El terrorismo es una actividad muy antigua, desde los sicarios, lo asesinos o ya en el siglo XIX los terroristas rusos, los anarquistas, etc. hasta llegar al siglo del terror, el XX, donde dos grandes guerras y otra ristra de pequeñas han dejado millones de muertos y, no pocos, por el terrorismo, ha sido un recurso bélico continuo.
Desde el diecinueve, el terrorismo ha gozado de una cierta áurea de romanticismo, sobre todo vinculada a los rusos y sus atentados contra los presuntos opresores. La Europa liberal les miraba con cierta complacencia, cuando no emoción, otorgándoles ayuda y cobijo. Ahí empezó el error, pues la historia nos ha ido desvelando que atentaban, mayoritariamente, contra quienes querían la apertura de Rusia y, pocas veces, contra verdaderos tiranos, como forma de justificar su intento de asalto al poder para imponer su ideología nada democrática,pero el mal ya estaba hecho.
En el siglo XX, sobre todo desde los ’50, el terrorismo se vinculó a las llamadas luchas de liberación del tercer mundo: Argelia, Vietnam y otros. También aquí la progresía apoyaba sus acciones, olvidando que la mayoría de las veces los asesinados no eran colonialistas sino miembros de esos mismos pueblos, cuyo único delito era no estar de acuerdo con los planteamientos del FLN argelino o el Viet Minh y después el Viet Cong vietnamita. Normalmente los actos terroristas de estos grupos se justificaban en “las luchas de liberación” y así matanzas como las de Hué durante la Ofensiva del Tet con miles de ciudadanos de toda clase fríamente asesinados por los comunistas, se subsumieron en la “heroica lucha del pueblo vietnamita”.
Tras la independencia de Argelia y la ocupación comunista de Vietnam, los héroes fueron los palestinos, con sus “heroicas acciones” como la matanza de los atletas israelíes, la de peregrinos en el Aeropuerto Lod o la de un pobre inválido judío en el Achille Lauro. Pero todo fuese por la libertad de los “oprimidos “ palestinos, por cierto, especialmente oprimidos por los gobiernos de los países árabes en que estaban.
Dentro de es te batiburrillo de asesinos elevados a los altares laicos por la progresía debemos incluir al Ché, ejecutor de cientos de cubanos en la fortaleza de La Cabaña o nefasto jefe guerrillero en Congo o Bolivia donde encontró su fin a manos de los campesinos que “quería liberar” y que no teniendo interés en esa “liberación” comunista lo delataron al ejército boliviano. Pero también hay que incluir a ETA, apoyada durante la época franquista por las izquierdas que justificaban sus crímenes tanto si se trataba de un Jefe de Gobierno o un guardia civil de tráfico, en nombre de la “libertad” de los vascos. El problema es que los asesinos etarras no tenían ningún interés en la democracia ni la libertad de los vascos, lo que querían era, y es, el control del País Vasco e instaurar un estado totalitario marxista.
Al llegar la democracia los progresistas se encontraron con el problema de que ya no podían justificar los crímenes, pero seguían cercanos a sus planteamientos ideológicos, como bien ha expresado ZP al decir que solo un hombre de izquierdas como él podía solucionar el problema. Sin embargo, las izquierdas siguen sin entender a ETA, quién desde los lejanos ’60, tiene claro su objetivo: independencia de Vascongadas y anexión de Navarra y el País Vasco francés, bajo su égida. Lo han dicho desde entonces y se lo acaban de repetir a ZP. Y es que quién cabalga sobre un tigre tiene difícil bajarse de él y la colaboración de comunistas y socialistas con ETA en los ’60 y ’70 así como, probablemente y según lo que cada día aparece, en el 11M debe pagarse y el precio está claro.
Por cierto, ¿Qué ha pasado en Valencia?, a pocos días de la visita del Papa y a punto de producirse un éxito sin precedentes del catolicismo español y, por ende de Valencia y toda la Comunidad, ¿alguien cree que el accidente ha sido tal?.
