pacífica puede hartarse y pasar ella también a la acción y entonces ¿qué pasaría?.
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