viernes, septiembre 24, 2010

Benedicto XVI en el Reino Unido: un viaje histórico

Aunque con alguna dilación, debida a otro paso por el hospital para quemarme el tumor, no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer una breve reflexión sobre el viaje del Papa al Reino Unido.

Desde que se anunció el viaje, la progresía, tanto británica como española, arremetió contra el Vicario de Cristo con los típicos tópicos: que si no era firme contra la pederastia, que como se podía rechazar el preservativo o la ordenación de las mujeres. En realidad a quienes atacaban a Benedicto les importaba un ardite los temas, simplemente los usaban como ariete, porque la pederastia en la Iglesia apenas alcanza al 1% de los religiosos siendo muy superior entre familiares, educadores, etc. y siendo, además, la mayoría homosexuales, el 85% según los datos; porque el preservativo ha demostrado que no solo es poco útil para frenar el sida y si en cambio hace bajar la guardia a los afectados, o que la ordenación de mujeres ha significado poco menos que el fin del anglicanismo. La realidad es que lo único que interesaba a los antiPapa era conseguir un estado de opinión que hiciese fracasar el histórico viaje y, así, poder hablara, una vez más, del ocaso del catolicismo.

Desgraciadamente para ellos, el viaje ha sido un éxito, incluso en una nación tan secularizada como la británica y con solo un 10% de católicos, la asistencia pública ha sido más que notable, tanto en la vigilia de oración como en el acto de la beatificación del Cardenal Newman.

Pero tan importante como ese calor ciudadano, o más, ha sido la imagen dejada por Benedicto, en su doble faceta de hombre santo como de fino intelectual. Sus discursos merecen leerse con atención, tanto el efectuado en el Westminster Hall, como en la beatificación del Cardenal Newman y todos los demás pronunciados. Su altura intelectual y religiosa dejó más que sorprendidos a muchos de los asistentes que no conocían la talla moral, filosófica y teológica del actual inquilino del Palacio Apostólico.

Igual ocurrió tanto con la reina Isabel y el príncipe Felipe, ambos modelos de cortesía sobre todo si tenemos en cuenta que la reina es la cabeza de la Iglesia anglicana, así como el resto de políticos fuesen conservadores, liberales o socialistas, sin olvidar la gran cordialidad entre el Papa y el líder anglicano.

El éxito ha sido tan rotundo que hasta los periódicos más contrarios acabaron rindiéndose tanto a su personalidad como a sus manifestaciones, por supuesto los británicos, porque los españoles “progresistas” siguieron con su sarta de gilipolleces ya que no se puede calificar de otra manera sus absurdas crónicas y noticias.

Pero no podemos olvidar el motivo central de dicho desplazamiento: la canonización de una figura de talla universal, no solo de las iglesias anglicana y católica, también a un nivel intelectual. Un gran erudito y hombre de fe canonizaba a otro gran erudito y hombre de fe, quién puso las primeras piedras del camino hacia la unificación del anglicanismo y el catolicismo, hermosa imagen que se mantendrá para siempre en los anales de la moderna historia de la Iglesia y de la propia Europa, porque demuestra como el catolicismo tiene mucho que aportar a la construcción social. Como dice siempre Benedicto XVI, al diálogo entre la fe y la razón. Gran ejemplo para este continente que a fuerza de negar sus orígenes está cayendo en la desidia y convirtiéndose en un don nadie a nivel mundial, tanto en el aspecto moral como intelectual y, por ende, en el económico y político.
Es de esperar que el impacto de este viaje y de sus actos en uno de los países centrales de nuestro continente sea un paso más hacia la nueva evangelización de Europa, para que la vuelva a convertir, como fue durante siglos, en el eje de un mundo en desarrollo desde parámetros éticos, morales e intelectuales. Amén.

No hay comentarios: