lunes, abril 06, 2009

El problema no son las personas








Está en las políticas. Los previsibles cambios que el Presidente Rodríguez pueda introducir en su gobierno solo pueden significar una operación cosmética. La desaparición de personajes abúlicos como Solbes o histriónicos como la Sra. Álvarez, pueden dignificar algo un gabinete silente y ausente, pero a los ciudadanos no les aportará beneficio alguno si el máximo dirigente no cambia sus políticas económicas y sociales.
Los gabinetes no suelen ser, como deberían, una asociación de personas que plasman sus ideas y, por mayoría acuerdan determinadas actuaciones. Simplemente son los portavoces de sus carteras, cuyas políticas marca el Presidente y un pequeño grupo de personas que forman su círculo próximo. España tiene, de facto, un régimen presidencialista y no parlamentario, debido, sobre todo, a nuestro modelo electoral que convierte a los diputados en “listadependientes” sin posible criterio ya que dependen del líder para ir en un buen puesto, de salida, en la lista bloqueada y cerrada. Esa “irresponsabilidad” ante el electorado, convierte a la inmensa mayoría de los diputados en simples mamporreros del dirigente y, por ende, a los ministros en algo similar.
Si por alguna extraña razón, algún diputado o ministro saca los pies del tiesto, rápidamente queda defenestrado para que no haga sombra al preboste, a la vez que se lanza un mensaje a la bancada propia, tal como dijo el ínclito Guerra:”el que se mueve no sale en la foto” y, ¡amén!.
Por tanto, es irrelevante quién ocupe las carteras de turno, el interés es nulo, aunque periodísticamente se le quiera dar cierto relumbrón, posiblemente para intentar vender algún periódico más en plena crisis que tanto está afectando a los mismos.
¿Alguien puede concebir que Dª Elena Salgado establezca una política económica distinta?, ¿ o que el Sr. León pueda zafarse de estupideces como la Alianza de Civilizaciones?. Como mucho, podemos asistir a un estilo distinto de comportamiento, tal vez mejor o tal vez peor, pero los planteamientos los siguen marcando Rodríguez, Blanco, Rubalcaba y algún otro. Así que mientras sigamos gastando millones en cúpulas, en ayudas a nuestros enemigos, como Marruecos, en mantener una disparatada política social que significa migajas para hoy y hambruna para mañana, en mantener dádivas a grupos y organizaciones parasitarias o a instituciones inservibles, a no realizar verdaderas reformas estructurales, la situación socioeconómica de España no puede mejorar por muchas caras que cambien en el gabinete, caras y nombres que, probablemente, olvidemos en pocos días como ocurre con la mayoría del actual gobierno, porque la cara que debe cambiar es la de quién nos desgobierna desde la sonrisa insulsa y el talante bobalicón, desde el absurdo “obanismo” y la economía ni siquiera aprendida en dos tardes, desde la idea del concepto de nación discutible y desde la Alianza con dictadores y tiranos. Mientras Rodríguez no se vaya, da igual quién aparezca a su lado en la foto del Consejo de Ministros, como si no aparece nadie.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En gran medida de acuerdo, Carlos, te matizo, sin embargo, que, con los cambios nominales oportunos, el análisis sobre "fontaneros" asesores, listadependientes, sobre la dictadura, en suma, de las nomenklaturas partidarias, puede perfectamente aplicarse a todos los gobiernos anteriores del insigne ex-estadista "Anzar". Saludos cordiales.

Carlos Juan dijo...

Los aparato son iguales en todos los partidos, la diferencia está en la gestión y creo que los datos no dejan lugar a dudas, guste o no guste Aznar.
Un abrazo