A veces la comunidad internacional sufre ataques de verdadera neurastenia y coge como chivo expiatorio a un país para machacarlo en defensa de “nobles” principios, esencialmente democráticos.
Desde que existe la ONU hemos visto verdaderas actuaciones de una hipocresía espectacular, siempre en aras de una supuesta defensa democrática. Curiosamente suelen ser las más brutales dictaduras las que surgen como abanderadas de esos temas.
Con la proliferación de organizaciones tales como la OEA, ASEAN, etc. asistimos a ejemplos de esa falacia donde los asesinos se erigen en defensores de los derechos humanos con la aquiescencia cobarde del resto de las naciones.
Ya en 1946 asistimos a la primera de estas actitudes cuando la ONU decretó el bloqueo de la España de Franco, con la excusa de que se trataba de una dictadura fascista. Lo curioso del caso es que quién propuganaba dicha acción era la URSS de Stalin a través de Polonia, país que acababa de caer bajo la égida comunista en unas elecciones mas fraudulentas que cualquiera de los referenda de la época de Franco. Y los países occidentales apoyaron la misma, sin mover una ceja ante la eclosión comunista con su secuela de crímenes en Europa oriental y pese a las advertencias de Churchill en el famoso discurso de Fulton.
En muchas otras ocasiones sucedieron hechos similares, como el ataque al Congo de Tshombe cuyo delito era haber acabado con los asesinos antropófagos lumumbistas, seguidores de Patrice Lumumba, héroe de la progresía que propugnaba la eliminación de los blancos y de los negros que no eran de su ideología marxista caníbal y que daba sus mítines con el dorso desnudo pero con cuello duro y corbata, ¡vaya fenómeno!. La alternativa a Tshombe fue aquel cleptócrata asesino llamado Mobutu muy apoyado tanto por occidente como por el este. Claro que peor hubiese sido que alcanzase el poder algún líder de los simbas como Gizenza.
También vergonzoso fue el bloqueo, con la excusa del apartheid, a la Rodesia de Ian Smith, bloqueo propugnado por algunas de las naciones africanas mas genocidas como la Etiopía del criminal Mengistu o la Uganda de Idi Amin, cuando aquella Rodesia era un país sin hambre, exportador de alimentos, con una incipiente clase media negra, es decir, con un futuro positivo, pero que entregada, por occidente, al tirano marxista Mugabe ha dado como resultado el Zimbabwe actual.
Desde que existe la ONU hemos visto verdaderas actuaciones de una hipocresía espectacular, siempre en aras de una supuesta defensa democrática. Curiosamente suelen ser las más brutales dictaduras las que surgen como abanderadas de esos temas.
Con la proliferación de organizaciones tales como la OEA, ASEAN, etc. asistimos a ejemplos de esa falacia donde los asesinos se erigen en defensores de los derechos humanos con la aquiescencia cobarde del resto de las naciones.
Ya en 1946 asistimos a la primera de estas actitudes cuando la ONU decretó el bloqueo de la España de Franco, con la excusa de que se trataba de una dictadura fascista. Lo curioso del caso es que quién propuganaba dicha acción era la URSS de Stalin a través de Polonia, país que acababa de caer bajo la égida comunista en unas elecciones mas fraudulentas que cualquiera de los referenda de la época de Franco. Y los países occidentales apoyaron la misma, sin mover una ceja ante la eclosión comunista con su secuela de crímenes en Europa oriental y pese a las advertencias de Churchill en el famoso discurso de Fulton.
En muchas otras ocasiones sucedieron hechos similares, como el ataque al Congo de Tshombe cuyo delito era haber acabado con los asesinos antropófagos lumumbistas, seguidores de Patrice Lumumba, héroe de la progresía que propugnaba la eliminación de los blancos y de los negros que no eran de su ideología marxista caníbal y que daba sus mítines con el dorso desnudo pero con cuello duro y corbata, ¡vaya fenómeno!. La alternativa a Tshombe fue aquel cleptócrata asesino llamado Mobutu muy apoyado tanto por occidente como por el este. Claro que peor hubiese sido que alcanzase el poder algún líder de los simbas como Gizenza.
También vergonzoso fue el bloqueo, con la excusa del apartheid, a la Rodesia de Ian Smith, bloqueo propugnado por algunas de las naciones africanas mas genocidas como la Etiopía del criminal Mengistu o la Uganda de Idi Amin, cuando aquella Rodesia era un país sin hambre, exportador de alimentos, con una incipiente clase media negra, es decir, con un futuro positivo, pero que entregada, por occidente, al tirano marxista Mugabe ha dado como resultado el Zimbabwe actual.
Podría poner más ejemplos, pero bastará con mencionar el actual de Honduras, donde un Presidente quiere saltarse la Constitución y el Parlamento y la judicatura se lo impiden. Es cierto que las formas de su destitución no fueron las correctas, pero la realidad es que Zelaya quería imponer el modelo chavista en su país, por lo que es lógico que obtenga sus mayores apoyos de los totalitarios como el mismo Cháves y sus fieles escuderos Correa, Morales y el gran demócrata y defensor de los derechos humanos Fidel Castro.
Lo absurdo es que se adhieran a esos apoyos la UE y EE.UU., algunos países con gran entusiasmo, como la España rodrigueril que demuestra su apoyo sin fisuras a regímenes totalitarios como Venezuela o Cuba y, sin embargo, desaprueba las defensa de la Constitución de los estamentos hondureños.
También resulta repugnante que mientras USA y las UE mantienen una actitud cobarde ante los crímenes de los regímenes iraní o chino, se ceben con Honduras en aras de una falsa democracia representada por un Zelaya chavista. Si el expresidente hondureño, o los dirigentes venezolano, ecuatoriano, boliviano o cubano son los epítomes de la democracia, libertad y defensas de los derechos humanos, mal rumbo lleva la comunidad internacional y poco entusiasmados estarán todos aquellos que en esos países y en otras dictaduras luchan por la verdadera democracia y libertad, confiando que esa bastarda y falsa comunidad les apoye en su objetivo.
Lo absurdo es que se adhieran a esos apoyos la UE y EE.UU., algunos países con gran entusiasmo, como la España rodrigueril que demuestra su apoyo sin fisuras a regímenes totalitarios como Venezuela o Cuba y, sin embargo, desaprueba las defensa de la Constitución de los estamentos hondureños.
También resulta repugnante que mientras USA y las UE mantienen una actitud cobarde ante los crímenes de los regímenes iraní o chino, se ceben con Honduras en aras de una falsa democracia representada por un Zelaya chavista. Si el expresidente hondureño, o los dirigentes venezolano, ecuatoriano, boliviano o cubano son los epítomes de la democracia, libertad y defensas de los derechos humanos, mal rumbo lleva la comunidad internacional y poco entusiasmados estarán todos aquellos que en esos países y en otras dictaduras luchan por la verdadera democracia y libertad, confiando que esa bastarda y falsa comunidad les apoye en su objetivo.
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