Quienes fuimos escépticos
con la mal llamada “primavera árabe” pues estaba claro que a rebufo de la misma
serían los islamistas quienes acabarían copando por vías, más o menos,
democráticas el poder, también éramos conscientes de que la emergente clase
media e intelectual no salafista , respondería a la temprana opresión.
Así ha ocurrido en Egipto,
donde la neotiranía de Mursi y sus Hermanos Musulmanes ha llevado a la clase
media e intelectual y, sobre todo a la
juventud, de El Cairo y Alejandría así como a la no despreciable clase obrera
de la zona del canal, ha iniciar un verdadero levantamiento contra la opresión
islamista.
Podrá decirse que Mursi ganó
limpiamente las elecciones, pero bien sabemos que en los países del tercer
mundo el poder tiene mucha influencia para ganar, más importante es que sea la
juventud la que parece oponerse a los nuevos amos, cosa que no ocurría hace
unos años cuando los salafistas les traían casi en masa.
Al igual que en Egipto, el otro país con una
incipiente clase media, Túnez, pese al triunfo relativo de Enhadda no estaba de
acuerdo con las directrices del gobierno de coalición que quería cercenar libertades,
sobre todo en la mujer, que existían incluso en tiempos de Ben Alí. Pero ha
sido el asesinato del líder opositor Chokri Belaid el que ha exacerbado el
rechazo a los islamistas y las calles de Tunicia vuelven al fervor revolucionario esta vez contra los
islamistas y a favor de la verdadera libertad.
En esa reacción
antiislamista no debemos olvidar a Mali, donde si bien la derrota de los mismos
ha venido vía intervención militar, no es menos cierto que las poblaciones del
norte, qué decir del sur, rechazan la
tiranía y los destrozos de los fanáticos. Incluso los tuareg, cuya revuelta dio
paso al dominio integrista, se han dado cuenta de que ellos también pueden ser
laminados y tratan de llegar a un acuerdo con el gobierno y Francia para
alcanzar sus objetivos sin el apoyo salafista.
Caso muy esperanzador ha
sido la reacción en un país no árabe pero musulmán y, hasta ahora dominado por
la verborrea talibán: Pakistán, donde el caso de la valiente niña Malala ha
levantado una ola antiradical y de defensa de la mujer no visto desde tiempos
de la Sra. Bhutto. Este trágico incidente parece haber colmado el vaso de la
población que no ha dudado en lanzarse a la calle, con gran valor debido a la
influencia integrista en el país.
Queda por ver qué ocurrirá
en Siria, pero lo que está claro es que esta segunda ola en los países árabes
si puede ser la de la libertad y la democracia y n o la del dominio radical,
aunque no debemos olvidar que siguen siendo muy fuertes en numerosos países de
la zona y que el resultado de la guerra civil en Siria será una pauta por lo
menos para la zona de Oriente Medio.
En cualquier caso, si parece
alentador que sean los propios
musulmanes quienes se opongan a los que hasta ahora parecían llevar la voz
cantante en el Islam.
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