La actual crisis económica debería poner en el centro del debate el modelo económico que debe regir la misma. Lamentablemente no está siendo así y nos estamos limitando a la inanición o, como mucho, al parcheo de la situación.
Nuestra Constitución, elaborada a imagen de algunas europeas de aquellos años, está dominada por los elementos socializantes que regían entonces en toda Europa occidental desde la S.G.M.. Como ya he comentado en algún otro post, desde finales de la P.G.M. el liberalismo se vio desbordado por los totalitarismos fascistas y comunistas e, incluso, en países de pedigrí democrático como Reino Unido y EE.UU avanzaron las tendencias socializantes que se instauraron en la economía de guerra durante la segunda conflagración mundial. Tras esta y para hacer frente al comunismo, los partidos socialistas y democristianos enarbolaron la bandera de lo social, teorías que solo se irían desmantelando a partir de las “revoluciones” conservadoras-liberales de Reagan y Thatcher.
En esos momentos previos de finales de los ‘70, se produce la Transición española, transición que en lo social y económico estará influida por el viejo pensamiento socializante que imperaba en la derecha y la izquierda, pues no debemos olvidar que muchas de esas normas provienen, aun hoy día, de la época del franquismo. Como en esos aspectos los desacuerdos fueron mínimos se estableció que España era ”un Estado social y democrático de derecho” ( art.1, párrafo 1) y esas tendencias las podemos ver a lo largo de toda la Carta Magna, sobre todo en el Título VII. Así pues, el estado tiene un peso enorme en la economía, regula y desregula y dificulta la actuación de los actores económicos, los cuales se acostumbran al momio de “papá estado”.
Los ’90 cambian el panorama mundial, la globalización se extiende por todo el planeta y Europa se empieza a ver obligada a ir, aunque muy lentamente, cambiando sus parámetros socializantes hacia otros liberales. Las clases medias, verdadero sostén de los países, se empiezan a cansar de tanto obstáculo a la libre empresa, de tanta regulación, de tanto poder omnímodo de grupos semiparasitarios como los funcionarios o de las exigencias de los agricultores que se llevan la parte del león del presupuesto comunitario vía P.A.C.. También en España parece surgir un cierto movimiento en esa línea, aunque mucho mas tenue que en Reino Unido, países nórdicos, sí los famosos países nórdicos del “todo protegido de la cuna a la tumba” que empiezan a darse cuenta de que el modelo socializante está agotado, etc.. Será el gobierno del PP el que, muy prudentemente, trata de imprimir un carácter mas liberal a nuestra economía, pero no es capaz de dar los pasos decisivos en muchas de las reformas estructurales, acogotado por la presión de la oposición y de unos sindicatos, escasamente representativos ero con un gran poder otorgado por la propia Constitución y leyes subsiguientes y, sobre todo, por ese pensamiento socialistoide tantas veces mencionado. La intervención estatal se acentúa con el gobierno izquierdista de Rodríguez, que si bien en la primera de sus legislaturas, aparentemente, apenas toca los aspectos económicos, lo que si hace es empeorar la situación con actuaciones como la intervención en el contencioso con EON, aumento de las subvenciones para temas “sociales”, aumento de la presión fiscal en mas de dos puntos, incapacidad para llevar a cabo reformas estructurales, etc.. A ello se une el no querer darse cuenta de la crisis económica que se nos venía encima sobre todo por que había unas elecciones generales y el gobierno socialista sabía que la estupidez y falta de conocimiento e interés de una parte de la sociedad española de no querer afrontar la realidad le daría la victoria, como así fue. Pero las realidades son las que son y ahora nos encontramos en el inicio de una crisis que no sabemos hasta donde nos llevará, pero que en España es mas grande que en cualquier otro país avanzado: el IPC está en el 4,6% mas de un punto por encima de la media UE, mas de 390.000 parados en el primer trimestre, el mayor déficit exterior “per cápita” del mundo, crecimiento del 0,3% en el primer trimestre y, probablemente, del 0% en el segundo, verdadero riesgo de stagflacion, etc.. Ante esta situación, diversos colectivos han empezado a exigir al gobierno lo de siempre: subvenciones. Así los transportistas, pescadores, etc. quieren que les subvencione el gasóleo, tarifas mínimas, etc. y el gobiernos se encuentra que no puede tirar de chequera, es decir que los demás paguemos a esos colectivos, porque la UE lo prohíbe. Y aquí se inicia un choque entre una sociedad que en su gran mayoría quiere “el gratis todo” o por lo menos sustanciales “ayudas” como si no costase, sin querer darse cuenta que esas ayudas van a costa del resto de los ciudadanos. Pero este país y el gobierno menos, no quiere darse cuenta de que el mundo ha evolucionado y, por ejemplo, ante la crisis energética se niega a reconsiderar la energía nuclear como están haciendo todos los países europeos, incluyendo las “ecologistas” naciones nórdicas. Eso si, compramos energía nuclear a Francia y nos tenemos que traer los residuos de la parte que adquirimos. Como nuestra capacidad de refino está obsoleta, el 50% de las importaciones de gasóleo es refinado, lo que implica 4.500 millones de euros más al año. No queremos que se liberalice el comercio y cuando la Comunidad de Madrid plantea esa liberalización se le echan encima los sindicatos y algunas asociaciones de comerciantes que quieren seguir con horario funcionarial, sin importarles el incremento de actividad comercial que eso conllevaría y, con ello, de beneficios y puestos de trabajo. ¡Por cierto!, que ni a unos ni a otros se le oye decir esta boca es mía ante los horarios de los comercios chinos, ¿por qué será?.
