Hoy, día 7 de octubre es el aniversario de la “más alta ocasión que vieron los siglos” según Cervantes: la batalla de Lepanto. Es verdad que desde 1571 han pasado muchos siglos, pero aquel hecho histórico merecía, por lo menos, aparecer en las efemérides de los medios de comunicación. Si nos recuerdan el 70 aniversario de la evacuación de niños españoles a la URSS o el décimo aniversario del Teatro Real de Madrid, e incluso algunos la ocupación japonesa de las Aleutianas en 1942, uno de los hechos mas importantes de nuestra historia y de la cristiandad no debería olvidarse. Si ello ocurre es de suponer que será por aquello de no ofender a los musulmanes en aras de la Alianza de Civilizaciones o, simplemente, porque esos hechos, donde la iglesia y la religión tuvieron un papel esencial, mejor no divulgarlos en época de laicismo radical.
No voy a comentar la batalla que es más que conocida, por lo menos por quienes no hemos sufrido la LOGSE y otras similares, quisiera centrarme en algunos aspectos que son perfectamente equiparables a nuestra época. En aquellos años y, sobre todo, desde la caída de Constantinopla en 1453, el Islam a través del Imperio otomano, se lanzó a la conquista de Europa. Ya en 1529 nuestro Carlos V debió frenar la ofensiva a las puertas de Viena y Felipe II heredó el enfrentamiento, enfrentamiento ideológico-religioso, pero donde ciertas potencias europeas ( Francia, Venecia ) no dudaban en pactar con aquel enemigo que ya subyugaba Europa oriental y seguía avanzando. A mediados del siglo XVI la confrontación se había trasladado al Mediterráneo y así, los intentos de nuestros monarcas por mantener el control del Mediterráneo occidental y evitar los ataques piratas, llevaron a campañas en Túnez, Trípoli, defensa de Malta, etc. Cuando Selim II ataca Chipre, posesión veneciana, el temor a la expansión musulmana y el deseo de Pío V de una nueva cruzada le llevan a tratar de conseguir una alianza de potencias cristianas. Pero solo el papado, España y Venecia, ésta por intereses económicos, llevaron a cabo la campaña que culminó con el triunfo en Lepanto, victoria que no pudo ser aprovechada porque la alianza se disolvió por el egoísmo veneciano y quedó en poco menos que una victoria testimonial. El verdadero retroceso otomano no se produciría hasta la derrota en el segundo ataque a Viena en 1683.
Los enfrentamientos de la época lepantina tienen ciertas similitudes con la nuestra. El enemigo es el mismo: el Islam, mas allá de los matices de los políticamente correctos que quieren distinguir entre islamismo e Islam, la realidad es que el Islam es una religión que se impone como modelo sociopolítico y sea en el siglo XVI, sea en el XXI, su objetivo es “convertir” a los infieles y, sino, dominarlos. El discurso es muy similar entre los conquistadores de aquellos tiempos y el de los líderes islámicos de hoy día y no solo de Bin Laden.
También hoy, como entonces, los intereses económicos hacen que países occidentales, entonces Venecia, Francia o Inglaterra, no dudaran en pactar con el enemigo. Hoy día se repite la historia: Francia y sus intereses en el Irak de Saddam y el Irán de Admadineyah, el Reino Unido, refugio de terroristas, no en vano Londres es conocido como Londonistán pese a los últimos atentados, no dudan en seguir negociando con países terroristas. La desunión producida tras Lepanto, llevó a tener que seguir luchando contra el Imperio otomano hasta la Primera Guerra Mundial y permitiendo que amplias zonas de Europa central y los Balcanes estuviesen ocupados por los musulmanes hasta dicha guerra y que, sobre todo en el sureste europeo, una parte importante de la población se islamizara.
La nueva desunión de occidente por la guerra de Irak y la desbandada que empieza a vislumbrase en el caso de Afganistán, así como la debilidad ante Irán pueden llevarnos a tener que defendernos otra vez a las puertas de Viena. No deberíamos olvidar las lecciones de la historia y frenar al Islam en sus propios territorios, que occidente no va a ocupar, antes de que los defensores de ese califato mundial, con España en su seno, como han recogido en la reciente reunión de Yakarta, nos obliguen a luchar con ellos en nuestras calles. Los defensores del buenismo y la Alianza de Civilizaciones deberían recordar que con el Islam no hay posibles alianza, sino firmeza para demostrarle que no estamos dispuestos a ceder en la defensa de los valores que han hecho grande y libre al hombre, única forma de evitar la expansión del totalitarismo musulmán.