Desde el diecinueve, el terrorismo ha gozado de una cierta áurea de romanticismo, sobre todo vinculada a los rusos y sus atentados contra los presuntos opresores. La Europa liberal les miraba con cierta complacencia, cuando no emoción, otorgándoles ayuda y cobijo. Ahí empezó el error, pues la historia nos ha ido desvelando que atentaban, mayoritariamente, contra quienes querían la apertura de Rusia y, pocas veces, contra verdaderos tiranos, como forma de justificar su intento de asalto al poder para imponer su ideología nada democrática,pero el mal ya estaba hecho.
En el siglo XX, sobre todo desde los ’50, el terrorismo se vinculó a las llamadas luchas de liberación del tercer mundo: Argelia, Vietnam y otros. También aquí la progresía apoyaba sus acciones, olvidando que la mayoría de las veces los asesinados no eran colonialistas sino miembros de esos mismos pueblos, cuyo único delito era no estar de acuerdo con los planteamientos del FLN argelino o el Viet Minh y después el Viet Cong vietnamita. Normalmente los actos terroristas de estos grupos se justificaban en “las luchas de liberación” y así matanzas como las de Hué durante la Ofensiva del Tet con miles de ciudadanos de toda clase fríamente asesinados por los comunistas, se subsumieron en la “heroica lucha del pueblo vietnamita”.
Tras la independencia de Argelia y la ocupación comunista de Vietnam, los héroes fueron los palestinos, con sus “heroicas acciones” como la matanza de los atletas israelíes, la de peregrinos en el Aeropuerto Lod o la de un pobre inválido judío en el Achille Lauro. Pero todo fuese por la libertad de los “oprimidos “ palestinos, por cierto, especialmente oprimidos por los gobiernos de los países árabes en que estaban.
Dentro de es te batiburrillo de asesinos elevados a los altares laicos por la progresía debemos incluir al Ché, ejecutor de cientos de cubanos en la fortaleza de La Cabaña o nefasto jefe guerrillero en Congo o Bolivia donde encontró su fin a manos de los campesinos que “quería liberar” y que no teniendo interés en esa “liberación” comunista lo delataron al ejército boliviano. Pero también hay que incluir a ETA, apoyada durante la época franquista por las izquierdas que justificaban sus crímenes tanto si se trataba de un Jefe de Gobierno o un guardia civil de tráfico, en nombre de la “libertad” de los vascos. El problema es que los asesinos etarras no tenían ningún interés en la democracia ni la libertad de los vascos, lo que querían era, y es, el control del País Vasco e instaurar un estado totalitario marxista.
Al llegar la democracia los progresistas se encontraron con el problema de que ya no podían justificar los crímenes, pero seguían cercanos a sus planteamientos ideológicos, como bien ha expresado ZP al decir que solo un hombre de izquierdas como él podía solucionar el problema. Sin embargo, las izquierdas siguen sin entender a ETA, quién desde los lejanos ’60, tiene claro su objetivo: independencia de Vascongadas y anexión de Navarra y el País Vasco francés, bajo su égida. Lo han dicho desde entonces y se lo acaban de repetir a ZP. Y es que quién cabalga sobre un tigre tiene difícil bajarse de él y la colaboración de comunistas y socialistas con ETA en los ’60 y ’70 así como, probablemente y según lo que cada día aparece, en el 11M debe pagarse y el precio está claro.
Por cierto, ¿Qué ha pasado en Valencia?, a pocos días de la visita del Papa y a punto de producirse un éxito sin precedentes del catolicismo español y, por ende de Valencia y toda la Comunidad, ¿alguien cree que el accidente ha sido tal?.
1 comentario:
Tampoco yo creo en las casualidades. Estación de Jesús. Visita Papal. Condolencias por parte de decenas de Gobiernos en todo el mundo... ¿Por un "accidente"?.
Publicar un comentario