jueves, febrero 07, 2013

Segunda oleada


Quienes fuimos escépticos con la mal llamada “primavera árabe” pues estaba claro que a rebufo de la misma serían los islamistas quienes acabarían copando por vías, más o menos, democráticas el poder, también éramos conscientes de que la emergente clase media e intelectual no salafista , respondería a la temprana opresión.

Así ha ocurrido en Egipto, donde la neotiranía de Mursi y sus Hermanos Musulmanes ha llevado a la clase media  e intelectual y, sobre todo a la juventud, de El Cairo y Alejandría así como a la no despreciable clase obrera de la zona del canal, ha iniciar un verdadero levantamiento contra la opresión islamista.

Podrá decirse que Mursi ganó limpiamente las elecciones, pero bien sabemos que en los países del tercer mundo el poder tiene mucha influencia para ganar, más importante es que sea la juventud la que parece oponerse a los nuevos amos, cosa que no ocurría hace unos años cuando los salafistas les traían casi en masa.

Al  igual que en Egipto, el otro país con una incipiente clase media, Túnez, pese al triunfo relativo de Enhadda no estaba de acuerdo con las directrices del gobierno de coalición que quería cercenar libertades, sobre todo en la mujer, que existían incluso en tiempos de Ben Alí. Pero ha sido el asesinato del líder opositor Chokri Belaid el que ha exacerbado el rechazo a los islamistas y las calles de Tunicia vuelven  al fervor revolucionario esta vez contra los islamistas y a favor de la verdadera libertad.

En esa reacción antiislamista no debemos olvidar a Mali, donde si bien la derrota de los mismos ha venido vía intervención militar, no es menos cierto que las poblaciones del norte, qué decir del sur, rechazan  la tiranía y los destrozos de los fanáticos. Incluso los tuareg, cuya revuelta dio paso al dominio integrista, se han dado cuenta de que ellos también pueden ser laminados y tratan de llegar a un acuerdo con el gobierno y Francia para alcanzar sus objetivos sin el apoyo salafista.

Caso muy esperanzador ha sido la reacción en un país no árabe pero musulmán y, hasta ahora dominado por la verborrea talibán: Pakistán, donde el caso de la valiente niña Malala ha levantado una ola antiradical y de defensa de la mujer no visto desde tiempos de la Sra. Bhutto. Este trágico incidente parece haber colmado el vaso de la población que no ha dudado en lanzarse a la calle, con gran valor debido a la influencia integrista en el país.

Queda por ver qué ocurrirá en Siria, pero lo que está claro es que esta segunda ola en los países árabes si puede ser la de la libertad y la democracia y n o la del dominio radical, aunque no debemos olvidar que siguen siendo muy fuertes en numerosos países de la zona y que el resultado de la guerra civil en Siria será una pauta por lo menos para la zona de Oriente Medio.

En cualquier caso, si parece alentador que  sean los propios musulmanes quienes se opongan a los que hasta ahora parecían llevar la voz cantante en el Islam.

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