miércoles, diciembre 16, 2009

Moriscos y Sudetes


Hace unos días nos encontramos con una nueva y pintoresca proposición del PSOE: pedir disculpas a los descendientes de los moriscos y, por supuesto, abonarles compensaciones económicas “por los daños”. Supongo que esta propuesta forma parte de las acciones inherentes a la Alianza de Civilizaciones y a la ley de memoria histórica, según la cual se deben desprestigiar las actuaciones en defensa de España y fabricar agravios a terceros.

Para los alumnos de la LOGSE, entre los que debe estar el socialista granadino promotor de la “idea”, recordar que los moriscos eran los musulmanes que se quedaron en España tras el fin de la Reconquista. Muy numerosos en el antiguo reino de Granada, también lo eran en Valencia y vivían, en menor número, en Aragón y Castilla. Desde el 2 de enero de 1492, fin de la Reconquista, colaboraron con los piratas berberiscos en sus ataques a la costa andaluza y levantina. Pero no se contentaron con ello sino que, esperando el apoyo de los reyes norteafricanos, se sublevaron en la zona granadina, dando lugar a brutales actos de crueldad contra los cristianos. Durante más de un año la revuelta se extendió por toda la región y se necesitaron numerosas fuerzas militares mandadas por el marqués de Mondéjar y, posteriormente, Juan de Austria que fue quién acabó con aquella revuelta dirigida por Abén Humeya. que se autotituló y fue aceptado por los insurrectos, como su rey.

En los años posteriores, los moriscos siguieron actuando como quinta columna de los corsarios berberiscos y los turcos, sobre todo en Levante donde todavía se conservan las torres de vigilancia construidas en las costas para advertir de la llegada de los piratas, los cuales, avisados y dirigidos por los moriscos, asolaban las poblaciones costeras, matando, robando y haciendo esclavos a numerosos cristianos.

Las poblaciones morisca, en su mayoría, nunca se habituaron a vivir en la sociedad española, mantenían su religión, vestimentas y costumbres, pero nunca se consideraron leales súbditos de la Corona. Es cierto que tras el fracaso de la insurrección de las Alpujarras, algunas comunidades intentaron mimetizarse, aparentando vivir como cristianos, pero manteniéndose musulmanes e intentando desestabilizar el reino con su apoyo a norteafricanos y otomanos.

La decisión sobre su expulsión se tomó tras largas consultas y pronunciamientos de comités especiales, siendo muy bien acogida por la población en general pero no por los nobles terratenientes que los tenían como mano de obra, sobre todo en el campo. Pese a su peligrosidad, aun se tardó siete años en ejecutar la expulsión.

Fuera de España, una parte importante se estableció en Rabat-Salé, donde establecieron una república pirata que durante años asoló el Mediterráneo occidental y las costas atlánticas de la Península Ibérica.

Esa es la gente a la que ahora se la quiere recompensar por “agravios” pasados, olvidando los que ellos nos infringieron a los españoles, desde 1492 hasta casi el siglo XVIII.

Es curioso que mientras hacemos el cretino, la República Checa haya conseguido, a cambio de firmar el Tratado de Lisboa, quedar fuera de las disposiciones sobre derechos humanos de la U.E., que imposibilita a los alemanes, , expulsados del territorio de los sudetes, al final de la S.G.M., mas de tres millones,puedan reclamar sus posesiones perdidas, mas bien expoliadas, o poder recuperar su territorio, pues no debemos olvidar que la franja que bordea Chequia por el oeste y norte era una zona de población alemana desde el siglo XVII, ciudades como Eger ( hoy Cheb ) eran totalmente alemanas. Pese a ello, la Unión Europea, con la aquiescencia de la propia Alemania, no ha dudado en avalar una expulsión en pleno siglo XX. Los europeos creen lógico poner fin a una etapa histórica y, sin embargo, nosotros tratamos de cambiar la historia de hace cuatro siglos.

El gobierno socialita, incapaz de resolver los problemas actuales de nuestra Patria, intenta desviar la atención con ideas peregrinas aunque, eso si, adecuadas a su pensamiento “progresista”, caracterizado por la defensa de lo que daña a España y en sintonía con quienes atacan los valores cristianos y occidentales. ¿Hay gran diferencia entre aquellos moriscos, colaboradores de turcos y berberiscos, enemigos de la España de aquellos siglos y cuyo objetivo era el triunfo del Islam y los actuales que casi cada semana son detenidos por apoyar y colaborar con los terroristas islámicos?, ¿hay diferencia entre los moriscos insurreccionados en las Alpujarras y quienes atentan contra nuestra integridad y reclaman Al Andalus?.

Deberíamos reflexionar si estas actitudes genuflexas ante los viejos enemigos islámicos, no generan entusiasmo ente los actuales enemigos, también islámicos, que ven en nuestra debilidad e incapacidad para defender los principios, valores e historia nacional, una posibilidad de conseguir el sueño de volver a islamizar España, contando con la ayuda de los nuevos “donrodrigos” representados por esa “progresía” tan promusulmana y tan anticristiana.

La expulsión de los moriscos fue un hecho doloroso y de sufrimiento para muchas personas, pero el dolor y el sufrimiento creado por ellos también debe tenerse en cuenta, sin olvidar que las formas y maneras de pensar en los siglos XVI y XVII no eran las mismas que las actuales, pero sin olvidar, tampoco, que el enemigo es el mismo: los islamistas.



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