Tras las pasadas elecciones se creó, entre algunos sectores, la idea de que Rodríguez atemperaría su exaltado laicismo y sus ataques contra el catolicismo. Los ingenuos que así pensaban han tardado menos de dos meses en darse cuenta de que el éxito electoral en vez de apaciguar sus odios anticatólicos los ha exacerbado. El primer ataque ha sido a través de las amenazas y chantajes que en los colegios públicos se está realizando contra quienes objetan la asignatura de Educación para la Ciudadanía, no solo con la amenaza de suspender a los alumnos implicados sino incluso con amenazas judiciales a los padres y organizaciones que se oponen a la dictadura educativa de Rodríguez. No contentos, el Fiscal General ha decidido impugnar las sentencias que en Andalucía han dado la razón a los objetores.
La segunda está siendo el ataque a la presencia religiosa en los Hospitales públicos. Para ello han usado de mamporrero a uno de sus medios de comunicación favoritos: la SER, veterana en la manipulación y la falsedad, baste recordar a los famosos “terroristas suicidas”, para acusar a la Comunidad de Madrid de haber firmado un convenio con la Provincia eclesiástica de Madrid para que sacerdotes figuren en los Comités de ética en los hospitales e, incluso, participen en la adopción de los cuidados paliativos. Olvida la SER que esos acuerdos se remontan a 1985 durante el gobierno de Felipe González y que nunca, como bien explicó el Consejero de la Comunidad de Madrid, han participado en las decisiones puramente médicas. Parece lógico que representantes religiosos participen, junto a otros expertos en dichos comités, pues los valores morales y religiosos deben estar presentes allí donde se dilucida sobre la salud de personas concretas. Otro tema será el aspecto puramente médico, sin olvidar que muchos sacerdotes de los que están en esos centros tiene conocimientos en la materia. Desde siempre ha sido la Iglesia la primera en cuidar a los enfermos y heridos, no podemos olvidar como a los enfermos de sida, cuando nadie prácticamente, quería saber nada de ellos, fueron los religiosos quienes les cuidaban. Recordemos que, durante muchos años fueron monjas quienes cuidaban y manejaban la logística hospitalaria y no podemos decir que lo hiciesen mal.
En realidad, lo que persigue este terrorismo laicista es expulsar todo vestigio religioso de los hospitales bajo la excusa de que en lo público no debe haber espacio para la religión. Lo primero que había que preguntarse es que entienden estos rencorosos por público, pues, al parecer, lo entienden como su cortijo donde ellos imponen sus normas, olvidando que en una democracia todos los ciudadanos, si Rodríguez, ciudadanos que no súbditos, tenemos derecho a que se respeten nuestras ideas y creencias. Por causa de mi enfermedad voy cada 15 días al hospital y el hecho de poder entrar en la capilla y orar unos breves momentos, es un bálsamo para mi alma y cuerpo, ¿me va a quitar ese derecho Zerolo o De La Vega?, ¿se creen en posesión de la verdad y su rencor y odio me va a privar de mi capilla y mi sacerdote en el hospital?. No seré yo quién critique el aspecto físico de nadie, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, pero si la cara es el espejo del alma, muy negra debe ser la de la Sra. Vicepresidenta sobre todo viéndola el otro día cuando anunció que la judicatura iba a investigar el tema del acuerdo mencionado.
Creo llegado el momento en que los católicos digamos, como valientemente hicieron las victimas del terrorismo, ¡basta ya! y que nos organicemos para hacer frente a esta ofensiva cutre y rencorosa del laicismo. Está bien orar por nuestros enemigos y hasta poner lastra mejilla, pero no olvidemos que Nuestro Señor Jesucristo expulsó a los mercaderes del Templo por mancillar el lugar. Ha llegado el momento de oponernos a estas actitudes, impedir que los asesinos como Morin o Montes sigan imponiendo su ley en la medicina española, hay que exigir a los profesionales de la educación ,la ética, la medicina, etc. dejen su silencio cobarde y expliquen a la opinión pública no solo la crueldad de las trituradoras destrozaniños, sino los daños psicológicos a las madres, el número de abortistas que se suicidan, que expliquen que guías como la subvencionada por el Ministerio de Sanidad de cómo darse por el c…, usando drogas no solo es soez y digno de una mente enferma, sino los peligros sanitarios que conllevan. ¿Dónde están todos esos profesionales que en privado se llevan las manos a la cabeza y en público callan, ¿puede esta sociedad seguir viviendo sin valores y callar cobardemente?. Tal vez sea así, pero quienes creemos en la fe, en los derechos del no nacido y en los derechos humanos en general, no debemos ni podemos callar y tenemos que luchar contra estos ataques cuyo objetivo es aniquilar los mejores valores del ser humano en aras de un relativismo totalitario que permita al poder imponer sus criterios.
