Se cumplen 60 años del nacimiento del Estado de Israel, consecuencia de la partición de la Palestina bajo mandato británico desde el fin de la P.G.M.. La segunda conflagración había terminado un par de años antes, dejando millones de victimas, causadas tanto porf las acciones bélicas como por el resto de los jinetes del Apocalipsis, aunque, sin duda, nadie había sufrido un genocidio como los judíos europeos, perseguidos y asesinados por el régimen nazi pero con la inhibición, cuando no la complacencia, de otros muchos llevados por un antisemitismo histórico en toda Europa. Solo el horror de lo acaecido en los campos de concentración pareció mover ciertas conciencias y no demasiado, pues el mandatario británico, que ya no había permitido la llegada de judíos a Palestina en 1939 para no enemistarse con las hordas del Islam, siguió siendo reticente a su llegada a partir de 1945, obligando a los emigrantes a realizar actos casi suicidas como los protagonizados por los del barco Exodus, tan conocido por la película del mismo nombre.
En el ínterin y desde los años ’20, los musulmanes habían atacado a los judíos, cometiendo masacres como la de 1929, eso sí, allí donde los hebreos no oponían resistencia ya que donde se resistían solían apalizar a los hijos del Islam. Ante esos ataques, se había creado la Haganah como fuerza defensiva judía, así como otros grupos más minoritarios y de índole más terrorista como el Irgún o el Grupo Stern. Mientras tanto, los palestinos musulmanes, que habían estado oprimidos por sus líderes durante la ocupación otomana, cuando los pobres fellahas trabajaban de sol a sol para sus amos que, mientras tanto, disfrutaban de los placeres en el Estambul de la época cuando no en París o Londres, eran contaminados por las falacias de sus líderes, algunos verdaderos bandidos como El-Kaujki jefe de las fuerzas irregulares musulmanas, cuyas “hazañas” solían ser el asesinato de mujeres y niños y escasos choques contra los judíos armados, o de su máximo líder el Muftí de Jerusalén, aliado de nazis y fascistas durante la S.G.M. pero al que los aliados, por no enemistarse con los árabes, siguieron dejar campar por sus respetos mientras a modo de Ahmadineyah de la época bramaba por el exterminio de los hebreos y la recuperación de las tierras “usurpadas”, olvidando que esas tierras eran verdaderos eriales, que fueron vendidas por sus propietarios, a precios exorbitantes, a los emigrantes judíos y que éstos hicieron prosperar con su trabajo y su tecnología.
Sin embargo y pese a la presión árabe, la Resolución 181 de la ONU dividió a Palestina en dos estados a partir del 14 de mayo de 1948. Dicha resolución, tanto que hablan los musulmanes y sus adláteres del respeto a la ONU, fue aprobada por aplastante mayoría (58%), pese a que todos lo árabes votaron en contra y la rechazaron, declarando la guerra al joven estado el 15 de mayo de 1948, cuando los ejércitos de Egipto, gobernado por el corrupto Faruk, Siria, bajo control de una junta militar de asesinos, la Jordania de Abdullah I, la única que supo pelear pues su ejército, la Legión Árabe, estaba encuadrada y dirigida por oficiales británicos y del Imperio, Líbano, Irak, etc. atacaron al nuevo estado. Pese a que los israelíes eran pocos y mal armados, su valor y habilidad les llevó a derrotar ignominiosamente a los ejércitos árabes mal preparados, peor dirigidos y no muy heroicos. El armisticio de Rodas, en 1949, permitió a Israel ampliar su territorio y no, como se dice estos días, por expulsión de medio millón de palestinos musulmanes, sino porque sus líderes les dijeron que se marcharan pues los ejércitos regulares árabes mas el llamado Ejército de Liberación Árabe iba a barrer todo y que tras la victoria no solo volverían a sus casa, sino que ocuparían las de los israelíes, desde luego mucho mejores que las de los pobres campesinos musulmanes que seguían oprimidos por sus amos absentistas. Lamentablemente para esa masa, la derrota árabe les dejó a merced de la demagogia de los dirigentes egipcios, sirios, jordanos, etc. que nunca les dejaron integrarse en sus sociedades y les mantuvieron y mantienen, en verdaderos guetos para hacer uso político de ellos cuando les interesa y así distraer a su propias masas de la realidad abyecta de vivir bajo regímenes dictatoriales y corruptos, cuando no bajo teócratas de turbante como en Irán.
