En estos tiempos de cobardía y servilismo ante lo políticamente correcto, de renuncia a las propias convicciones para no ser acusado de “reaccionario”, “retrógrado”, “fascista”, etc. o simplemente por interés material, cuando se tragan insultos, humillaciones y blasfemias contra los principios católicos, en medio de la parálisis de la gran masa de supuestos católicos, cuando políticos, creadores de opinión y otros que se declaran cristianos no dudan en “comprender” cuando no justificar esos ataques y apoyan decisiones que contravienen sus principios, cuando es tan pequeño el número de valientes defensores de los principios católicos dispuestos a la asunción de los mismos y arrostrar las consecuencias, tres ejemplos de líderes comprometidos y valientes resplandecen entre tanta cobardía y miseria moral.
El primero y mas antiguo, es el del rey Balduino de Bélgica al que no le importaron las consecuencias políticas, con verdadero peligro de caída de la monarquía, de su decisión de no sancionar la ley del aborto. En una Bélgica convulsa por los problemas entre sus comunidades, una de las pocas instituciones comunes y respetadas por todos se la jugó en defensa de sus principios, irrenunciables, como católico.
Muchos dijeron que aquella decisión era un gran error, que ponía en jaque la monarquía por sus principios, que debía abandonar la Corona, etc.. Pero el gran rey mantuvo su postura y al final se encontró una solución legal que permitió a la mayoría que apoyaba el aborto, repugnante mayoría, imponer su criterio, pero el monarca no renunció a sus principios. Aquello no solo no acabó con la institución, sino todo lo contrario, al tiempo que la físicamente endeble figura del monarca se agiganto moralmente, convirtiéndose, sino lo era ya, en el gran referente ético y moral de su patria.
Un segundo ejemplo, el más sorprendente y con unas consecuencias radicales, ha sido la decisión el Presidente de Uruguay de vetar la ley del aborto. A diferencia del monarca belga él si tiene poder ejecutivo y con su decisión ha frenado lo aprobado en el Parlamento uruguayo. Lo interesante de esta decisión, por lo menos para la situación española, es que el Sr. Tabaré Vázquez es un socialista marxista al que no le ha temblado el pulso a la hora de oponerse a parte de su propio partido en defensa de sus convicciones en defensa de la vida, como médico que no como católico que ignoro si lo es. ¡Gran ejemplo para los muy, pero que muy tibios socialistas, que se dicen católicos, en nuestro país!, demostrándose que la defensa de la vida no es solo un principio religioso, sino de simple derecho natural y de bonhomía.
El tercer ejemplo, ha sido el dado por el Gran Duque de Luxemburgo, al negarse a sancionar la ley de eutanasia aprobada por el parlamento, por razones de conciencia dado su catolicismo. En otro ejemplo de valor y defensa de sus creencias, incluso frente a la cobarde figura del primer ministro Juncker, democristiano, que en vez de apoyar la decisión del monarca y llevado por su “celo “democrático ha decidido una reforma constitucional para que el Gran Duque Enrique pierda el escaso poder que le queda, ¡gran ejemplo de otro católico muy, muy tibio!, mas interesado por el poder que por la justicia, la defensa de los débiles y de sus propios principios que deberían estar por encima de sus bastardos intereses políticos.
Trasladado a España, estos ejemplos chocan con la posición de nuestros diputados “católicos”, siempre dispuestos a las órdenes del partido y a no perder el momio, antes que a defender la justicia, la verdad y los valores.
También contrastan las decisiones del rey Balduino o el Gran Duque Enrique con las postura del rey Juan Carlos, otro que siempre está dispuesto a firmar lo que le pongan delante, aunque vaya contra los que deberían ser sus principios católicos, sino porque el los sienta, si, por lo menos, por ser “legítimo heredero de la monarquía histórica” (art. 57,1 de la C.E.), monarquía que siempre fue católica. Aunque, ¡claro!, yates, motos, cacerías de osos, etc. deben pagarse con la aceptación incondicional de lo que le echen a uno, pues, ¡La Zarzuela bien vale un aborto!.
