Uno de los falsos mitos de la democracia es que el pueblo, cuando vota, nunca se equivoca lo que, sabemos perfectamente, no es cierto, ya que yerra tanto como en su vida privada. También sabemos que uno de los problemas de la democracia participativa es que muchos votantes ni son libres psicológicamente ni están informados suficientemente, por lo que se trata de un voto inadecuado, pero así es la democracia, que con sus imperfecciones es, como decía Churchill, el menos malo de los sistemas políticos.
Si lo anterior es preocupante para el sistema, mucho mas grave es cuando en un colectivo se puede implantar un ideario basado en mitos, la mayoría de las veces falsos y que un conjunto importante de personas lo asuman sin ni siquiera cuestionar la lógica de esos planteamientos, sino que, con atávicos recuerdos, apoyan ideas que son absurdas además de perjudiciales inclusive para quienes hacen bandera de las mismos.
Lo vemos, claramente, en los idearios nacionalistas tanto de vascos como de catalanes o gallegos, por no hablar de andaluces, basados en mitos ancestrales inexistentes y en patrias que nunca existieron o en héroes que no fueron suyos. Lo vemos en esa nueva corriente que nos quiere hacer creer que la España musulmana fue un verdadero edén mientras la cristiana era una masa de zotes dirigida por nobles facinerosos, etc. Esos absurdos están siendo asumidos por una parte importante de la población que a base de informarse solo por los medios manipulados o, simplemente, sin informarse aceptan esas ideas machacadas una y mil veces por esos mismos medios. La tecnología de la información tiene esa doble cara de dios Jano: por un lado te permite cada vez manejar un mayor volumen de información, si así lo deseas, pero también te permite cada vez ser mas manipulado si no haces el esfuerzo de análisis y crítica, cosa cada vez menos amplia en una sociedad alienada, poco dada al esfuerzo y cuyo objetivo es el hedonismo fácil y el pensamiento débil.
Uno de los aspectos más descorazonadores de estas mentalidades atávicas es el referido al tema del agua. Sorprende que importantes segmentos de población de ciertas comunidades estén entregadas a la “defensa” de los ríos que pasan por dichas zonas como si fuesen de su propiedad. Especialmente me parece absurda y ridícula la postura de los aragoneses y catalanes respecto al Ebro. No voy a entrar en el debate técnico del asunto, pues soy lego en la materia, pero me parece incomprensible que ambas comunidades quieran negar el derecho de otras zonas de España al agua de ese río por ser “suya”. La verdad es que si no recuerdo mal de mis tiempos de bachillerato, el Ebro nace en Fontibre, cerca de Reinosa en Santander y pasa por la misma, ahora Cantabria, Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña, por lo que es de suponer que cántabros, riojanos o navarros podrían decir lo mismo con lo que, teóricamente, aragoneses y catalanes ni lo “olerían”. Igualmente sorprende el entusiasmo de esas regiones por su río cuando, sobre todo en el caso de Aragón, una gran parte de su territorio es un desierto inaprovechable, ¿de que les sirve el agua?. Sin embargo, políticos populistas hacen de esa idea bandera y ganan elecciones, aunque luego la realidad se imponga como está ocurriendo con el problema de la sequía en Cataluña.
Siendo los españoles como somos bastante envidiosos, no es de extrañar que en esos colectivos ronde la idea de “castigar” a quienes han conseguido alcanzar un nivel de desarrollo importante que a ellos les está vedado, no por incapacidad intelectual o esfuerzo individual o colectivo, pero si por entregarse en manos de políticos demagogos e incompetentes. Así vemos como Aragón se está quedando despoblada, pues sus gentes se van a zonas donde esperan tener un mejor futuro, como Cataluña ha perdido fuelle económico y cultural, pero la culpa no se la pueden echar mas que a ellos mismos por creerse los mitos que les plantean sus dirigentes.Creo que ha llegado el momento de que cada individuo reflexione sobre esas ideas, mitos, etc. disgregadores que lo único que hacen es enfrentar a unas regiones con otras y a individuos unos contra otros, generando efectos de vengativa retorsión que perjudican a todos los españoles. Ha llegado el momento de ignorar a esos políticos o dirigentes sociales demagogos y populacheros que usan estos enfrentamientos para no dejar la moqueta ni el coche oficial, en definitiva ha llegado el momento de dejar de ser estúpidos.
