Parodiando
el título de la película de Bardem “ no es país para viejos”, constatamos
que nuestra Patria no lo es para los liberales y la renuncia de Dª Esperanza Aguirre
así lo atestigua, pues era la única voz liberal y liberal-conservadora que se
levantaba en el rácano paisaje ideológico español.
Ciertamente
seguimos siendo el país de “viva las caenas”, pues solamente
dos ideologías son capaces de confrontar: conservadores y socialistas, no hay
espacio para más y eso es un hecho que se remonta a mucho tiempo atrás, a lo
largo de casi todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI.
Los
escasos elementos liberales cabían, como se suele decir, en un seat 600 y si
bien es cierto que en los últimos años, sobre todo en el campo económico hay un
cierto repunte liberal, la realidad es que la opinión pública, salvo en Madrid
gracias a Dª Esperanza, va por otros derroteros. Como prueba, las encuestas
donde la mayoría de los universitarios, más del 80%, tienen como objetivo ser
funcionarios y solo entre el 15 y el 20% ejercer profesiones liberales o ser
empresarios. En los países anglosajones y germánicos el orden se invierte, por
lo que vemos como seguimos queriendo que sea el “papá” estado quién nos
mantenga, aunque sea a cambio de entregar nuestra libertad.
Los
españoles son poco amantes de la libertad y mucho de la mamandurria y lo mismo
da que sean de derechas o de izquierdas, porque aquí la derecha, sobre todo en
los aspectos económicos y sociales, se confunde con la izquierda: siempre la
política de la subvención.
Durante
el gobierno Aznar, pareció que el liberal-conservadurismo podía repuntar,
porque aunque el Presidente no era un liberal sí que introdujo algunas
políticas de ese corte, si bien muy matizadas, pero, por lo menos, los
liberales no se sentían a disgusto en el PP. Pero la llegada del Sr. Rajoy
cambió las cosas, pues al ser un político aideológico y posibilista, aunque de
corte conservador, no dudó, en el famoso Congreso de Valencia, en laminar a los
liberales y, de paso, a los democristianos. Basta recordar como dijo a los
liberales que se fuesen. Y así ocurrió, los grandes luchadores en la Provincias
vascongadas, estos democristianos, fueron apartadosy sustituidos por los
melifluos Basagoiti u Oyarzábal en vez de los
Mayor Oreja y compañía.
Peor
les fue a los liberales, los Vidal-Quadras, ya defenestrado por Aznar, Pizarro
y compañía y así Rajoy se quedaba rodeado de los palmeros intervencionistas,
los Arriola o Lassalle y solo quedaba como voz libre la de Dª Esperanza, pero
¡claro! a quién te gana elecciones con resultados espectaculares y quién es la
mas votada desde que era senadora, no se la podía echar pero si irle haciendo
la vida imposible, lo que se ha rematado con la actuación del partido en el
caso del asesino Bolinaga, con un Ministro del Interior mintiendo al decir que
había que soltarlo según la ley. Que lo que dice es que se “podrá”, pero no
obliga. La Presidenta de Madrid habló alto y claro lo que no gustó al sanedrín
del PP, ello unido a sus problemas de salud y de otra índole, yo también sé lo
que es el cáncer pues lo sufro, han hecho que la mejor política de España haya
tirado la toalla, para regocijo de la dirección pepera.
Nos
deja huérfanos a quienes nos proclamamos liberales o liberal-conservadores,
pues no se vislumbra ninguna figura que la pueda sustituir, por lo que España
vuelve a lo habitual: conservadores vs socialistas, lo más rancio de las ideologías.
Ha
siso el maestro Vargas Llosa el que ha pronunciado el mejor panegírico que
hasta ahora he oído sobre la Sra. Aguirre, destacando su firmeza en las
convicciones, su defensa de las mismas, su capacidad dialéctica y en el debate,
así como su falta de dudas ante las ideas, negando a la izquierda esa supuesta
superioridad moral, sin ambages, tan raro en otros compañeros de partido.
Madrid y el PP vamos a
sentir su falta, no es una buena noticia para España, se cierra la voz de la
libertad, de la capacidad individual y de la defensa de los ciudadanos para que
tomen su vida en sus propias manos, quedamos sometidos a los colectivistas, intervencionistas
y mantenidos, o sea la España de siempre.
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