El verano ya está aquí, y no solo por las temperaturas, que ya desde hace semanas están por las nubes, sino por la bajada del diapasón político. No hay más que verlo en los periódicos, más delgados, mas temas del corazón y menos información, salvo por los acontecimientos en Oriente Medio, la India y Corea.
Pero en el plano nacional la canícula nos sumerge en el sopor, el descanso llega y con él un cierto olvido de los problemas, ya sea la subida del petróleo, el incremento del IPC o el déficit exterior y, sobre todo, la negociación con ETA. Este es buen momento para pegar un acelerón al respecto, con el público distraído y mirando, más que nunca, para otro lado: playa, conciertos de Rock, veranos de la villa, Peralada, la jet en Mallorca, etc.
La verdad es que me pregunto si nos importa mucho lo que pase con este país, si nos importa que Cataluña sea, de facto, una nación independiente, que ETA consiga lo que se propone, que la criminalidad campe por sus respetos a lo largo y ancho de la piel de toro, que cada vez tengamos mas emigrantes ilegales y con ello suban en flecha los delitos. Parece que lo que nos preocupa y por lo que nos sacrificamos, es por acudir a las corridas de toros dejándonos una pasta y si nos toca sol ponernos con moreno Agromán, tirarnos días a las puertas de la Plaza de Toros de las Ventas para ver a un grupo de tan fastuoso nombre como “El canto del loco”, a confesión de parte…., o hacer cola para conseguir entradas para Bruce Springsteen, perdón si no se escribe así. Así mismo nos sacrificamos en colas tremendas en el chiringuito de turno para comer una paella mas falsa que el beso de Judas, o peleamos, como no se ve desde “los últimos de Filipinas”, por el último reducto de arena en la playa. Todo a precios imposibles que pagamos sin pestañear pero por los que ponemos el grito en el cielo si de lo que se trata es de comprar una vivienda o pagar la comunidad de vecinos.
Nuestro problema no es que seamos una sociedad hedonista, creo que somos una sociedad de cretinos y, claro, ¡como nos va a preocupar el destino de España!, ¡bastante liados estamos con la hipoteca, las vacaciones o cambiar de coche!, ¡allá los políticos con sus tontunas!, ¡que se las arreglen y nos dejen en paz!. Pero ¿y si sus tontunas nos afectasen seriamente a los ciudadanos?, no estaría de mas que a parte de todas esas “preocupaciones” antes reseñadas, nos preguntásemos, aunque sea brevemente entre trago y trago de sangría, ¿a dónde va España? y recordásemos lo que ha ocurrido en otros países también alegres y confiados, como la antigua Yugoslavia. Tal vez nos diésemos cuenta de que las decisiones de los políticos nos pueden afectar de manera importante.
Pero en el plano nacional la canícula nos sumerge en el sopor, el descanso llega y con él un cierto olvido de los problemas, ya sea la subida del petróleo, el incremento del IPC o el déficit exterior y, sobre todo, la negociación con ETA. Este es buen momento para pegar un acelerón al respecto, con el público distraído y mirando, más que nunca, para otro lado: playa, conciertos de Rock, veranos de la villa, Peralada, la jet en Mallorca, etc.
La verdad es que me pregunto si nos importa mucho lo que pase con este país, si nos importa que Cataluña sea, de facto, una nación independiente, que ETA consiga lo que se propone, que la criminalidad campe por sus respetos a lo largo y ancho de la piel de toro, que cada vez tengamos mas emigrantes ilegales y con ello suban en flecha los delitos. Parece que lo que nos preocupa y por lo que nos sacrificamos, es por acudir a las corridas de toros dejándonos una pasta y si nos toca sol ponernos con moreno Agromán, tirarnos días a las puertas de la Plaza de Toros de las Ventas para ver a un grupo de tan fastuoso nombre como “El canto del loco”, a confesión de parte…., o hacer cola para conseguir entradas para Bruce Springsteen, perdón si no se escribe así. Así mismo nos sacrificamos en colas tremendas en el chiringuito de turno para comer una paella mas falsa que el beso de Judas, o peleamos, como no se ve desde “los últimos de Filipinas”, por el último reducto de arena en la playa. Todo a precios imposibles que pagamos sin pestañear pero por los que ponemos el grito en el cielo si de lo que se trata es de comprar una vivienda o pagar la comunidad de vecinos.
Nuestro problema no es que seamos una sociedad hedonista, creo que somos una sociedad de cretinos y, claro, ¡como nos va a preocupar el destino de España!, ¡bastante liados estamos con la hipoteca, las vacaciones o cambiar de coche!, ¡allá los políticos con sus tontunas!, ¡que se las arreglen y nos dejen en paz!. Pero ¿y si sus tontunas nos afectasen seriamente a los ciudadanos?, no estaría de mas que a parte de todas esas “preocupaciones” antes reseñadas, nos preguntásemos, aunque sea brevemente entre trago y trago de sangría, ¿a dónde va España? y recordásemos lo que ha ocurrido en otros países también alegres y confiados, como la antigua Yugoslavia. Tal vez nos diésemos cuenta de que las decisiones de los políticos nos pueden afectar de manera importante.
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