Si lo anterior es preocupante para el sistema, mucho mas grave es cuando en un colectivo se puede implantar un ideario basado en mitos, la mayoría de las veces falsos y que un conjunto importante de personas lo asuman sin ni siquiera cuestionar la lógica de esos planteamientos, sino que, con atávicos recuerdos, apoyan ideas que son absurdas además de perjudiciales inclusive para quienes hacen bandera de las mismos.
Lo vemos, claramente, en los idearios nacionalistas tanto de vascos como de catalanes o gallegos, por no hablar de andaluces, basados en mitos ancestrales inexistentes y en patrias que nunca existieron o en héroes que no fueron suyos. Lo vemos en esa nueva corriente que nos quiere hacer creer que la España musulmana fue un verdadero edén mientras la cristiana era una masa de zotes dirigida por nobles facinerosos, etc. Esos absurdos están siendo asumidos por una parte importante de la población que a base de informarse solo por los medios manipulados o, simplemente, sin informarse aceptan esas ideas machacadas una y mil veces por esos mismos medios. La tecnología de la información tiene esa doble cara de dios Jano: por un lado te permite cada vez manejar un mayor volumen de información, si así lo deseas, pero también te permite cada vez ser mas manipulado si no haces el esfuerzo de análisis y crítica, cosa cada vez menos amplia en una sociedad alienada, poco dada al esfuerzo y cuyo objetivo es el hedonismo fácil y el pensamiento débil.
Uno de los aspectos más descorazonadores de estas mentalidades atávicas es el referido al tema del agua. Sorprende que importantes segmentos de población de ciertas comunidades estén entregadas a la “defensa” de los ríos que pasan por dichas zonas como si fuesen de su propiedad. Especialmente me parece absurda y ridícula la postura de los aragoneses y catalanes respecto al Ebro. No voy a entrar en el debate técnico del asunto, pues soy lego en la materia, pero me parece incomprensible que ambas comunidades quieran negar el derecho de otras zonas de España al agua de ese río por ser “suya”. La verdad es que si no recuerdo mal de mis tiempos de bachillerato, el Ebro nace en Fontibre, cerca de Reinosa en Santander y pasa por la misma, ahora Cantabria, Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña, por lo que es de suponer que cántabros, riojanos o navarros podrían decir lo mismo con lo que, teóricamente, aragoneses y catalanes ni lo “olerían”. Igualmente sorprende el entusiasmo de esas regiones por su río cuando, sobre todo en el caso de Aragón, una gran parte de su territorio es un desierto inaprovechable, ¿de que les sirve el agua?. Sin embargo, políticos populistas hacen de esa idea bandera y ganan elecciones, aunque luego la realidad se imponga como está ocurriendo con el problema de la sequía en Cataluña.
Siendo los españoles como somos bastante envidiosos, no es de extrañar que en esos colectivos ronde la idea de “castigar” a quienes han conseguido alcanzar un nivel de desarrollo importante que a ellos les está vedado, no por incapacidad intelectual o esfuerzo individual o colectivo, pero si por entregarse en manos de políticos demagogos e incompetentes. Así vemos como Aragón se está quedando despoblada, pues sus gentes se van a zonas donde esperan tener un mejor futuro, como Cataluña ha perdido fuelle económico y cultural, pero la culpa no se la pueden echar mas que a ellos mismos por creerse los mitos que les plantean sus dirigentes.Creo que ha llegado el momento de que cada individuo reflexione sobre esas ideas, mitos, etc. disgregadores que lo único que hacen es enfrentar a unas regiones con otras y a individuos unos contra otros, generando efectos de vengativa retorsión que perjudican a todos los españoles. Ha llegado el momento de ignorar a esos políticos o dirigentes sociales demagogos y populacheros que usan estos enfrentamientos para no dejar la moqueta ni el coche oficial, en definitiva ha llegado el momento de dejar de ser estúpidos.
1 comentario:
...como Cataluña ha perdido fuelle económico y cultural...
¿Pero qué dices, atontao?
Por cierto: el "sí" del título va acentuado.
Venga, un saludo.
Un estúpido votante.
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