jueves, noviembre 12, 2009

Otra idea luminosa: flexiseguridad

En un momento de crisis económica y social, con un paro estratosférico, los llamados agentes sociales en vez de aplicar recetas lógicas y razonables a los problemas se dedican a buscar soluciones “milagrosas”.

Una de esas ideas, que también pulula por ese ente parasitario que es la Comisión Europea, es el de la flexiseguridad, concepto nacido en los ´80 en Dinamarca y extendido con más o menos éxito al resto de los países nórdicos.

En palabras breves, se trata de flexibilizar la contratación por parte de los empresarios a base de menor carga tributaria y despidos menos caros. A su vez los trabajadores tendrían mayores facilidades para encontrar trabajo y habría una formación continua a cargo del estado. Se rompería con algunos de los hitos de nuestra economía tan socialistizada, abriéndose paso conceptos como la movilidad geográfica y funcional, que no existiesen derechos basados solo en la antigüedad y una valoración real de la productividad.

Es cierto que en Dinamarca ha dado buenos resultados, tampoco ha ido mal del todo en Finlandia, pero menos en Noruega o Suecia. La pregunta que debemos hacernos es si en España podría funcionar.

De entrada, las relaciones laborales en Dinamarca no tiene nada que ver con las nuestras. Como bien explicaba el otro día un economista, lamento no recordar su nombre, los sindicatos de ese país, la L.O., tiene una larga tradición de negociación con los empresarios, rigiéndose por principios basados en la productividad y efectividad de las empresas. Igualmente suele haber un clima de confianza entre sindicatos y empresarios, ya que las negociaciones no se basan en planteamientos ideológicos sino económicos y sociales, siendo muy común que ambas partes estén representadas por expertos, lo que no sucede entre nosotros.

Así mismo, la flexibilidad laboral está asumida desde antaño, tanto en cuanto al coste de los despidos como a la facilidad legal tanto para contratar como para despedir, lo que establece un sistema que da seguridad jurídica y confianza a las dos partes.

Respecto a la formación, se realiza en serio, dando lugar a que los trabajadores tengan un proceso continuo de formación que eleva su nivel profesional y, al mismo tiempo, conozcan los últimos avances tecnológicos para su desempeño laboral.

¿Sería posible aplicarlo en España?. De entrada el coste sería bastante alto, se dice que quedaría compensado por un menor gasto en desempleo, pero nadie ha explicado, con números, el tema.

En segundo lugar, las relaciones laborales en España no se basan en la confianza, sino en el enfrentamiento. Los sindicatos actúan, en la mayoría de los casos, por razones ideológicas y políticas más que por planteamientos económicos y laborales.

En tercer lugar, tenemos una mentalidad de permanencia en el puesto de trabajo de por vida, lo que dificulta la movilidad como ya vimos con el tímido intento del último gobierno Aznar con la reforma laboral y el rechazo de los sindicatos.

Respecto a la formación, ya sabemos que es una burla pues los cursos no son mas que una manera de dar subvenciones a las organizaciones sindicales y patronales, recordemos lo ocurrido en Andalucía con la formación viendo películas o visitando bodegas.

No parece fácil aplicar el modelo danés a España y, por tanto, la idea debe, cuando menos, madurarse e intentar adaptarla a nuestra idiosincrasia que nada tiene que ver con la de los países nórdicos, pues de lo contrario, se convertirá en otra idea luminosa de gran coste para el contribuyente y que servirá para frenar el paro nacional.

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