Los resultados de las elecciones en el país africano proclaman una holgada mayoría del ANC con más del 66% de los votos emitidos yuna participación que ronda el 80%. La victoria del Congreso Nacional Africano se consolida en 8 de las 9 provincias, solo en El Cabo triunfaba, con cerca del 60 % de los votos, la oposición del D.A. En cuanto a la escisión, C.O.P.E., del ANC rondaba el 8% y el Partido Inkhata, zulú, se derrumbaba hasta menos del 3%.
Los resultados son casi un plebiscito para el candidato Jacob Zuma, pues si es cierto que los resultados están por debajo de los conseguidos en los anteriores comicios, la crisis del ANC, con la salida de los partidarios del antiguo Ministro de Defensa y su constitución en partido político en oposición al Congreso, los escándalos del propio Zuma al que, casualmente, se le han sobreseído las imputaciones de corrupción hace apenas dos semanas y la mala situación socio-económica, no parecen pasarle una factura excesivamente cara.
Y, ciertamente, se la podían haber pasado, incluso deberían, pues desde la llegada al poder del partido allá por mediados de los ’90, los aparatchik del ANC no se han bajado del carro del poder, mientras los escándalos y corruptelas aumentaban sin parar involucrando a destacados dirigentes como Mbeki o el propio Zuma.
La personalidad del candidato y de facto Presidente, es cuando menos, de temer. Nacido en KwaZulu-Natal, en 1942 se unión muy joven al ANC (1959) y a su rama armada (1962). Radical de corte comunista, ideología que sustenta en su ideario el partido, polígamo, tiene cuatro esposas y 19 hijos de 7 mujeres, es famoso por sus devaneos sexuales con prostitutas y su declaración de que “el sida se evitaba dándose una ducha después de mantener relaciones sexuales”. Hombre sin formación académica, populista, considera adecuado el tomar medidas al estilo de Zimbabue: confiscación de las tierras de los blancos y su entrega a los campesinos negros, mas bien a sus fieles como hizo Mugabe en su país.
La llegada de Zuma al poder se produce en un momento en que la economía sudafricana está en recesión tras años de mala gestión y corrupción máxima. En realidad, en el país conviven dos economías, una de corte moderno, basada en la explotación de materias primas, sobre todo diamantes y oro, así como el de una agricultura muy fuerte, sostenida en la minoría blanca boer dueña de las haciendas y viñedos. Junto a ella, una masa de gente de color, sin formación, sin medios, que siguen habitando en las villas miserables como Soweto y similares.
Una de las causas de esa situación, fue la errónea política del ANC en los años finales del apartheid cuando prohibió, incluso mediante la violencia, que los niños y jóvenes negros fuesen a la escuela, lo que contribuyó a crear una generación de analfabetos.. Esa gente no tiene acceso a los empleos mas cualificados y se ven obligados a una economía de subsistencia, mantenida con una política de subsidios, utilizados como arma de control por el poder y escasos incentivos a la formación y al trabajo.
Pese a ello, el país ha crecido a ritmos del 7-8% hasta que la crisis ha derrumbado ese crecimiento hasta, prácticamente, cero. Pero las desigualdades conllevan que ese ritmo hasta ahora existente no haya alcanzado a grandes segmentos de la población, con una tasa de paro de cerca del 40% real. A ello se une la marcha acelerada de profesionales blancos hacia Australia y Canadá esencialmente, que no pueden ser sustituidos por sudafricanos negros ya que no están cualificados.
A esa situación económica, se une una degradación social en aumento. Más de 5 millones de sudafricanos tienen sida y ya hemos visto lo que opina su próximo Presidente. A ello se une un incremento de la criminalidad generada por la propia crisis económica y las tensiones intertribales. Por si fuese poco, la hecatombe de Zimbabue ha conllevado la huida de centenares de miles de personas hacia Sudáfrica, que se unen a los que ya, desde antaño, provenían de países como Mozambique. En la situación de crisis, ha estallado un problema de xenofobia contra los extranjeros que ya han costado victimas en duros enfrentamientos entre sudafricanos y emigrantes.
El panorama que afronta Jacob Zuma es de una gran complejidad y no parece una persona cualificada para afrontarlo, corriéndose el peligro, ya inherente a su propio pensamiento, de que genere una política populista, demagógica y neocomunista como su colega Mugabe, que puede tener las mismas consecuencias, con la diferencia de que un caos semejante en Sudáfrica desestabilizaría todo el sur del continente, si queda algo por desestabilizar, teniendo en cuenta que se trata de la gran potencia de la zona y que aporta casi el 80% de la riqueza regional.
Los próximos meses serán decisivos para el futuro de esa bella nación y también de una parte considerable de África, pues si la República Sudafricana se convierte en otro estado fallido, las consecuencias y no solo para el continente negro, podrían ser devastadoras.