La segunda está siendo el ataque a la presencia religiosa en los Hospitales públicos. Para ello han usado de mamporrero a uno de sus medios de comunicación favoritos: la SER, veterana en la manipulación y la falsedad, baste recordar a los famosos “terroristas suicidas”, para acusar a la Comunidad de Madrid de haber firmado un convenio con la Provincia eclesiástica de Madrid para que sacerdotes figuren en los Comités de ética en los hospitales e, incluso, participen en la adopción de los cuidados paliativos. Olvida la SER que esos acuerdos se remontan a 1985 durante el gobierno de Felipe González y que nunca, como bien explicó el Consejero de la Comunidad de Madrid, han participado en las decisiones puramente médicas. Parece lógico que representantes religiosos participen, junto a otros expertos en dichos comités, pues los valores morales y religiosos deben estar presentes allí donde se dilucida sobre la salud de personas concretas. Otro tema será el aspecto puramente médico, sin olvidar que muchos sacerdotes de los que están en esos centros tiene conocimientos en la materia. Desde siempre ha sido la Iglesia la primera en cuidar a los enfermos y heridos, no podemos olvidar como a los enfermos de sida, cuando nadie prácticamente, quería saber nada de ellos, fueron los religiosos quienes les cuidaban. Recordemos que, durante muchos años fueron monjas quienes cuidaban y manejaban la logística hospitalaria y no podemos decir que lo hiciesen mal.
En realidad, lo que persigue este terrorismo laicista es expulsar todo vestigio religioso de los hospitales bajo la excusa de que en lo público no debe haber espacio para la religión. Lo primero que había que preguntarse es que entienden estos rencorosos por público, pues, al parecer, lo entienden como su cortijo donde ellos imponen sus normas, olvidando que en una democracia todos los ciudadanos, si Rodríguez, ciudadanos que no súbditos, tenemos derecho a que se respeten nuestras ideas y creencias. Por causa de mi enfermedad voy cada 15 días al hospital y el hecho de poder entrar en la capilla y orar unos breves momentos, es un bálsamo para mi alma y cuerpo, ¿me va a quitar ese derecho Zerolo o De La Vega?, ¿se creen en posesión de la verdad y su rencor y odio me va a privar de mi capilla y mi sacerdote en el hospital?. No seré yo quién critique el aspecto físico de nadie, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, pero si la cara es el espejo del alma, muy negra debe ser la de la Sra. Vicepresidenta sobre todo viéndola el otro día cuando anunció que la judicatura iba a investigar el tema del acuerdo mencionado.
Creo llegado el momento en que los católicos digamos, como valientemente hicieron las victimas del terrorismo, ¡basta ya! y que nos organicemos para hacer frente a esta ofensiva cutre y rencorosa del laicismo. Está bien orar por nuestros enemigos y hasta poner lastra mejilla, pero no olvidemos que Nuestro Señor Jesucristo expulsó a los mercaderes del Templo por mancillar el lugar. Ha llegado el momento de oponernos a estas actitudes, impedir que los asesinos como Morin o Montes sigan imponiendo su ley en la medicina española, hay que exigir a los profesionales de la educación ,la ética, la medicina, etc. dejen su silencio cobarde y expliquen a la opinión pública no solo la crueldad de las trituradoras destrozaniños, sino los daños psicológicos a las madres, el número de abortistas que se suicidan, que expliquen que guías como la subvencionada por el Ministerio de Sanidad de cómo darse por el c…, usando drogas no solo es soez y digno de una mente enferma, sino los peligros sanitarios que conllevan. ¿Dónde están todos esos profesionales que en privado se llevan las manos a la cabeza y en público callan, ¿puede esta sociedad seguir viviendo sin valores y callar cobardemente?. Tal vez sea así, pero quienes creemos en la fe, en los derechos del no nacido y en los derechos humanos en general, no debemos ni podemos callar y tenemos que luchar contra estos ataques cuyo objetivo es aniquilar los mejores valores del ser humano en aras de un relativismo totalitario que permita al poder imponer sus criterios.
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