La aceptación por el Parlamento europeo del debate sobre el llamado Plan de Paz del gobierno es, probablemente, una de las noticias más inquietantes de los últimos tiempos, tanto para España como para Europa. Esa decisión tiene diversas vertientes, implicaciones y consecuencias sobre las que, brevemente, quiero reflexionar.
Desde el punto de vista español se está cumpliendo uno de los viejos anhelos de ETA: internacionalizar “el conflicto”, convertirlo en un debate sobre el enfrentamiento entre un país oprimido, Euzkadi, y la nación opresora. Ese argumento, lógico desde la óptica de los terroristas y sus aliados, eleva el tema a una confrontación entre naciones soberanas, rompiendo el esquema, real, de un enfrentamiento del estado de derecho con una banda de asesinos. Ningún gobierno español había aceptado nunca ese debate, que no solo afecta al País Vasco sino que puede ser aprovechado por los separatistas de cualquier región española para plantear un esquema similar, pues el mensaje es claro al respecto.
La responsabilidad de este paso la tiene, esencialmente, el gobierno de Rodríguez Zapatero, pero en verdad es un problema que no se atajó en la Transición y que los diversos gobiernos no han abordado en su raíz, que no es el terrorismo, sino la implantación del nacionalismo como la ideología dominante y dominadora, habiendo asumido todos los partidos y la sociedad ese hecho. El primer error fue permitir un Título VIII de la Constitución donde se daba satisfacción a las demandas nacionalistas del momento. El segundo asumir los postulados nacionalistas como los propios del País Vasco empezando por el hecho insólito de que la bandera del PNV sea la de la comunidad autónoma y terminando por dar los resortes de control social (educación, economía, seguridad, etc. ) a los nacionalistas. Cesión tras cesión se ha ido generando un caldo de cultivo que ha dividido a la sociedad vasca en dos mitades cada vez mas irreconciliables y dado a los nacionalistas los argumentos para fijar el debate como un enfrentamiento entre naciones.
Las consecuencias son imprevisibles, pero creo, a la luz de otras experiencias, que la primera será la independencia del País Vasco a no muy largo plazo, la posible instauración de un régimen radical y, quizás, una guerra civil en ese territorio, si Navarra entra en el “acuerdo” la situación será claramente de enfrentamiento. La independencia del País Vasco dará alas a otros separatistas con la consiguiente desestabilización de toda España y quizás la yugoslavización de la misma. Tal vez alguien piense que esté panorama es muy exagerado, pero una simple reflexión sobre lo ocurrido en Yugoslavia y nuestra idiosincrasia, recordemos la primera república, hace que el panorama no sea muy esperanzador.
Pero si a nivel español el resultado puede ser catastrófico, Europa no saldría mejor parada. Debemos olvidarnos de esa ingenuidad de que la UE no permitiría la desmembración de un país miembro, pues la UE no tiene capacidad para nada y así lo ha demostrado en los Balcanes, Checoeslovaquia, etc. Es mas, creo que algún país estaría encantado de que España quedase debilitada para convertirla en una colonia en la práctica e influir sobre los nuevos estados catalán y/o vasco. El problema es que el separatismo es contagioso y el rebrote nacionalista llegaría a Bélgica, ya madura, zonas de Italia, Francia, etc. destapándose una caja de los truenos sin precedentes desde la Primera Guerra Mundial, ¿política ficción?, creo que no, mas bien muy factible. Ello sin olvidar, que un estado vasco de corte socialista-marxista sería de lo mas desestabilizador.
Desgraciadamente estas hipótesis, aunque solo sean eso, deberían ser tenidas en cuanto por los aprendices de brujo que nos gobiernan, pero también por esta sociedad apática y hedonista que, aunque solo fuese por defender su actual status de bonanza material debería oponerse a estos dislates, pero no creo que ello ocurra y el resultado puede no estar tan lejos.
Desde el punto de vista español se está cumpliendo uno de los viejos anhelos de ETA: internacionalizar “el conflicto”, convertirlo en un debate sobre el enfrentamiento entre un país oprimido, Euzkadi, y la nación opresora. Ese argumento, lógico desde la óptica de los terroristas y sus aliados, eleva el tema a una confrontación entre naciones soberanas, rompiendo el esquema, real, de un enfrentamiento del estado de derecho con una banda de asesinos. Ningún gobierno español había aceptado nunca ese debate, que no solo afecta al País Vasco sino que puede ser aprovechado por los separatistas de cualquier región española para plantear un esquema similar, pues el mensaje es claro al respecto.
La responsabilidad de este paso la tiene, esencialmente, el gobierno de Rodríguez Zapatero, pero en verdad es un problema que no se atajó en la Transición y que los diversos gobiernos no han abordado en su raíz, que no es el terrorismo, sino la implantación del nacionalismo como la ideología dominante y dominadora, habiendo asumido todos los partidos y la sociedad ese hecho. El primer error fue permitir un Título VIII de la Constitución donde se daba satisfacción a las demandas nacionalistas del momento. El segundo asumir los postulados nacionalistas como los propios del País Vasco empezando por el hecho insólito de que la bandera del PNV sea la de la comunidad autónoma y terminando por dar los resortes de control social (educación, economía, seguridad, etc. ) a los nacionalistas. Cesión tras cesión se ha ido generando un caldo de cultivo que ha dividido a la sociedad vasca en dos mitades cada vez mas irreconciliables y dado a los nacionalistas los argumentos para fijar el debate como un enfrentamiento entre naciones.
Las consecuencias son imprevisibles, pero creo, a la luz de otras experiencias, que la primera será la independencia del País Vasco a no muy largo plazo, la posible instauración de un régimen radical y, quizás, una guerra civil en ese territorio, si Navarra entra en el “acuerdo” la situación será claramente de enfrentamiento. La independencia del País Vasco dará alas a otros separatistas con la consiguiente desestabilización de toda España y quizás la yugoslavización de la misma. Tal vez alguien piense que esté panorama es muy exagerado, pero una simple reflexión sobre lo ocurrido en Yugoslavia y nuestra idiosincrasia, recordemos la primera república, hace que el panorama no sea muy esperanzador.
Pero si a nivel español el resultado puede ser catastrófico, Europa no saldría mejor parada. Debemos olvidarnos de esa ingenuidad de que la UE no permitiría la desmembración de un país miembro, pues la UE no tiene capacidad para nada y así lo ha demostrado en los Balcanes, Checoeslovaquia, etc. Es mas, creo que algún país estaría encantado de que España quedase debilitada para convertirla en una colonia en la práctica e influir sobre los nuevos estados catalán y/o vasco. El problema es que el separatismo es contagioso y el rebrote nacionalista llegaría a Bélgica, ya madura, zonas de Italia, Francia, etc. destapándose una caja de los truenos sin precedentes desde la Primera Guerra Mundial, ¿política ficción?, creo que no, mas bien muy factible. Ello sin olvidar, que un estado vasco de corte socialista-marxista sería de lo mas desestabilizador.
Desgraciadamente estas hipótesis, aunque solo sean eso, deberían ser tenidas en cuanto por los aprendices de brujo que nos gobiernan, pero también por esta sociedad apática y hedonista que, aunque solo fuese por defender su actual status de bonanza material debería oponerse a estos dislates, pero no creo que ello ocurra y el resultado puede no estar tan lejos.
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