Los resultados son casi un plebiscito para el candidato Jacob Zuma, pues si es cierto que los resultados están por debajo de los conseguidos en los anteriores comicios, la crisis del ANC, con la salida de los partidarios del antiguo Ministro de Defensa y su constitución en partido político en oposición al Congreso, los escándalos del propio Zuma al que, casualmente, se le han sobreseído las imputaciones de corrupción hace apenas dos semanas y la mala situación socio-económica, no parecen pasarle una factura excesivamente cara.
Y, ciertamente, se la podían haber pasado, incluso deberían, pues desde la llegada al poder del partido allá por mediados de los ’90, los aparatchik del ANC no se han bajado del carro del poder, mientras los escándalos y corruptelas aumentaban sin parar involucrando a destacados dirigentes como Mbeki o el propio Zuma.
La personalidad del candidato y de facto Presidente, es cuando menos, de temer. Nacido en KwaZulu-Natal, en 1942 se unión muy joven al ANC (1959) y a su rama armada (1962). Radical de corte comunista, ideología que sustenta en su ideario el partido, polígamo, tiene cuatro esposas y 19 hijos de 7 mujeres, es famoso por sus devaneos sexuales con prostitutas y su declaración de que “el sida se evitaba dándose una ducha después de mantener relaciones sexuales”. Hombre sin formación académica, populista, considera adecuado el tomar medidas al estilo de Zimbabue: confiscación de las tierras de los blancos y su entrega a los campesinos negros, mas bien a sus fieles como hizo Mugabe en su país.
La llegada de Zuma al poder se produce en un momento en que la economía sudafricana está en recesión tras años de mala gestión y corrupción máxima. En realidad, en el país conviven dos economías, una de corte moderno, basada en la explotación de materias primas, sobre todo diamantes y oro, así como el de una agricultura muy fuerte, sostenida en la minoría blanca boer dueña de las haciendas y viñedos. Junto a ella, una masa de gente de color, sin formación, sin medios, que siguen habitando en las villas miserables como Soweto y similares.
Una de las causas de esa situación, fue la errónea política del ANC en los años finales del apartheid cuando prohibió, incluso mediante la violencia, que los niños y jóvenes negros fuesen a la escuela, lo que contribuyó a crear una generación de analfabetos.. Esa gente no tiene acceso a los empleos mas cualificados y se ven obligados a una economía de subsistencia, mantenida con una política de subsidios, utilizados como arma de control por el poder y escasos incentivos a la formación y al trabajo.
Pese a ello, el país ha crecido a ritmos del 7-8% hasta que la crisis ha derrumbado ese crecimiento hasta, prácticamente, cero. Pero las desigualdades conllevan que ese ritmo hasta ahora existente no haya alcanzado a grandes segmentos de la población, con una tasa de paro de cerca del 40% real. A ello se une la marcha acelerada de profesionales blancos hacia Australia y Canadá esencialmente, que no pueden ser sustituidos por sudafricanos negros ya que no están cualificados.
A esa situación económica, se une una degradación social en aumento. Más de 5 millones de sudafricanos tienen sida y ya hemos visto lo que opina su próximo Presidente. A ello se une un incremento de la criminalidad generada por la propia crisis económica y las tensiones intertribales. Por si fuese poco, la hecatombe de Zimbabue ha conllevado la huida de centenares de miles de personas hacia Sudáfrica, que se unen a los que ya, desde antaño, provenían de países como Mozambique. En la situación de crisis, ha estallado un problema de xenofobia contra los extranjeros que ya han costado victimas en duros enfrentamientos entre sudafricanos y emigrantes.
El panorama que afronta Jacob Zuma es de una gran complejidad y no parece una persona cualificada para afrontarlo, corriéndose el peligro, ya inherente a su propio pensamiento, de que genere una política populista, demagógica y neocomunista como su colega Mugabe, que puede tener las mismas consecuencias, con la diferencia de que un caos semejante en Sudáfrica desestabilizaría todo el sur del continente, si queda algo por desestabilizar, teniendo en cuenta que se trata de la gran potencia de la zona y que aporta casi el 80% de la riqueza regional.
Los próximos meses serán decisivos para el futuro de esa bella nación y también de una parte considerable de África, pues si la República Sudafricana se convierte en otro estado fallido, las consecuencias y no solo para el continente negro, podrían ser devastadoras.
1 comentario:
Espero que tu documentado "post" no atine acerca del indudable caos apocalíptico que se cierne sobre la república que una vez presidió el admirado Mandela, ya que, entonces, nos podría recordar más bien esa sociedad deshumanizada, maquinal, insensible en la que el pobre Mikael K tuvo que sufrir sus peripecias (John Maxwell Coetzee dixit).
Un abrazo
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