martes, noviembre 15, 2011

Una monarquía que se deshilacha

Ha sorprendido la noticia de que Dº Juan Carlos, de baja por sus problemas, se había desplazado hasta Abu Dhabi a solazarse con su nueva pasión, o no tan nueva, la fórmula 1. Le hemos visto departir, alegremente, con periodistas, pilotos y otras gentes sin que pareciese sufrir dolores de ningún tipo. No parece lógico ese largo viaje, cuando en el propio Madrid ha dejado de asistir a los actos programados. Tampoco valdría la excusa de afianzar relaciones con las satrapías del Golfo, ya bien anudadas como las de su amigo Rodríguez con los ayatollahs iraníes.

Lamentablemente, la actual Casa Real degenera vertiginosamente, pero es lógico de una monarquía creada por necesidad política e inflada por consenso casi general. No podemos olvidar que el verdadero heredero era Dº Juan, cuyas erráticas actitudes, franquista en la Guerra Civil, fascista en los ´40, con sus famosas cacería en la Albania ocupada, con el yerno del Duce y Ministro de Exteriores, Ciano y demócrata, muy convenientemente, en 1945 con fascistas y nazis derrotados.

El Generalísimo, que pese a lo que digan sus detractores, de tonto no tenía un pelo y si escuchaba a ciertos asesores, como el Almirante Carrero Blanco, optó por un niño aun sin formar, no demasiado inteligente y maleable. Porque por mucho que nos quieran contar, es sabido que Franco era consciente que no habría continuidad de su régimen y monárquico como era, optó por la solución Juan Carlos.

Crecido en el régimen, no dudó en traicionar a su padre para alcanzar el trono, no tanto a Franco que ya sabía, a grandes rasgos, por donde iría el tema, como confesó al General Vernon Walters según cuenta éste en sus interesantísimas Memorias. Evidentemente, el monarca no era del agrado de todos: los militares le obedecían por respeto al Caudillo, la derecha con un cierto trágala y la izquierda fue evolucionando al ver que no había otra forma de llegar al poder. Así, el asesino de Paracuellos, Santiago Carrillo pasó de decir que “para lo único que servía era para que, vestido de marinerito, se paseara por el mundo como ejemplo de que los españoles ya eran mas altos” al abrazo de la bandera bicolor, así son las cosas.

En andas de la clase política y los medios de comunicación, como anclaje de una nación con grandes tensiones sociales y políticas, eran los años de plomo de la asesina ETA, se lo creyó y empezó a montar gobiernos con su amigo Suárez, del que renegó cuando tras la aprobación de la Carta Magna vio recortados sus poderes y con un Presidente del Gobierno crecido.

Como la cosa se complicaba el “establishment” montó un 23F del que cada día sabemos más, y el que la actuación del Rey no fue tan “gloriosa”, pero que sirvió a los poderes fácticos, periodísticos y políticos para ponerle a la “cabeza de la manifestación” democrática y el PSOE llegar a su rotunda victoria con un Rey agradecido, con grandes abrazos al nuevo líder por aquello de creer que la derecha era suya y había que llevarse bien con la izquierda, de hay sus buenas relaciones siempre con los dirigentes del PSOE y tan malas con un PP, sobre todo en época de Aznar, que ni le gustaba el estilo juerguista y las amistades peligrosas del monarca, desde su austeridad castellana.

Sin embargo Dº Juan Carlos siguió en su turbión de amistades como “el manco” (que en paz descanse) el Sr. Colón de Carvajal, que no se trataba del buscado por “el fugitivo” en la mítica serie sino un personaje mas bien tirando a turbio. O los yates, prestados, regalados o lo que fuese, donde paseaba su regia figura. Sin olvidar su interés por el bello sexo, mítico a finales de los ´70 en Palma de Mallorca con, el entonces su amigo Suárez o sus viajes a Suiza y no por el dinero.

No era un ejemplo virtuoso el suyo, agravado por historias, urbanas o reales, como la del oso borracho de Rumanía, ¡hay la caza que pierde a los Borbones y también a jueces progresistas!, hasta su ya mencionadas amistades, todo lo cual le hizo perder el apoyo del muy noble Conde de Latares, que se marchó de Jefe de su Casa. Desde entonces las cosas han ido de mal en peor. Ya no solo era la cabeza real, sus hijas realizaban unos matrimonios, al parecer, poco recomendables, una casi empujada para huir de un ambiente asfixiante, la otra en su intento extravagante de ser una burguesa bien de Cataluña y no la hija del rey. Ambos cónyuges han salido un tanto “ranas” aunque uno aun sea “presunto”.

Tampoco puede decirse que el heredero haya estado muy brillante, siempre, al igual que su padre y su abuelo, absorbido por el bello sexo, tras desvaríos raros acabó contrayendo nupcias con una mediocre periodista, de vuelo bajo y cama alta, lo que no parece positivo para la decana de las monarquías.

En un momento de crisis de valores, los Borbones no parecen estar a la altura de las circunstancias y ese anclaje parece irse desenganchando: nunca convencerán a la izquierda, por muchas mesas con bandera republicana a guisa de mantel, con la que el Sr. Sabina, el de la ceja, obsequie, parece ser que con la complacencia de los mismos, a los herederos, a la vez que se va enajenando a una derecha nunca muy cómoda con esta monarquía, como ya he mencionado. Supongo que padre e hijo conocen bien la historia de sus nefastos antepasados desde que Felipe V nos obsequió con la primera guerra civil española, hasta su abuelo Alfonso XIII a quien no le echó la izquierda sino una coalición de exmonárquicos cabreados y que este es un país curioso, que aclamaba a su abuelo un par de días antes de que lo depusiesen y que un par de días después España se acostó masivamente monárquica y se levantó republicana y si bien es cierto que un tanto sesgado el hecho, había una realidad de hartazgo de Alfonso XIII. Por tanto la testa coronada y el aspirante deberían tentarse la ropa y dar un giro radical hacia una mayor moralidad, virtud y ejemplo para todos los ciudadanos e instituciones, por parte de la Institución mas alta de la patria.

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