A lo largo de la crisis que se está desarrollando en el Líbano, los elementos de propaganda lo invaden todo dando una visión sesgada e incompleta de la realidad. Sobre todo los medios de comunicación europeos, de izquierda y derechas, salvo honrosas excepciones, nos presentan el problema muy sencillamente: Israel asesina, libaneses y palestinos victimas.
No voy a entrar en este tema que por manido y manipulado ya se desprestigia por si mismo aunque la campaña mediática siga erre que erre. En esta ocasión quiero hablar sobre la gran minoría olvidada: los cristianos. Si Occidente fuese como el Islam, la suerte de los cristianos del Líbano habría hecho correr ríos de sangre en defensa de nuestros hermanos de religión y, en gran parte, de cultura. En el siglo XIX así era, pues las potencias occidentales, sobre todo Francia, intervinieron en el Imperio Otomano para proteger a la minoría cristina, a su vez mayoritariamente maronita, contra los ataques de drusos y otros musulmanes. Tras la P.G.M., mezclando defensa de los cristianos e intereses imperialistas no solo mantuvieron la autonomía de los cristianos en el Monte Líbano, sino que crearon un país más amplio al que llamaron Líbano.
Tras la descolonización y la irrupción del pensamiento débil por el cual se justifica a los agresores y se humilla a los agredidos, se permitió que la antaño llamada “Suiza de Oriente Medio” fuera destruida a partir de mediados de los ’70 por la intromisión de los “refugiados” palestinos de Fatal y su dirigente Arafat, que se convirtieron en un estado dentro del Líbano, ¿suena el tema?. Pese a los heroicos intentos de Presidentes cristianos como Bashir Gemayel, asesinado, o el General Aoun por mantener la independencia del país y proteger no solo a los cristianos sino a otras minorías, occidente les pagó abandonándolos a su suerte y entregando el Líbano a Siria según los Acuerdos de Taif de 1991. Para los cristianos solo quedó el estigma de las matanzas de Sabra y Chatila que les convirtió en apestados y en héroes y victimas a los terroristas de Fatah.
Pues bien, la historia se repite, una banda terrorista se convierte en un estado dentro del Líbano, esta vez Hizbulá, los israelíes tienen que volver a entrar y los cristianos vuelven a encontrarse en medio de la guerra, abandonados por todos, pues ni la UE, ni la ONU, ni EEUU se preocupa de ellos, con lo que tendrán que volver a emigrar para engrosar las ya amplias comunidades de Canadá, EEUU, Australia o Francia, dejando el campo libre a los musulmanes, como ya ha ocurrido en Palestina. Pero a esta antaño gran y próspera comunidad, baluarte de los valores cristianos y occidentales en medio de un mar musulmán nadie quiere ayudarla ni protegerla, no es políticamente correcto defender a quienes no sean asesinos, terroristas o regímenes dictatoriales y como los maronitas y otros cristianos son trabajadores, amantes de la libertad y orgullosos de sus tradiciones mas vale ignorarlos y forzarles a una emigración masiva, dejando el terreno libre a los enemigos de occidente, ¡así se escribe la historia!.
No voy a entrar en este tema que por manido y manipulado ya se desprestigia por si mismo aunque la campaña mediática siga erre que erre. En esta ocasión quiero hablar sobre la gran minoría olvidada: los cristianos. Si Occidente fuese como el Islam, la suerte de los cristianos del Líbano habría hecho correr ríos de sangre en defensa de nuestros hermanos de religión y, en gran parte, de cultura. En el siglo XIX así era, pues las potencias occidentales, sobre todo Francia, intervinieron en el Imperio Otomano para proteger a la minoría cristina, a su vez mayoritariamente maronita, contra los ataques de drusos y otros musulmanes. Tras la P.G.M., mezclando defensa de los cristianos e intereses imperialistas no solo mantuvieron la autonomía de los cristianos en el Monte Líbano, sino que crearon un país más amplio al que llamaron Líbano.
Tras la descolonización y la irrupción del pensamiento débil por el cual se justifica a los agresores y se humilla a los agredidos, se permitió que la antaño llamada “Suiza de Oriente Medio” fuera destruida a partir de mediados de los ’70 por la intromisión de los “refugiados” palestinos de Fatal y su dirigente Arafat, que se convirtieron en un estado dentro del Líbano, ¿suena el tema?. Pese a los heroicos intentos de Presidentes cristianos como Bashir Gemayel, asesinado, o el General Aoun por mantener la independencia del país y proteger no solo a los cristianos sino a otras minorías, occidente les pagó abandonándolos a su suerte y entregando el Líbano a Siria según los Acuerdos de Taif de 1991. Para los cristianos solo quedó el estigma de las matanzas de Sabra y Chatila que les convirtió en apestados y en héroes y victimas a los terroristas de Fatah.
Pues bien, la historia se repite, una banda terrorista se convierte en un estado dentro del Líbano, esta vez Hizbulá, los israelíes tienen que volver a entrar y los cristianos vuelven a encontrarse en medio de la guerra, abandonados por todos, pues ni la UE, ni la ONU, ni EEUU se preocupa de ellos, con lo que tendrán que volver a emigrar para engrosar las ya amplias comunidades de Canadá, EEUU, Australia o Francia, dejando el campo libre a los musulmanes, como ya ha ocurrido en Palestina. Pero a esta antaño gran y próspera comunidad, baluarte de los valores cristianos y occidentales en medio de un mar musulmán nadie quiere ayudarla ni protegerla, no es políticamente correcto defender a quienes no sean asesinos, terroristas o regímenes dictatoriales y como los maronitas y otros cristianos son trabajadores, amantes de la libertad y orgullosos de sus tradiciones mas vale ignorarlos y forzarles a una emigración masiva, dejando el terreno libre a los enemigos de occidente, ¡así se escribe la historia!.
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