El primero y mas antiguo, es el del rey Balduino de Bélgica al que no le importaron las consecuencias políticas, con verdadero peligro de caída de la monarquía, de su decisión de no sancionar la ley del aborto. En una Bélgica convulsa por los problemas entre sus comunidades, una de las pocas instituciones comunes y respetadas por todos se la jugó en defensa de sus principios, irrenunciables, como católico.
Muchos dijeron que aquella decisión era un gran error, que ponía en jaque la monarquía por sus principios, que debía abandonar la Corona, etc.. Pero el gran rey mantuvo su postura y al final se encontró una solución legal que permitió a la mayoría que apoyaba el aborto, repugnante mayoría, imponer su criterio, pero el monarca no renunció a sus principios. Aquello no solo no acabó con la institución, sino todo lo contrario, al tiempo que la físicamente endeble figura del monarca se agiganto moralmente, convirtiéndose, sino lo era ya, en el gran referente ético y moral de su patria.
Un segundo ejemplo, el más sorprendente y con unas consecuencias radicales, ha sido la decisión el Presidente de Uruguay de vetar la ley del aborto. A diferencia del monarca belga él si tiene poder ejecutivo y con su decisión ha frenado lo aprobado en el Parlamento uruguayo. Lo interesante de esta decisión, por lo menos para la situación española, es que el Sr. Tabaré Vázquez es un socialista marxista al que no le ha temblado el pulso a la hora de oponerse a parte de su propio partido en defensa de sus convicciones en defensa de la vida, como médico que no como católico que ignoro si lo es. ¡Gran ejemplo para los muy, pero que muy tibios socialistas, que se dicen católicos, en nuestro país!, demostrándose que la defensa de la vida no es solo un principio religioso, sino de simple derecho natural y de bonhomía.
El tercer ejemplo, ha sido el dado por el Gran Duque de Luxemburgo, al negarse a sancionar la ley de eutanasia aprobada por el parlamento, por razones de conciencia dado su catolicismo. En otro ejemplo de valor y defensa de sus creencias, incluso frente a la cobarde figura del primer ministro Juncker, democristiano, que en vez de apoyar la decisión del monarca y llevado por su “celo “democrático ha decidido una reforma constitucional para que el Gran Duque Enrique pierda el escaso poder que le queda, ¡gran ejemplo de otro católico muy, muy tibio!, mas interesado por el poder que por la justicia, la defensa de los débiles y de sus propios principios que deberían estar por encima de sus bastardos intereses políticos.
Trasladado a España, estos ejemplos chocan con la posición de nuestros diputados “católicos”, siempre dispuestos a las órdenes del partido y a no perder el momio, antes que a defender la justicia, la verdad y los valores.
También contrastan las decisiones del rey Balduino o el Gran Duque Enrique con las postura del rey Juan Carlos, otro que siempre está dispuesto a firmar lo que le pongan delante, aunque vaya contra los que deberían ser sus principios católicos, sino porque el los sienta, si, por lo menos, por ser “legítimo heredero de la monarquía histórica” (art. 57,1 de la C.E.), monarquía que siempre fue católica. Aunque, ¡claro!, yates, motos, cacerías de osos, etc. deben pagarse con la aceptación incondicional de lo que le echen a uno, pues, ¡La Zarzuela bien vale un aborto!.
1 comentario:
Se podría poner la excusa de que el Borbón firma lo que le ponen los políticos porque se lo exige la constitución y claro, no se puede oponer porque el rey tiene que cumplir su papel y ser neutral. Pero cuando además se dedica a borbonear, a apoyar la alianza de civilizaciones y el proceso de rendición, a decir que hablando se entiende la gente y que ZP es un hombre recto, íntegro y honesto, esa coartada se cae.
Cómo envidio a belgas, luxemburgueses y uruguayos, particularmente al presidente de éstos últimos, porque la defensa de la vida es un bien moral que está por encima de religiones e ideologías.
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