No voy a comentar la batalla que es más que conocida, por lo menos por quienes no hemos sufrido la LOGSE y otras similares, quisiera centrarme en algunos aspectos que son perfectamente equiparables a nuestra época. En aquellos años y, sobre todo, desde la caída de Constantinopla en 1453, el Islam a través del Imperio otomano, se lanzó a la conquista de Europa. Ya en 1529 nuestro Carlos V debió frenar la ofensiva a las puertas de Viena y Felipe II heredó el enfrentamiento, enfrentamiento ideológico-religioso, pero donde ciertas potencias europeas ( Francia, Venecia ) no dudaban en pactar con aquel enemigo que ya subyugaba Europa oriental y seguía avanzando. A mediados del siglo XVI la confrontación se había trasladado al Mediterráneo y así, los intentos de nuestros monarcas por mantener el control del Mediterráneo occidental y evitar los ataques piratas, llevaron a campañas en Túnez, Trípoli, defensa de Malta, etc. Cuando Selim II ataca Chipre, posesión veneciana, el temor a la expansión musulmana y el deseo de Pío V de una nueva cruzada le llevan a tratar de conseguir una alianza de potencias cristianas. Pero solo el papado, España y Venecia, ésta por intereses económicos, llevaron a cabo la campaña que culminó con el triunfo en Lepanto, victoria que no pudo ser aprovechada porque la alianza se disolvió por el egoísmo veneciano y quedó en poco menos que una victoria testimonial. El verdadero retroceso otomano no se produciría hasta la derrota en el segundo ataque a Viena en 1683.
Los enfrentamientos de la época lepantina tienen ciertas similitudes con la nuestra. El enemigo es el mismo: el Islam, mas allá de los matices de los políticamente correctos que quieren distinguir entre islamismo e Islam, la realidad es que el Islam es una religión que se impone como modelo sociopolítico y sea en el siglo XVI, sea en el XXI, su objetivo es “convertir” a los infieles y, sino, dominarlos. El discurso es muy similar entre los conquistadores de aquellos tiempos y el de los líderes islámicos de hoy día y no solo de Bin Laden.
También hoy, como entonces, los intereses económicos hacen que países occidentales, entonces Venecia, Francia o Inglaterra, no dudaran en pactar con el enemigo. Hoy día se repite la historia: Francia y sus intereses en el Irak de Saddam y el Irán de Admadineyah, el Reino Unido, refugio de terroristas, no en vano Londres es conocido como Londonistán pese a los últimos atentados, no dudan en seguir negociando con países terroristas. La desunión producida tras Lepanto, llevó a tener que seguir luchando contra el Imperio otomano hasta la Primera Guerra Mundial y permitiendo que amplias zonas de Europa central y los Balcanes estuviesen ocupados por los musulmanes hasta dicha guerra y que, sobre todo en el sureste europeo, una parte importante de la población se islamizara.
La nueva desunión de occidente por la guerra de Irak y la desbandada que empieza a vislumbrase en el caso de Afganistán, así como la debilidad ante Irán pueden llevarnos a tener que defendernos otra vez a las puertas de Viena. No deberíamos olvidar las lecciones de la historia y frenar al Islam en sus propios territorios, que occidente no va a ocupar, antes de que los defensores de ese califato mundial, con España en su seno, como han recogido en la reciente reunión de Yakarta, nos obliguen a luchar con ellos en nuestras calles. Los defensores del buenismo y la Alianza de Civilizaciones deberían recordar que con el Islam no hay posibles alianza, sino firmeza para demostrarle que no estamos dispuestos a ceder en la defensa de los valores que han hecho grande y libre al hombre, única forma de evitar la expansión del totalitarismo musulmán.
2 comentarios:
Está bien que algunos nos recordéis fechas tan importantes para la historia de España y en este caso concreto de la humanidad.
Saludos
Es una vergüenza que la mayor hazaña bélica de la Armada Española, no tenga actos conmemorativos, yo estuve en Londres en el aniversario de Trafalgar y os aseguro que era muy distinto, ¡¡cuánto tenemos que aprender!!si no nos valoramos nosotros, porque lo van a hacer otros
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