El próximo mes de marzo se
cumplen 40 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la
República Popular de China y España. Hasta aquel momento nuestro país había reconocida
a la República de China (Taiwan), pero a raíz de la entrada de China
continental en la ONU y en su Consejo de
Seguridad, así como el establecimiento de relaciones USA-República Popular, la
ficción de Taiwán como representante de China era insostenible y enun acto de realpolitik, el gobierno de Franco
reconoció al régimen comunista olvidando los lazos que, sobre todo ideológicos,
le unían a los nacionalistas.
Aprovechando la efemérides,
parece buena ocasión para recordar a personajes españoles que tuvieron
influencia en las relaciones con China, que no han sido demasiados, pese a que
los primeros contactos, indirectos, se remontan a la Edad Media.
El primero al que quiero
referirme es el embajador de España en el Imperio chino durante la rebelión
bóxer: Bernardo de Cólogan y Cólogan.
La importancia de nuestro personaje viene dada debido, por un lado, al ser el
decano del cuerpo diplomático en el Pekín de 1900 y, por otro, gracias a sus
buenas relaciones con la tortuosa emperatriz, lo que le permitía entrar en la
Ciudad Prohibida imperial cosa negada a embajadores de países poderosos ya
fuesen Francia, Reino Unido o EE.UU., hizo de él el personaje clave en el Tratado de Xinchou o “Protocolo bóxer”,
de septiembre de 1901, que redactó el mismo, mediante el cual China reconocía
su “culpabilidad” en la rebelión bóxer y admitía pagar compensaciones y nuevos
acuerdos a las potencias.
En aquella época España ya
era una potencia muy de segunda fila, pues habíamos perdido el resto de las colonias,
incluyendo Filipinas y Guam, puntos de donde se comerciaba con China y se
mantenían las relaciones, no solo directas sino a través de la gran comunidad
que habitaba en las islas. Pero el cargo y la personalidad del embajador Cólogan
le hizo convertirse en el personaje clave en las negociaciones que pusieron
punto final al enfrentamiento entre China y las potencias.
Bernardo de Cólogan y
Cólogan nación en La Orotava, Tenerife, hijo de los marqueses de Candía.
Estudió en Oxford y a los 18 años empezó su carrera en el Cuerpo Diplomático,
en la legación de Atenas, pasando posteriormente a Pekín, primera vez,
Constantinopla y Caracas. Secretario 1º en México, luego Ministro residente,
pasando en 1894 a Pekín, nuevamente, ya como Ministro extraordinario y Plenipotenciario.
Durante esa etapa es cuando se produjo su actuación , por lo que fue
condecorado por la mayoría de los países europeos.
Tras su estancia en China
estuvo en Tánger y Nueva York, pero fue en México, donde fue embajador de 1907
a 1914, donde se vio envuelto en las guerras civiles jugando, junto a l
embajador de EEUU, un papel destacado en
la caída de Madero y el golpe de Victoriano Huerta, aunque luego se retractó y
trató de salvar a Madero, pero se vio obligado
a abandonar el país tras el triunfo de la revolución constitucionalista.
Posteriormente sería embajador en Buenos Aires hasta 1915, cuando se jubiló,
muriendo en 1921
Este gran personaje de nuestra
diplomacia es una figura apenas conocida por el gran público, por lo que parecía
interesante rescatarla y recordar su dilatada vida al servicio de España en la política
exterior.