Por último una reflexión sobre la huelga del transporte. Es muy preocupante que en un estado supuestamente democrático se permita que bandas de facinerosos, que en eso se han convertido muchos huelguistas, corten el tráfico, agredan a la gente e impidan el también constitucional derecho al trabajo o a la libre circulación. El gobierno, como siempre, actúa tarde, y mal, por supuesto, no habrá castigo para los transgresores como no lo hubo para los agitadores que derramaron aceite durante la huelga del metro de Madrid, generando lesiones a los ciudadanos, o tampoco lo hubo con quienes destrozan parquímetros, etc.. El mensaje con este gobierno es que la violencia da réditos, lo que no es de extrañar cuando pactan con los asesinos de ETA.
Verdaderamente, la situación de España en este mundo globalizado, es cada vez mas precaria, ni planteamos cuestiones o ideas ni se nos tiene en cuanta en los grandes foros de decisión por mucho que derramemos millones de euros para “ayuda” a países en desarrollo, 500 millones la última donación en la reunión de la FAO, que, en su mayoría, van a las cuentas corrientes de los sátrapas que rigen esos países. La última actuación ha sido el rechazo al aumento voluntario de las horas de trabajo, donde nos hemos aliado con Hungría, Chipre, Bélgica y Grecia, eso parece ser la vuelta al corazón de Europa. Mucho me temo que el futuro de nuestro país no es nada halagüeño debido a la estupidez del gobierno rodrigueril y la inane actuación de una parte sustancial de la sociedad española, que ve como sus generaciones futuras prefieren, en mas de un 60%, ser funcionarios a correr riesgos en los negocios u otras profesiones, lo que demuestra que el elemento socializante y, por ende, parasitario está muy, demasiado, extendido lo que dificulta nuestro desarrollo como nación.
Nuestra Constitución, elaborada a imagen de algunas europeas de aquellos años, está dominada por los elementos socializantes que regían entonces en toda Europa occidental desde la S.G.M.. Como ya he comentado en algún otro post, desde finales de la P.G.M. el liberalismo se vio desbordado por los totalitarismos fascistas y comunistas e, incluso, en países de pedigrí democrático como Reino Unido y EE.UU avanzaron las tendencias socializantes que se instauraron en la economía de guerra durante la segunda conflagración mundial. Tras esta y para hacer frente al comunismo, los partidos socialistas y democristianos enarbolaron la bandera de lo social, teorías que solo se irían desmantelando a partir de las “revoluciones” conservadoras-liberales de Reagan y Thatcher.
En esos momentos previos de finales de los ‘70, se produce la Transición española, transición que en lo social y económico estará influida por el viejo pensamiento socializante que imperaba en la derecha y la izquierda, pues no debemos olvidar que muchas de esas normas provienen, aun hoy día, de la época del franquismo. Como en esos aspectos los desacuerdos fueron mínimos se estableció que España era ”un Estado social y democrático de derecho” ( art.1, párrafo 1) y esas tendencias las podemos ver a lo largo de toda la Carta Magna, sobre todo en el Título VII. Así pues, el estado tiene un peso enorme en la economía, regula y desregula y dificulta la actuación de los actores económicos, los cuales se acostumbran al momio de “papá estado”.