Pese a las dificultades de crear un estado desde la nada, recibir a miles de judíos traumatizados por el holocausto o que huían de los países árabes, nunca en Israel se renunció a la democracia, convirtiéndose en el único país de todo Oriente Medio que la practicaba y practica. Tampoco renunció al desarrollo convirtiendo en vergel las áridas tierras palestinas que le correspondieron, desarrolló una tecnología que la ha llevado a ser nación puntera en muchos campos, integró a judíos de niveles culturales y sociales distintos, desde los cultos y evolucionados de Europa occidental, a los mas retrasados del este europeo o países árabes hasta los etíopes que tuvieron que huir de los asesinos comunistas del Derg.
Esta nación ejemplar, verdadero foco de occidente y sus libertades y valores en Levante es un estado siempre perseguido y no solo por sus enemigos árabes y musulmanes, sino por una progresía europea y americana que odia los éxitos de Israel como muestra del odio que sienten por sus propios valores. La esquizofrenia de ciertos sectores de la sociedad occidental hace que se alíen a los sátrapas asesinos y terroristas musulmanes en contra del civilizado y valiente Israel. El antisemitismo nunca ha dejado Europa y ahora encuentra su “leiv motiv” en los palestinos, olvidando todo lo anteriormente expuesto. Se aplaude a golfos, ladrones y asesinos corruptos como Arafat, incluso se justifica el terrorismo, aunque éste siempre vaya contra objetivos civiles, se critica que Israel intente defenderse de los ataques terroristas, pero se "comprenden" los ataques con cohetes de Hamás o de la escoria de Hizbullah, que en estos días vemos como se está apoderando de Líbano ante la cobarde y cómplice pasividad de Europa.
España no deja de estar en esa órbita “progre” antisemita y antiisraelí y así debemos recordar los besuqueos de Moratinos con Arafat o el show del pañuelo de Rodríguez, por no hablar de todas esas manifestaciones donde venga o no al caso aparecen las banderas palestinas.Frente a esta estúpida y suicida vorágine, quienes creemos en la libertad y la democracia, en la superioridad de nuestros valores, debemos apoyar a Israel, impidiendo que en algún momento pueda ser destruida por las turbas fanáticas del Islam absolutista. Por ello, en este sesenta aniversario debemos alegrarnos de su existencia y apoyar su heroica defensa de los valores occidentales, ¡viva Israel !.
En el ínterin y desde los años ’20, los musulmanes habían atacado a los judíos, cometiendo masacres como la de 1929, eso sí, allí donde los hebreos no oponían resistencia ya que donde se resistían solían apalizar a los hijos del Islam. Ante esos ataques, se había creado la Haganah como fuerza defensiva judía, así como otros grupos más minoritarios y de índole más terrorista como el Irgún o el Grupo Stern. Mientras tanto, los palestinos musulmanes, que habían estado oprimidos por sus líderes durante la ocupación otomana, cuando los pobres fellahas trabajaban de sol a sol para sus amos que, mientras tanto, disfrutaban de los placeres en el Estambul de la época cuando no en París o Londres, eran contaminados por las falacias de sus líderes, algunos verdaderos bandidos como El-Kaujki jefe de las fuerzas irregulares musulmanas, cuyas “hazañas” solían ser el asesinato de mujeres y niños y escasos choques contra los judíos armados, o de su máximo líder el Muftí de Jerusalén, aliado de nazis y fascistas durante la S.G.M. pero al que los aliados, por no enemistarse con los árabes, siguieron dejar campar por sus respetos mientras a modo de Ahmadineyah de la época bramaba por el exterminio de los hebreos y la recuperación de las tierras “usurpadas”, olvidando que esas tierras eran verdaderos eriales, que fueron vendidas por sus propietarios, a precios exorbitantes, a los emigrantes judíos y que éstos hicieron prosperar con su trabajo y su tecnología.
