domingo, noviembre 13, 2011

La hora de los tecnócratas

La crisis económica y social que Europa sufre ha devenido en la caída de varios gobiernos europeos. Empezó Islandia, siguió Irlanda, Portugal y ahora Grecia e Italia. Los cambios afectan tanto a gobiernos conservadores como socialistas y los recambios, esencialmente quienes han ofrecido alternativas a la crisis económica o, más generalmente, acatan lo establecido por los grandes de Europa: Alemania y Francia.

Pero las recetas, pese a muchos vocingleros que han pronosticado el triunfo de la política sobre los mercados, son las que los mercados dictan y han sucumbido los gobiernos que no han querido aplicar las duras recetas a que se ven obligados por sus errores anteriores, por su despilfarro absurdo y por ese convencimiento de que el “estado del bienestar” es la panacea, cuando se ha demostrado que los dislates de “gratuito” y “público” han llevado a la debacle a países que presumían de economías sólidas, entre ellos el nuestro. Las prebendas socialistas a toda clase de grupos y personas, unido a la crisis del ladrillo y a la internacional, nos han conducido a una situación en la que no hemos sido intervenidos simplemente porque dentro de 7 días hay elecciones y los inversores esperan un cambio o solo de gobierno sino de política.

Parece llegada la hora de los gestores en detrimento de los políticos, quizás porque estos últimos han demostrado su incapacidad para hacer frente a la difícil situación. En países como Grecia e Italia han puesto, o lo harán en las próximas horas, al frente de los gobiernos a tecnócratas puros y duros, bien conectados con las finanzas internacionales y los mercados: Papademos en el país heleno y, casi seguro, Monti en Italia, ambos exponentes de esos mercados a los que tanto detestan algunos políticos europeos, como nuestro Presidente o su candidato el Sr. Pérez y para mas regocijo, miembros de la Trilateral.


Pero las realidades se imponen y en un mundo globalizado, para bien y para mal, las ideas nacionalistas, provincianas y anticapitalistas están condenadas al fracaso guste o no guste a los defensores de lo público. Cuando países de corte ideológico marxista como China o Vietnam tienen como objetivo entrar en al O.M.C. y ser reconocidos como economías de mercado, cuando la muy socialistoide India ha girado hacia posiciones liberales, está claro por donde soplan los vientos de la historia.

El gran interrogante es si estos dirigentes, no elegidos en las urnas aunque con fuerte apoyo parlamentario, van a desplazar a los políticos. También se cuestiona si su llegada al poder significa un debilitamiento de la democracia por tratarse de personas, normalmente alejadas del juego político y, generalmente, sin un partido detrás.

A mi entender esta solución es puntual ante una situación que los dirigentes no son capaces de atender y que no están dispuestos a tener que asumir por el coste electoral. Papademos, Monti u otros que gestionen en sus países no suelen ser gente con ambición de poder y por tanto están mas liberados para imponer políticas duras que quienes aspiran a gobernar electoralmente. Son el pararrayos de las posibles frustraciones populares, pero sin coste para los políticos, lo que no deja de ser cómodo para éstos.

Tampoco creo que la democracia sufra menoscabo, ya que son los Parlamentos quienes les eligen, mas inquietante es que las verdaderas órdenes vengan de los duunviros Merkel y Sarkozy que están convirtiendo a la Europa periférica en sus mandatos económicos.

Pero no hay otra solución, recordemos que España dio el gran salto tras el Plan de Estabilización de 1959 dirigido por los “albertos”, tecnócratas que encauzaron la economía española y la orientaron hacia la modernidad, contribuyendo por esa vía a la Transición y a la democracia.

Esta situación si debiera servir para que todos reflexionásemos y, especialmente, los dirigentes políticos, de forma y manera de que se den cuenta que no todo se puede basar en cálculos electorales, que lo que destaca de un estadista es su capacidad de tomar decisiones difíciles y hacérselas entender a sus conciudadanos, porque la próxima vez, la alternativa pueden no ser los tecnócratas sino los dictadores como en los años ’30.

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