La historia de Rusia es una de las más apasionantes. El ser zona de paso de las rutas comerciales o de invasión entre Asia y Europa ha hecho que múltiples pueblos se hayan entrecruzado allí aportando creencias y culturas muy diversas cuando no contrapuestas. Desde los varegos a los hunos o los mongoles, la historia de ese país es violenta y muy sangrienta.
Ante esos acontecimientos, no es raro que el sistema político que ha caracterizado todo su devenir allá sido la llamada autocracia, con un Zar cuasi divino y una élite señorial dominadora en todos los aspectos de la vida rusa.
Si el siglo XIX vio un cierto despertar fue más nihilista y destructivo, en la línea filosófica de su historia, que liberal y constructivo. Los grupos de oposición, casi siempre se basaban en el terrorismo y se preocupaban mas de destruir el orden establecido que de elaborar una tesis para una nueva sociedad y un nuevo país.
La llegada del socialismo, con su análisis racionalista convenció a la “intelligentsia” formada por jóvenes de la burguesía y la nobleza fuertemente impresionados por el estado de cosas pero poco conocedores de la realidad profunda de Rusia y los rusos. El resto de la historia ya la conocemos, los bolcheviques en base a la audacia y teniendo a favor la desesperación de un pueblo destrozado por la guerra se hacen con el poder instaurando la brutal dictadura comunista con, otro autócrata, Stalin, durante muchos años al frente y, en plena descomposición, pequeños “autocratitas” hasta los ´90.
El fin de la URSS avivó las esperanzas de quienes pensaban que, por fin, Rusia rompería esa tendencia al totalitarismo y esa ambigüedad entre Asia y Europa y se establecería, firmemente, entre las democracias europeas. Pero la realidad es tozuda y una sociedad acostumbrada a reverenciar el poder, no podía cambiar de la noche a la mañana. Después del interregno Yeltsin ha vuelto la Rusia histórica, la imperialista, la de Catalina o Pedro, está vez plasmada en un exkagebista, Putin, bien imbuido de lo que debe ser la autoridad del estado por encima del hombre y la sociedad. Con Putin, a nivel interno, vuelve, mejor dicho continua, la relación estado-súbdito, la inexistencia de sociedad civil y del libre mercado, sustituida la primera por las mafias y el segundo por el poder económico del estado, recordemos el asunto Yukos. En el exterior, el intento de recuperar el rango de gran potencia, por un lado y de imperio por otro, pues Rusia no se concibe así misma sin un imperio. Perdidas las zonas no rusas, intenta recuperar su control vía la presión económica y la activación, siempre fácil, de rencillas internas entre los diversos pueblos que suelen vivir en esas zonas. Por otro lado quiere demostrar a Europa, EEUU y China que sigue siendo una gran potencia y como ya no puede con la ideología o las armas usa la energía, demostrando su poder primero ante el hermano rebelde Ucrania y después al resto de Europa, con la amenaza de cortar el flujo de gas y así si Europa ya no tiembla ante los cosacos del zar o las divisiones de la Guardia de Stalin lo hace ante el “imperio de la energía “ de Putin.
El reciente discurso del Vicepresidente Cheney en Vilna es una llamada de atención para quienes aspiran a convertir a Rusia en socio de Europa, pues el interés del nuevo autócrata no es ser uno entre iguales sino la potencia líder en el continente.¿Conseguirá Putin con su gas y petróleo lo que no consiguió Stalin con sus divisiones?.
Ante esos acontecimientos, no es raro que el sistema político que ha caracterizado todo su devenir allá sido la llamada autocracia, con un Zar cuasi divino y una élite señorial dominadora en todos los aspectos de la vida rusa.
Si el siglo XIX vio un cierto despertar fue más nihilista y destructivo, en la línea filosófica de su historia, que liberal y constructivo. Los grupos de oposición, casi siempre se basaban en el terrorismo y se preocupaban mas de destruir el orden establecido que de elaborar una tesis para una nueva sociedad y un nuevo país.
La llegada del socialismo, con su análisis racionalista convenció a la “intelligentsia” formada por jóvenes de la burguesía y la nobleza fuertemente impresionados por el estado de cosas pero poco conocedores de la realidad profunda de Rusia y los rusos. El resto de la historia ya la conocemos, los bolcheviques en base a la audacia y teniendo a favor la desesperación de un pueblo destrozado por la guerra se hacen con el poder instaurando la brutal dictadura comunista con, otro autócrata, Stalin, durante muchos años al frente y, en plena descomposición, pequeños “autocratitas” hasta los ´90.
El fin de la URSS avivó las esperanzas de quienes pensaban que, por fin, Rusia rompería esa tendencia al totalitarismo y esa ambigüedad entre Asia y Europa y se establecería, firmemente, entre las democracias europeas. Pero la realidad es tozuda y una sociedad acostumbrada a reverenciar el poder, no podía cambiar de la noche a la mañana. Después del interregno Yeltsin ha vuelto la Rusia histórica, la imperialista, la de Catalina o Pedro, está vez plasmada en un exkagebista, Putin, bien imbuido de lo que debe ser la autoridad del estado por encima del hombre y la sociedad. Con Putin, a nivel interno, vuelve, mejor dicho continua, la relación estado-súbdito, la inexistencia de sociedad civil y del libre mercado, sustituida la primera por las mafias y el segundo por el poder económico del estado, recordemos el asunto Yukos. En el exterior, el intento de recuperar el rango de gran potencia, por un lado y de imperio por otro, pues Rusia no se concibe así misma sin un imperio. Perdidas las zonas no rusas, intenta recuperar su control vía la presión económica y la activación, siempre fácil, de rencillas internas entre los diversos pueblos que suelen vivir en esas zonas. Por otro lado quiere demostrar a Europa, EEUU y China que sigue siendo una gran potencia y como ya no puede con la ideología o las armas usa la energía, demostrando su poder primero ante el hermano rebelde Ucrania y después al resto de Europa, con la amenaza de cortar el flujo de gas y así si Europa ya no tiembla ante los cosacos del zar o las divisiones de la Guardia de Stalin lo hace ante el “imperio de la energía “ de Putin.
El reciente discurso del Vicepresidente Cheney en Vilna es una llamada de atención para quienes aspiran a convertir a Rusia en socio de Europa, pues el interés del nuevo autócrata no es ser uno entre iguales sino la potencia líder en el continente.¿Conseguirá Putin con su gas y petróleo lo que no consiguió Stalin con sus divisiones?.
1 comentario:
"Rusia es hoy una sombra de lo que fue" esta es la sesuda conclusión a la que llegan nuestros politólogos y analistas. Si bien no es del todo incierta tampoco nos debe dejar infravalorando al Oso Ruso. Rusia tiene independencia energética, un pueblo sumiso, y unas Fuerzas Armadas sólo superadas por EEUU y China cuantitativamente.
Rusia tiene "nuestra" energía (gas) y nosotros el capital que necesita para sobrevivir. No les queda más remedio que cooperar. Lo único que piden es que les mantengamos la ilusión de que todavía son una potencia a tener en cuenta.
La Historia nos demuestra que no hace falta tener mucha experiencia democrática para que la democracia prospere, yo todavía espero que en la Federación Rusa mejoren las cosas.
Después de tan largo y frío invierno, se lo merecen.
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