Sin embargo y pese a la presión árabe, la Resolución 181 de la ONU dividió a Palestina en dos estados a partir del 14 de mayo de 1948. Dicha resolución, tanto que hablan los musulmanes y sus adláteres del respeto a la ONU, fue aprobada por aplastante mayoría (58%), pese a que todos lo árabes votaron en contra y la rechazaron, declarando la guerra al joven estado el 15 de mayo de 1948, cuando los ejércitos de Egipto, gobernado por el corrupto Faruk, Siria, bajo control de una junta militar de asesinos, la Jordania de Abdullah I, la única que supo pelear pues su ejército, la Legión Árabe, estaba encuadrada y dirigida por oficiales británicos y del Imperio, Líbano, Irak, etc. atacaron al nuevo estado. Pese a que los israelíes eran pocos y mal armados, su valor y habilidad les llevó a derrotar ignominiosamente a los ejércitos árabes mal preparados, peor dirigidos y no muy heroicos. El armisticio de Rodas, en 1949, permitió a Israel ampliar su territorio y no, como se dice estos días, por expulsión de medio millón de palestinos musulmanes, sino porque sus líderes les dijeron que se marcharan pues los ejércitos regulares árabes mas el llamado Ejército de Liberación Árabe iba a barrer todo y que tras la victoria no solo volverían a sus casa, sino que ocuparían las de los israelíes, desde luego mucho mejores que las de los pobres campesinos musulmanes que seguían oprimidos por sus amos absentistas. Lamentablemente para esa masa, la derrota árabe les dejó a merced de la demagogia de los dirigentes egipcios, sirios, jordanos, etc. que nunca les dejaron integrarse en sus sociedades y les mantuvieron y mantienen, en verdaderos guetos para hacer uso político de ellos cuando les interesa y así distraer a su propias masas de la realidad abyecta de vivir bajo regímenes dictatoriales y corruptos, cuando no bajo teócratas de turbante como en Irán.
Pese a las dificultades de crear un estado desde la nada, recibir a miles de judíos traumatizados por el holocausto o que huían de los países árabes, nunca en Israel se renunció a la democracia, convirtiéndose en el único país de todo Oriente Medio que la practicaba y practica. Tampoco renunció al desarrollo convirtiendo en vergel las áridas tierras palestinas que le correspondieron, desarrolló una tecnología que la ha llevado a ser nación puntera en muchos campos, integró a judíos de niveles culturales y sociales distintos, desde los cultos y evolucionados de Europa occidental, a los mas retrasados del este europeo o países árabes hasta los etíopes que tuvieron que huir de los asesinos comunistas del Derg.
Esta nación ejemplar, verdadero foco de occidente y sus libertades y valores en Levante es un estado siempre perseguido y no solo por sus enemigos árabes y musulmanes, sino por una progresía europea y americana que odia los éxitos de Israel como muestra del odio que sienten por sus propios valores. La esquizofrenia de ciertos sectores de la sociedad occidental hace que se alíen a los sátrapas asesinos y terroristas musulmanes en contra del civilizado y valiente Israel. El antisemitismo nunca ha dejado Europa y ahora encuentra su “leiv motiv” en los palestinos, olvidando todo lo anteriormente expuesto. Se aplaude a golfos, ladrones y asesinos corruptos como Arafat, incluso se justifica el terrorismo, aunque éste siempre vaya contra objetivos civiles, se critica que Israel intente defenderse de los ataques terroristas, pero se "comprenden" los ataques con cohetes de Hamás o de la escoria de Hizbullah, que en estos días vemos como se está apoderando de Líbano ante la cobarde y cómplice pasividad de Europa.
España no deja de estar en esa órbita “progre” antisemita y antiisraelí y así debemos recordar los besuqueos de Moratinos con Arafat o el show del pañuelo de Rodríguez, por no hablar de todas esas manifestaciones donde venga o no al caso aparecen las banderas palestinas.Frente a esta estúpida y suicida vorágine, quienes creemos en la libertad y la democracia, en la superioridad de nuestros valores, debemos apoyar a Israel, impidiendo que en algún momento pueda ser destruida por las turbas fanáticas del Islam absolutista. Por ello, en este sesenta aniversario debemos alegrarnos de su existencia y apoyar su heroica defensa de los valores occidentales, ¡viva Israel !.
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