Los ’90 cambian el panorama mundial, la globalización se extiende por todo el planeta y Europa se empieza a ver obligada a ir, aunque muy lentamente, cambiando sus parámetros socializantes hacia otros liberales. Las clases medias, verdadero sostén de los países, se empiezan a cansar de tanto obstáculo a la libre empresa, de tanta regulación, de tanto poder omnímodo de grupos semiparasitarios como los funcionarios o de las exigencias de los agricultores que se llevan la parte del león del presupuesto comunitario vía P.A.C.. También en España parece surgir un cierto movimiento en esa línea, aunque mucho mas tenue que en Reino Unido, países nórdicos, sí los famosos países nórdicos del “todo protegido de la cuna a la tumba” que empiezan a darse cuenta de que el modelo socializante está agotado, etc.. Será el gobierno del PP el que, muy prudentemente, trata de imprimir un carácter mas liberal a nuestra economía, pero no es capaz de dar los pasos decisivos en muchas de las reformas estructurales, acogotado por la presión de la oposición y de unos sindicatos, escasamente representativos ero con un gran poder otorgado por la propia Constitución y leyes subsiguientes y, sobre todo, por ese pensamiento socialistoide tantas veces mencionado. La intervención estatal se acentúa con el gobierno izquierdista de Rodríguez, que si bien en la primera de sus legislaturas, aparentemente, apenas toca los aspectos económicos, lo que si hace es empeorar la situación con actuaciones como la intervención en el contencioso con EON, aumento de las subvenciones para temas “sociales”, aumento de la presión fiscal en mas de dos puntos, incapacidad para llevar a cabo reformas estructurales, etc.. A ello se une el no querer darse cuenta de la crisis económica que se nos venía encima sobre todo por que había unas elecciones generales y el gobierno socialista sabía que la estupidez y falta de conocimiento e interés de una parte de la sociedad española de no querer afrontar la realidad le daría la victoria, como así fue. Pero las realidades son las que son y ahora nos encontramos en el inicio de una crisis que no sabemos hasta donde nos llevará, pero que en España es mas grande que en cualquier otro país avanzado: el IPC está en el 4,6% mas de un punto por encima de la media UE, mas de 390.000 parados en el primer trimestre, el mayor déficit exterior “per cápita” del mundo, crecimiento del 0,3% en el primer trimestre y, probablemente, del 0% en el segundo, verdadero riesgo de stagflacion, etc.. Ante esta situación, diversos colectivos han empezado a exigir al gobierno lo de siempre: subvenciones. Así los transportistas, pescadores, etc. quieren que les subvencione el gasóleo, tarifas mínimas, etc. y el gobiernos se encuentra que no puede tirar de chequera, es decir que los demás paguemos a esos colectivos, porque la UE lo prohíbe. Y aquí se inicia un choque entre una sociedad que en su gran mayoría quiere “el gratis todo” o por lo menos sustanciales “ayudas” como si no costase, sin querer darse cuenta que esas ayudas van a costa del resto de los ciudadanos. Pero este país y el gobierno menos, no quiere darse cuenta de que el mundo ha evolucionado y, por ejemplo, ante la crisis energética se niega a reconsiderar la energía nuclear como están haciendo todos los países europeos, incluyendo las “ecologistas” naciones nórdicas. Eso si, compramos energía nuclear a Francia y nos tenemos que traer los residuos de la parte que adquirimos. Como nuestra capacidad de refino está obsoleta, el 50% de las importaciones de gasóleo es refinado, lo que implica 4.500 millones de euros más al año. No queremos que se liberalice el comercio y cuando la Comunidad de Madrid plantea esa liberalización se le echan encima los sindicatos y algunas asociaciones de comerciantes que quieren seguir con horario funcionarial, sin importarles el incremento de actividad comercial que eso conllevaría y, con ello, de beneficios y puestos de trabajo. ¡Por cierto!, que ni a unos ni a otros se le oye decir esta boca es mía ante los horarios de los comercios chinos, ¿por qué será?.
Por último una reflexión sobre la huelga del transporte. Es muy preocupante que en un estado supuestamente democrático se permita que bandas de facinerosos, que en eso se han convertido muchos huelguistas, corten el tráfico, agredan a la gente e impidan el también constitucional derecho al trabajo o a la libre circulación. El gobierno, como siempre, actúa tarde, y mal, por supuesto, no habrá castigo para los transgresores como no lo hubo para los agitadores que derramaron aceite durante la huelga del metro de Madrid, generando lesiones a los ciudadanos, o tampoco lo hubo con quienes destrozan parquímetros, etc.. El mensaje con este gobierno es que la violencia da réditos, lo que no es de extrañar cuando pactan con los asesinos de ETA.
Verdaderamente, la situación de España en este mundo globalizado, es cada vez mas precaria, ni planteamos cuestiones o ideas ni se nos tiene en cuanta en los grandes foros de decisión por mucho que derramemos millones de euros para “ayuda” a países en desarrollo, 500 millones la última donación en la reunión de la FAO, que, en su mayoría, van a las cuentas corrientes de los sátrapas que rigen esos países. La última actuación ha sido el rechazo al aumento voluntario de las horas de trabajo, donde nos hemos aliado con Hungría, Chipre, Bélgica y Grecia, eso parece ser la vuelta al corazón de Europa. Mucho me temo que el futuro de nuestro país no es nada halagüeño debido a la estupidez del gobierno rodrigueril y la inane actuación de una parte sustancial de la sociedad española, que ve como sus generaciones futuras prefieren, en mas de un 60%, ser funcionarios a correr riesgos en los negocios u otras profesiones, lo que demuestra que el elemento socializante y, por ende, parasitario está muy, demasiado, extendido lo que dificulta nuestro desarrollo como nación.
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