martes, febrero 15, 2011

Grandes ignorados(II): Louis-Ferdinand Céline

El Ministro de Cultura francés, Mitterrand, ha suspendido el homenaje a Céline, en el 50 aniversario de su muerte, por su “fuerte antisemitismo”. Resulta curioso que sea el sobrino del Presidente Mitterrand quién hable de antisemitismo, cuando su tío fue un alto funcionario de la Seguridad del régimen de Vichy y no se le impidió ser Presidente de Francia.

Igual de curioso resulta que la antisemita Francia del caso Dreyfuss, esa Francia antisemita del mencionado régimen de la S.G.M., ese hexágono que sigue siendo antisemita, aunque ahora se disfrace de antiisraelismo por “la política hebrea contra los palestinos”, olvidando que esos palestinos son brutalmente antisemitas y que durante la S.G.M. apoyaron a los nazis, entre otros el muftí de Jerusalén, tío, ¡ay los tíos!, del nefasto Arafat, héroe de esos palestinos. Pues bien, esa Francia donde, con unos 500.000 judíos se asaltan mas sinagogas y profanan cementerios de los mismos que de los cristianos, que no son poco asaltados y, por supuesto, muchísimos mas asaltos que a mezquitas o cementerios musulmanes, le niega a Céline, uno de los grandes escritores franceses y europeos, el homenaje “por antisemita”…..

Ciertamente, el escritor lo era, como muchos europeos de la época y actuales. Escribió tres panfletos asquerosos: Bagatelles por un massacre, L´École des cadavres y Les beaux drapeaus, por su antisemitismo, pero resulta mas dudoso que fuera un colaboracionista, entre otras cosa porque, pese a cierta adhesión al nazismo, éste nunca se fió de él, le llegó a encarcelar y persiguieron, no es broma, hasta a su perro.

Céline, que en realidad se llamaba Louis Ferdinand Auguste Destouches, nació en Courbevoie en 1894 y murió en París en 1961. El apodo Céline lo adoptó de su abuelo materno, Céline Guillou. Aunque no era de una familia especialmente rica, estudió en Francia e Inglaterra. Héroe de guerra de la P.G.M., resultó herido en Yprés y, por esa acción a la que se presentó voluntario y coronó con éxito, recibió la medalla militar. Médico y viajero, sirvió en las colonias francesas e inglesas de África. No me extenderé mas sobre su biografía personal, pues se encuentra en cualquier diccionario o libro de literatura medianamente serio. Solo comentar que tras Proust, es el autor francés del siglo XX mas popular y mas traducido.

Este autor, al que se le niega el reconocimiento de su patria, es esencialmente conocido por Viaje al fin de la noche que, evidentemente, es su gran obra. Como otros combatiente de la P.G.M., tras el entusiasmo inicial de una guerra que todos anhelaban, no hay mas que leer las crónicas de la época, el contacto con la brutal y sórdida realidad de las trincheras hizo que su rechazo a los dirigentes económicos, sociales y políticos fuera radical. Ocurrió con jóvenes escritores de toda la Europa combatiente que iniciaron un rechazo y una ruptura general con el pasado, que les haría abanderados de radicalismos fascistas o comunistas. Por supuesto no solo escritores, ciudadanos comunes y corrientes, soldados de alto y bajo rango, baste recordar a Hitler como arquetipo de ese rechazo, luego plasmado en el nazismo.

Pero los escritores fueron quienes divulgaron el rechazo y el odio por lo ocurrido, gente como Sasson, Owen en Inglaterra, o el propio Céline en Francia. Este último, con su experiencia de la guerra y del colonialismo anglo-francés, se radicaliza hacia un nihilismo, del que su obra rebosa. Se ha dicho que era un “diletante”, creo que todo lo contrario, no era un esteta de la escritura, mas bien su prosa, brillante incluso en los panfletos, es incendiaria, es como si te dispararan palabras, su vocabulario es, en numerosas ocasiones, grosero, hasta algo soez. Si lees Viaje al fin de la noche en soledad, al terminar sientes como un escalofrío de angustia y cierto pánico. Su radicalidad, su explicación de un mundo ciertamente desagradable, no te deja indiferente, te arrebata a favor o en contra, pero te obliga a tomar partido.

No es solo esa obra la que marca a Céline, otras como Norte o de un Castillo a otro, donde relata su exilio en Alemania y Dinamarca, reflejan la personalidad del autor, al que un Ministro, un gobierno, una clase intelectual y, en definitiva, una país decadente le niega el homenaje que su literatura merece, con un a excusa que si se aplicase a todo el mundo, ya sea el antisemitismo, el fascismo o el comunismo, nos dejaría sin escritores a quién leer. Si Francia no le homenajea, yo lo hago aunque discrepe radicalmente de sus planteamientos.

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