lunes, marzo 02, 2009

No hay vuelco



Las elecciones celebradas en el País Vasco han sido celebradas por muchos analistas como un cambio de tendencia, al sumar el llamado bloque constitucionalista 38 escaños frente a los 37 del bloque nacionalista.
Sinceramente, creo que tal cambio está todavía muy lejos de producirse, pues la suma de PSOE-PP y UPD significa 49,38% de los votos, lo que indica que los nacionalistas suman el 50,62% a lo que habría que unir los 100.000 votos nulos, la mayoría de los cuales se han producido siguiendo las directrices de ETA. Por tanto, de vuelco nada o muy poco. Los deseos de que el gobierno en el País Vasco cambie no debe ocultarnos la realidad de que la sociedad está, prácticamente, dividida en dos, situación que lleva produciéndose hace años.
Es posible ese cambio, pero tampoco conviene olvidar que estamos clamando que en todas las elecciones nos e desvirtúe la voluntad popular y gobierne el partido mas votado y ese sigue siendo, sin lugar a dudas, el PNV y por bastante. ¡Por supuesto que me gustaría que se expulsase a los nacionalistas del poder!, tal vez así se podría empezar a realizar una política distinta en esa querida tierra, pero entonces renunciemos a solicitar que gobierne aquel a quién mas votan los ciudadanos.
Otro escollo importante es el que representa el propio PSOE tanto nacional como vasco, pues conviene recordar que no hace tanto Patxi López y otros socialistas se reunieron para negociar con HB y que el propio Presidente Rodríguez alabó a Otegui como “hombre de paz”. Tampoco debemos olvidar que desde los tiempos de Oreja - Redondo, con la defenestración posterior de ambos, las relaciones entre las fuerzas españolistas en el País Vasco han sido muy malas, como atestiguan tantos y tantos encontronazos y roces acaecidos desde entonces.
No creo que se produzca un gobierno constitucionalista, porque no son el Sr. López o el Sr. Eriguren muy proclives a ello, despiden, al igual que los socialistas catalanes, un “aroma” pronacionalista mas proclive a pactos con el PNV que con el PP, por lo que la reedición de aquel gobierno PNV-PSOE de los ’80 es, a mi modo de ver, mas factible que con el PP, aunque, evidentemente, existen otras fórmulas. Por todo ello, y otras razones que por la premura del comentario me dejo en el tintero, creo que estamos lejos de un verdadero cambio en el País Vasco.
Respecto a Galicia, el triunfo del PP es rotundo e inapelable, sorprendente si nos atenemos a las encuestas de hace un mes, pero que se produce en la lógica del desastre que ha sido el gobierno socialista-separatista durante es tos cuatro años. Sin embargo, vuelco como tal no se ha producido. Si vemos el número de votos obtenidos por el PP, son inferiores en unos mil a los obtenidos por Fraga hace 4 años, por lo que el PP no ha conseguido ampliar su base electoral. Su victoria es producto de la pérdida de votos del bipartito, pérdida que aun siendo importante, unos 100.000 votos entre ambos, parece muy reducida si tenemos en cuenta los acontecimientos nacionales y regionales que se viene produciendo: crisis económica nacional, que afecta muy duramente a Galicia y sobre todo a feudos de la izquierda como Vigo, escándalos tanto de Touriño como de Quintana, caos administrativo, radicalización lingüística, etc., en definitiva solo han perdido un escaño cada uno, lo que demuestra que en Galicia los votos son bastante estables.
De ambas elecciones se pueden sacar algunas consecuencias: que pese a la crisis, corrupciones, caos administrativo y otras incidencias, la victoria o la derrota de una opción depende de un puñado de votos, lo que ya se ha observado en elecciones anteriores; que la sociedad española, políticamente es muy estable y, por tanto, conformista. En otros países si estuviesen en la situación en que aquí estamos tanto a nivel nacional como regional, en Galicia se habría producido un derrumbe del PSOE y sin embargo…., un escaño menos.
Otra conclusión, referente al País Vasco, es lo ya apuntado antes, el bloque nacionalista, incluyendo etarras, sigue siendo muy fuerte y no tiene visos de irse desmoronando, por lo menos en un futuro cercano, lo que dificulta enormemente la posibilidad de normalizar la situación en aquella región, cuya situación es incomprensible en la Europa occidental del siglo XXI, como expresaron los parlamentarios belgas que visitaron la zona hace unos días y se quedaron horrorizados por la falta de libertad de los no nacionalistas. Y eso opinan políticos de un país donde el nacionalismo es muy fuerte, pero donde defienden sus posiciones con planteamientos democráticos y no con pistolas.
En conclusión y desde mi óptica, estas elecciones no han significado ni un vuelco antinacionalista ni un descalabro para el Presidente y su partido, aunque sí, para ambos, un toque de atención de lo que puede suceder en el futuro y que iremos viendo a partir de las elecciones europeas que próximamente se van a celebrar.

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