Habitualmente no solemos en estos blogs hablar de Política Internacional salvo si tiene que ver con España o, en los últimos años, con el islamismo. Sin embargo creo que es necesario tener una cierta visión sobre lo que ocurre en otras zonas del planeta, pues lo que allí sucede también nos afecta, en mayor o menor medida, por causa de la globalización. Este comentario viene a cuenta por dos noticias: la llegada a la jefatura del gobierno nipón del primer político nacido tras la Segunda Guerra Mundial y el golpe de estado en Tailandia. Si en Europa dimos por finiquitada la misma tras la caída del muro de Berlín en 1989 no ha ocurrido así en Asia donde la polémica por la actuación de Japón durante la misma subsiste y, en ocasiones, muy radicalmente, sobre todo en Corea y China.
Con la derrota japonesa, el General Mc Arthur con muy buen criterio, aunque muy criticado entonces, decidió mantener la figura del emperador como símbolo de la unidad y devenir histórico de la nación japonesa. Junto a ello impuso una democratización económica, social y política que culminó con la Constitución de 1947 donde, entre otras cosas, se eliminaba el ejército. Aquella Constitución contribuyó al desarrollo y modernización del país aunque viejas costumbres no se eliminaron del todo y subyacen, a veces muy claramente. Si bien se acabó con los conglomerados económicos, los Zaibatsu, no tardaron en surgir potentes empresa, si la casta dirigente militar fue eliminada del poder fue sustituida por una casta político-económica-funcionarial que ha gobernando la nación desde el fin de la guerra a través del instrumento político que es el Partido Demócrata Liberal. En los últimos tiempos el Primer Ministro Koizumi, un político atípico, se propuso romper viejos tabúes sobre todo burocráticos lo que casi dio lugar a una escisión del PLD, pero consiguió imponer su criterio con un programa de liberalizaciones sobre todo del sistema postal japonés foco de burocratización y corruptelas. En política exterior también rompió con los viejos principios pacifistas y envió tropas a Irak como símbolo de que Japón debía ser política y militarmente una potencia como lo era en lo económico. El nuevo premier Shinzo Abe parte sin el lastre del pasado bélico por su edad, 52 años, le permite afrontar el futuro sin la carga de la generación de la guerra y con la visión de un Japón políticamente influyente, para lo que está decidido a derogar la Constitución del 47 que limitaba muchos aspectos de la actuación exterior de Japón.
¿Cómo se verá en Asia esta nueva actitud?, a mi juicio de dos maneras contradictorias: con recelo pero también con cierta satisfacción, con recelo por el pasado belicista e imperialista de Japón, cuyas heridas perduran como ya antes comenté, pero también con satisfacción pues las inversiones japonesas son un rubro importantes en la mayoría de los países asiáticos y, además, porque puede ser un contrapeso al expansionismo chino. Estos últimos están realizando una política que preocupa a las naciones del Sudeste Asiático, muchas de las cuales tienen en su seno minorías chinas muy activas y, siempre, conectadas a la patria. El problema no es nuevo, recordemos que en 1965 hubo una masacre de chinos en Indonesia so capa de su pertenencia al Partido Comunista, lo que en muchos casos era cierto , el cual iba a dar un golpe de estado, pero también se les eliminó por su influencia económica. También hay tensiones en Malasia que vienen desde la Segunda Guerra cuando los chinos formaron guerrillas contra los japoneses ante la complacencia pronipona de los malayos, confrontación que continuó a partir de 1948 en la lucha entre el PC malayo, especialmente compuesto por chinos y las fuerzas de seguridad británicas y malayas, aquí también influyó el aspecto económico además del político dando lugar al tercer estado chino: Singapur. También enfrentamientos y tensiones en Vietnam, Filipinas o Tailandia. Ejemplo de estas tensiones ha sido el último golpe militar en Tailandia que si es verdad que se ha producido por el intento del Primer Ministro de acaparar todo el poder político, incluso confrontando subrepticiamente al rey, no menos cierto que tiene que ver con su ascendencia china y la importancia que daba, en sus negocios y actuaciones políticas a las relaciones con dicho país, lo que ha inquietado a las élites siamesas poco dispuestas al incremento de la influencia china en su país.
