sábado, diciembre 09, 2006

Robespierre y Rodríguez

Es curioso observar como el Presidente Rodríguez y el PSOE, en su involución político-social, están actuando con un paralelismo mas que con su querida IIª República, con la fase del Terror de la Revolución francesa. No, por lo menos todavía, en los aspectos asesinos de la época, pero si en los políticos y sociales, a saber: eliminación, política, de sus adversarios, en este caso el PP; eliminación del poder económico de los antiguos grupos y su sustitución por los nuevos, en este caso por los grupos empresariales nucleados en torno a los amigos de ZP, Sebastián o MAFO; apoderamiento y uso del poder judicial para los propios intereses y eliminación del adversario (en este punto recomiendo el artículo “Nada nuevo bajo el sol” en El Mundo); utilización de los medios coactivos del estado, como la policía, para amedrentar al rival y manipular los hechos, o el intento de establecer un nuevo modelo cultural y religioso. Sobre este último tema, uno de los que mas hincapié está haciendo el Presidente y su corte, la última “boutade” ha sido el panfleto del mamporrero Sr. Cuesta sobre el laicismo. Digo lo de mamporrero porque todo el mundo sabe que el autor intelectual ha sido el Sr. Mayoral. Evidentemente el mismo no puede ser catalogado más que de eso, de panfleto, ya que no resiste un mínimo análisis intelectual y es más un discurso de mitin que un documento programático. Sin embargo, sirve como otra herramienta para la ofensiva laicista del gobierno, unido a sus disposiciones sobre ética por la vía de la “educación para la ciudadanía” o su apoyo, vía gratuidad, a textos islámicos para niños, entre otras actuaciones y decisiones. Al igual que los revolucionarios franceses, intentan arrancar de los corazones y las mentes la idea religiosa, por lo menos la cristiana. Su odio a esta su religión, ya que les guste o no es la que impregna su formación cultural, es tan virulento que utilizan los trucos mas arteros para desarraigar la misma e imponer una nueva cultura basada en el desprecio al ser humano y a su dignidad, ya que no es otra cosa la defensa del aborto o la eutanasia, a la familia histórica y tradicional, vía matrimonios homosexuales, o a libertad religiosa, a través de las trabas a la exposición de la misma. Creen los Sres. Rodríguez, Cuesta, Mayoral y otros que a través de las palancas del poder y del apoyo de sus aliados comunistas y otros radicales de izquierda, conseguirán sus objetivos sin darse cuenta, debido a su incultura supina, que esa tarea es harto difícil. En primer lugar deberían recordar que el cristianismo tiene mas de 2000 años y ellos no van a estar tanto en el poder, que ya un “insigne” antecesor, un tal Manuel Azaña, también lo creyó y dijo aquello de que “España ha dejado de ser católica” y el que dejó fue él de gobernar España. En segundo lugar deberían rememorar que uno de los grandes enemigos modernos del cristianismo, desde luego mas listo y poderoso que ellos, Stalin, se regodeaba con aquello de “¿Cuántas divisiones tienen el Papa?” y fue un Papa, polaco para mas señas, el que contribuyó decisivamente a la caída de terror rojo, ese rojo que se declara el señor nieto de su abuelo. También debería pensar que la eliminación de mas de 6000 sacerdotes y monjas y de miles de fieles católicos por los miembros de su adorada república no solo no acabó con el catolicismo sino que lo hizo mas fuerte y lo que acabó bastante mal fueron sus antecesores en vergonzosa huida, aunque tuviesen una regalada vida en el exilio con el producto de sus robos y saqueos.
Por último, el Sr. Presidente por accidente y sus cortesanos deberían recordar como acabó Robespierre y sus fieles junto a sus floridas fiestas sustitutivas de las cristinas: en la guillotina. Sin embargo el cristianismo sigue gozando de buena salud y eso por una razón: sobre la tierra la instauró el Hijo de Dios y, como dijoEl cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”,( Lucas 21, 29-33).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Zapatero no es Robespierre. Hasta ese le queda muy grande. Zapatero es Marat. Espero que acabe igual.