La muerte del paracaidista Dº Jorge Arnaldo Hernández, que en paz descanse, aparte de cuestionar la política exterior y de defensa del Presidente ZP, ¿porqué Afganistán si e Irak no?, abre otro debate que, en los últimos tiempos, ha pasado casi desapercibido.
Durante muchos años, la izquierda española denostó a nuestra gloriosa Legión a la que acusaba de fuerza mercenaria y, casi asesina, por la manera de reclutar a sus hombres, sobre todo a los extranjeros. Mientras en Francia admiran a sus legionarios, en España se les denostaba hasta extremos incomprensibles. Durante la transición arreciaron aquellos ataques, igual que a la Guardia Civil, ¿nos acordamos?, pese a que el número de extranjeros era ya muy reducido como yo mismo comprobé en el Sáhara en 1974-75 cuando estaba haciendo el servicio militar en Artillería.
El final de la conscripción y el paso a un ejército voluntario conllevó la escasez de efectivos, lo que no era raro tras los furibundos a ataques a la institución militar por parte de las izquierdas y otros “demócratas”. Unido a los escasos emolumentos, aquella medida “progresista”, por cierto, rematada por el PP, dejó a nuestro ejército con muy reducidos efectivos. Y, entonces, ¡oh sorpresa! el PSOE descubre que los sudamericanos pueden ser miembros de nuestras FF.AA. porque son de nuestra lengua y costumbres similares. De pronto, ya no solo se admitían extranjeros en el Tercio sino en todo el ejército, en principio solo sudamericanos y europeos, después veremos, sin que ello generase rechazo contra esos “mercenarios”, ¡sorpréndete!.
La realidad es que la adscripción de extranjeros a nuestro ejército, salvo que se mantuviese en un cuerpo de élite como la Legión, es altamente peligroso por diversas causas, apuntaré solo un par. En primer lugar no estoy seguro que el control que se hace de los aspirantes sea el adecuado. Desgraciadamente está cayendo sobre este país una plaga de sudamericanos indeseables, narcotraficantes, sicarios o terroristas, cuyo refugio fácil serían las FF.AA., temiéndome que se puedan infiltrar en las mismas, con el peligro que conlleva poner armas en manos de facinerosos. En segundo lugar, no estoy nada seguro que esos extranjeros, si llega el momento, defiendan a nuestra patria con algún entusiasmo, pues no parece creíble que tengan un tal amor a un país que no es el suyo. Se me dirá que en la legión los extranjeros han luchado valientemente, pero es que se trata de un cuerpo especial y muy particular, cuya unidad, credo y entusiasmo no es transferible a las unidades regulares de nuestro ejército.
Creo que esto está siendo un error, y no digo nada si se abre a magrebíes o africanos, pues no creo que en caso de guerra estos soldados sean muy efectivos. La solución pasa por devolver, como ocurre en otros países como EEUU o Reino Unido, el prestigio al estamento militar, formar eficientemente a sus miembros, dotarles de los medios necesarios y pagarles adecuadamente, así como incentivarles de diversas formas, única solución para disponer de unas unidades adecuadas y motivadas en defensa de España, lo demás es contratar mercenarios que pueden acabar comportándose como los alistados por los cartagineses.
Durante muchos años, la izquierda española denostó a nuestra gloriosa Legión a la que acusaba de fuerza mercenaria y, casi asesina, por la manera de reclutar a sus hombres, sobre todo a los extranjeros. Mientras en Francia admiran a sus legionarios, en España se les denostaba hasta extremos incomprensibles. Durante la transición arreciaron aquellos ataques, igual que a la Guardia Civil, ¿nos acordamos?, pese a que el número de extranjeros era ya muy reducido como yo mismo comprobé en el Sáhara en 1974-75 cuando estaba haciendo el servicio militar en Artillería.
El final de la conscripción y el paso a un ejército voluntario conllevó la escasez de efectivos, lo que no era raro tras los furibundos a ataques a la institución militar por parte de las izquierdas y otros “demócratas”. Unido a los escasos emolumentos, aquella medida “progresista”, por cierto, rematada por el PP, dejó a nuestro ejército con muy reducidos efectivos. Y, entonces, ¡oh sorpresa! el PSOE descubre que los sudamericanos pueden ser miembros de nuestras FF.AA. porque son de nuestra lengua y costumbres similares. De pronto, ya no solo se admitían extranjeros en el Tercio sino en todo el ejército, en principio solo sudamericanos y europeos, después veremos, sin que ello generase rechazo contra esos “mercenarios”, ¡sorpréndete!.
La realidad es que la adscripción de extranjeros a nuestro ejército, salvo que se mantuviese en un cuerpo de élite como la Legión, es altamente peligroso por diversas causas, apuntaré solo un par. En primer lugar no estoy seguro que el control que se hace de los aspirantes sea el adecuado. Desgraciadamente está cayendo sobre este país una plaga de sudamericanos indeseables, narcotraficantes, sicarios o terroristas, cuyo refugio fácil serían las FF.AA., temiéndome que se puedan infiltrar en las mismas, con el peligro que conlleva poner armas en manos de facinerosos. En segundo lugar, no estoy nada seguro que esos extranjeros, si llega el momento, defiendan a nuestra patria con algún entusiasmo, pues no parece creíble que tengan un tal amor a un país que no es el suyo. Se me dirá que en la legión los extranjeros han luchado valientemente, pero es que se trata de un cuerpo especial y muy particular, cuya unidad, credo y entusiasmo no es transferible a las unidades regulares de nuestro ejército.
Creo que esto está siendo un error, y no digo nada si se abre a magrebíes o africanos, pues no creo que en caso de guerra estos soldados sean muy efectivos. La solución pasa por devolver, como ocurre en otros países como EEUU o Reino Unido, el prestigio al estamento militar, formar eficientemente a sus miembros, dotarles de los medios necesarios y pagarles adecuadamente, así como incentivarles de diversas formas, única solución para disponer de unas unidades adecuadas y motivadas en defensa de España, lo demás es contratar mercenarios que pueden acabar comportándose como los alistados por los cartagineses.
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