Asia es un continente en proceso de cambio, tanto político como social o económico y la actuación de sus principales actores China, Japón e India va a ser decisiva en el devenir de los equilibrios mundiales. Problemas como Taiwán, Corea o la crisis indopaquistaní unidas al fuerte desarrollo de esos países se cambiarán, muy probablemente, la faz del mundo, cambio que, de una manera u otra afectará a España, por tanto creo que es necesario que sigamos atentos la evolución de los acontecimientos en dicha zona, aunque solo sea como observadores interesados, ya que, lamentablemente, nuestra política exterior no tiene ningún peso en ese continente.
Con la derrota japonesa, el General Mc Arthur con muy buen criterio, aunque muy criticado entonces, decidió mantener la figura del emperador como símbolo de la unidad y devenir histórico de la nación japonesa. Junto a ello impuso una democratización económica, social y política que culminó con la Constitución de 1947 donde, entre otras cosas, se eliminaba el ejército. Aquella Constitución contribuyó al desarrollo y modernización del país aunque viejas costumbres no se eliminaron del todo y subyacen, a veces muy claramente. Si bien se acabó con los conglomerados económicos, los Zaibatsu, no tardaron en surgir potentes empresa, si la casta dirigente militar fue eliminada del poder fue sustituida por una casta político-económica-funcionarial que ha gobernando la nación desde el fin de la guerra a través del instrumento político que es el Partido Demócrata Liberal. En los últimos tiempos el Primer Ministro Koizumi, un político atípico, se propuso romper viejos tabúes sobre todo burocráticos lo que casi dio lugar a una escisión del PLD, pero consiguió imponer su criterio con un programa de liberalizaciones sobre todo del sistema postal japonés foco de burocratización y corruptelas. En política exterior también rompió con los viejos principios pacifistas y envió tropas a Irak como símbolo de que Japón debía ser política y militarmente una potencia como lo era en lo económico. El nuevo premier Shinzo Abe parte sin el lastre del pasado bélico por su edad, 52 años, le permite afrontar el futuro sin la carga de la generación de la guerra y con la visión de un Japón políticamente influyente, para lo que está decidido a derogar la Constitución del 47 que limitaba muchos aspectos de la actuación exterior de Japón.
¿Cómo se verá en Asia esta nueva actitud?, a mi juicio de dos maneras contradictorias: con recelo pero también con cierta satisfacción, con recelo por el pasado belicista e imperialista de Japón, cuyas heridas perduran como ya antes comenté, pero también con satisfacción pues las inversiones japonesas son un rubro importantes en la mayoría de los países asiáticos y, además, porque puede ser un contrapeso al expansionismo chino. Estos últimos están realizando una política que preocupa a las naciones del Sudeste Asiático, muchas de las cuales tienen en su seno minorías chinas muy activas y, siempre, conectadas a la patria. El problema no es nuevo, recordemos que en 1965 hubo una masacre de chinos en Indonesia so capa de su pertenencia al Partido Comunista, lo que en muchos casos era cierto , el cual iba a dar un golpe de estado, pero también se les eliminó por su influencia económica. También hay tensiones en Malasia que vienen desde la Segunda Guerra cuando los chinos formaron guerrillas contra los japoneses ante la complacencia pronipona de los malayos, confrontación que continuó a partir de 1948 en la lucha entre el PC malayo, especialmente compuesto por chinos y las fuerzas de seguridad británicas y malayas, aquí también influyó el aspecto económico además del político dando lugar al tercer estado chino: Singapur. También enfrentamientos y tensiones en Vietnam, Filipinas o Tailandia. Ejemplo de estas tensiones ha sido el último golpe militar en Tailandia que si es verdad que se ha producido por el intento del Primer Ministro de acaparar todo el poder político, incluso confrontando subrepticiamente al rey, no menos cierto que tiene que ver con su ascendencia china y la importancia que daba, en sus negocios y actuaciones políticas a las relaciones con dicho país, lo que ha inquietado a las élites siamesas poco dispuestas al incremento de la influencia china en su país.
Asia es un continente en proceso de cambio, tanto político como social o económico y la actuación de sus principales actores China, Japón e India va a ser decisiva en el devenir de los equilibrios mundiales. Problemas como Taiwán, Corea o la crisis indopaquistaní unidas al fuerte desarrollo de esos países se cambiarán, muy probablemente, la faz del mundo, cambio que, de una manera u otra afectará a España, por tanto creo que es necesario que sigamos atentos la evolución de los acontecimientos en dicha zona, aunque solo sea como observadores interesados, ya que, lamentablemente, nuestra política exterior no tiene ningún peso en ese continente.
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