jueves, junio 28, 2007

Unas fechas lamentables

En estos días se está celebrando en Madrid el día europeo del orgullo gay. Nunca Madrid pudo caer mas baja y los gays estar tan altos. A este evento se ha unido, con natural entusiasmo, el alcalde de Madrid, que demuestra dicho apoyo con una lluvia de dinero de todos los contribuyentes y corre con todos los gastos inherentes a la cabalgata.
Nunca he comprendido muy bien eso del “orgullo gay”, no se porque un gay se siente orgulloso de su orientación sexual, cuando según ellos es lo normal. Que yo sepa los heterosexuales no hacemos un orgullo de nuestra adscripción sexual. Tampoco entiendo que deba celebrarse un día al respecto, cabalgata incluida, pues no recuerdo que exista un día del orgullo heterosexual o del orgullo de ser ganso, por poner un ejemplo.
Pero lo que ya me asquea es como se celebra el susodicho día y la cabalgata “estelar”, porque en los diversos eventos que se suceden en el torno no se suele observar ningún tipo de reivindicación respecto a las carencias que ellos consideran que todavía tienen, mas bien es un rosario de insultos y provocaciones, a cual mas repugnante y soez, contra aquellos que no piensan en gay. Esencialmente, los ataques van contra la Religión y la Iglesia, curiosamente contra la católica, pues no suele verse crítica alguna a los musulmanes, religión que guarda excelentes tratamientos contra la homosexualidad, cortándola de raíz junto a la vida del interfecto en cuestión. Sin embrago, el ataque es brutal contra los cristianos y, sobre todo los católicos, que no suelen practicar esas actuaciones y, mas bien, respetan y toleran, aunque no compartan, a los manfloritas de turno.
Pienso que ocurriría si de pronto se celebrará un día del orgullo machista y allí se viesen escenas de acoso a los homosexuales o lesbianas, seguro que los berridos de indignación llegaban hasta la estratosfera y, lo mas probable, es que se prohibiesen “a priori” dichas manifestaciones bajo la acusación de homofobia, odia sexual, etc..Sin embargo, los mariconazos y lesbianas pueden atacar, insultar e intentar degradar todo aquello que muchos respetamos como nuestros valores: religión, familia, sana sexualidad. Pero no contentos con esos ataques, pretenden imponer su modelo como el válido y, además, que nadie pueda replicarles, so capa de ser acusados de homófobos.
Estas actuaciones, permitidas, en muchos casos, por las autoridades bajo la excusa de la tolerancia, están produciendo la reacción contraria. Incluso quienes, en aquellos tiempos en que los homosexuales eran vejados y motivo de befa, les defendíamos entendiendo su derecho a la opción sexual que considerasen oportuna, desde su libertad individual, aunque estuviésemos en contra de la homosexualidad, vemos con asco que ahora ellos intentan imponer su minoritario modelo, su estilo y sus costumbres. Ello está generando una reacción de rechazo total y llevando a la confrontación contra ese modelo, en defensa de los valores de la familia, la religión y todo aquello que quienes no comulgamos con sus planteamientos, queremos defender.
Ignoro si todos los homosexuales están de acuerdo con el sesgo de estos eventos, pero, la verdad es, que apenas se oyen voces contrarias y, eso significa que el que calla otorga, por lo que deben comprender que una gran parte de la sociedad, en vez de ponerse de su parte en defensa de aquellas demandas justas, se sienta cada vez mas soliviantada ante las demostraciones de odio a los valores de la mayoría y eso acaba teniendo un precio, porque la inmensa mayoría de la sociedad no está dispuesta a que el modelo gay sea el imperante y el que se quiera plantear como el justo y legítimo y no va a permitir que los valores eternos sean pisoteados por esa chusma que se complace en atacar lo mas querido, a la vez que se regodea en actitudes de los mas repugnantes y ello durante una manifestación pública.

1 comentario:

Ricardo dijo...

Veo que tus obsesiones te persiguen en cada post. Reléjate un poco, pásate por la "pride parade", relájate y disfruta de lo contracultural (que no soez; soez es la pederastia de los curas y el encubrimiento de la jerarquía).