jueves, octubre 14, 2010

Socialistas apesadumbrados

La celebración de la Fiesta Nacional nos ha traído una serie de escenas y pronunciamientos que, de no ser por la importancia de la efemérides y el momento político, sería para carcajearse durante una larga temporada.

La primera imagen es la de un público totalmente alejado de las autoridades y que, por esa lejanía, no podía seguir los eventos, sin que, como en otras ocasiones, hubiese unas pantallas que lo permitiesen. Por tanto, esa desconexión fue la que impidió que la mayoría de los actos, como la ofrenda a los caídos o el izado de la bandera, no se pudiesen seguir.

La segunda, a tenor de las entrevistas de algunas cadenas de radio y televisión, era el cabreo generalizado contra el Presidente Rodríguez a la vez que un desapego, cada día más patente, hacia el monarca.

La tercera, ésta sonora y coincidente con la anterior, es la masiva y sostenida pitada y los gritos contra Rodríguez que se mantuvieron durante todo el acto. Se ha criticado que siguiesen durante el izado de la bandera y la ofrenda a los caídos, pero la realidad, es que, por lo antes apuntado, la mayoría del público no pudo enterarse de cuando se realizaba cada uno de los actos.

Pero si las imágenes han sido interesantes, mas “amenas” fueron las intervenciones de la flor y nata del rodriguerismo. La consigna era que los abucheos, denuestos y pitos habían sido protagonizados por una minoría organizada de la extrema derecha. De ser así, ya pueden temblar los prebostes socialistas, pues esa “extrema derecha” era muy, pero que muy mayoritaria y, además, curiosa: no llevaban banderas con el escudo anterior, que no anticonstitucional; no levantaban el brazo; no llevaba en pelo al rape; eran de todas las edades, incluyendo familias enteras y tampoco calzaban atuendos paramilitares, ¡vaya extremistas!.

La realidad es que una gran parte de los españoles estamos hasta allí de este gobierno y el partido que lo sostiene y los dirigentes deberían preguntarse, aunque ya lo saben, el porqué de ese rechazo, en vez de acusar a fantasmas inexistentes.

No menos curioso resulta el repentino “amor” a las FF.AA., a los caídos y a la Fiesta Nacional de separatistas como la Sra. Chacón, aquella que se declaraba catalanista, pacifista y apoyaba, con su camisetita y todo, al ya fallecido Rubianes, el de la “puta España”, o de especimenes como Rodríguez, aquel de que la Nación española es un concepto “discutido y discutible”. Ahora se abrazan a la bandera con todas sus fuerzas y llaman, ¡otra vez!, antipatriotas a quienes les pitaban en esa fecha.

Pero olvidan que sus socios de gobierno en Cataluña y quienes les salvan los presupuestos, es decir el PNV, queman banderas españolas, fotos del rey o, como E.R.C., declaran que el 12 de octubre es el recuerdo de un genocidio y ante eso callan convenientemente.

También olvidan, sobre todo Rubalcaba, los ataques físicos, amén de insultos, a miembros del PP o el cerco a sus sedes en la jornada de reflexión de las elecciones de 2004, propiciadas por él con la connivencia de Prisa que ahora se rasga las vestiduras ante los abucheos al Presidente.

Otro que debería reflexionar, sobre sus palabras, es el rey, pues bien sabe que los abucheos no iban ni a la bandera ni a los caídos y cada vez resulta mas curioso ese entusiasmo “socialista” del monarca, ya iniciado en tiempos de González y muy elocuente con el actual residente en La Moncloa y sus adláteres, como demostró ese día dedicando una gran “ternura” hacia la “señorita Trini”. El monarca, si tantas ganas tiene de opinar, que lo haga también sobre temas como el paro, los aliados de Rodríguez, los problemas sociales o la ética de este gobierno, pues sobre eso y otros asuntos que indignan a la ciudadanía, podría hablar sin parar.

En definitiva, una Fiesta que la mayoría de los españoles hemos celebrado con sentimientos encontrados: orgullosos de la misma y, a su vez, hartos de tener que celebrarla bajo este gobierno incompetente, inútil, cobarde y antiespañol por mucho que, como tantos golfos, ahora se arrope “entusiasticamente” con los pliegues de nuestra bandera a la que solo ensucian.

Finalizo con una pequeña digresión para expresar mi alegría por el rescate de los 33 mineros chilenos y mi admiración hacia ese magnífico país que ha dado una lección de fuerza, voluntad y capacidad para salvar a esos trabajadores encerrados a casi 800 metros de profundidad. La nación andina ha dado un ejemplo que quedará en los anales de la historia, en el apartado de lo mejor del ser humano y de su capacidad, ¡enhorabuena a los rescatados, sus familias y a todos los chilenos!.

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