Al igual que ocurre en nuestro continente, la mitología política estadounidenses, sobre todo la versión europea, es que la izquierda, los demócratas, son honrados y defensores de las clases menos pudientes, mientras que los republicanos solo se preocupan de los mas ricos y son corruptos.
La verdad es que la realidad es muy otra y los acontecimientos en torno al gobernador demócrata de Illinois nos recuerdan que la corrupción política estadounidense está vinculada, esencialmente a los grandes núcleos urbanos y al Partido Demócrata.
Desde los tiempos de Jackson, allá por finales de los años ´20 del siglo XIX, coincidiendo con el inicio de la democracia participativa, surge también la gran corrupción que tendrá su núcleo principal en la costa este, destacando Nueva York, donde lo que se llamó Tammany Hall, la sede demócrata que dio nombre al conglomerado de intereses políticos y económicos, controlaba todo el aparato político local y estatal con su secuela de corrupción.
Las grandes familias demócratas del este, tan pegadas de su halo aristocrático, hicieron su fortuna en tejemanejes tales como el contrabando de alcohol y después con la mafia, caso de los Kennedy, paradigma de esas grandes familias, enriquecidas, primero con el mencionado contrabando y mantenidas en la cúspide por sus acuerdos con la mafia, la cual, recordémoslo, fue la que dio la victoria a John Kennedy en las elecciones de 1960 con su manipulación de los votos en Illinois. No fue la telegenia, como la leyenda ha pregonado, sino el apoyo mafioso quién llevó a Kennedy a la Casa Blanca.
El grado de corrupción política en las grandes ciudades, sobre todo Nueva York, Chicago y otras dio lugar al gran divorcio entre esos núcleos y los estados del centro y sur del país, corrupción que también se extendió a estados como Louisiana y ciudades como Nueva Orleáns. Así entre aquellos años 20-30 del siglo XIX y mediados del siglo XX algunas de las grandes ciudades norteamericanas eran verdaderos antros de corrupción y cabildeos entre el crimen organizado y los políticos, sobre todo demócratas que en aquellos tiempos dominaban dichas ciudades. Sería a partir de los ´50-´60 del pasado siglo, con los triunfos republicanos en grandes ciudades cuando esa corrupción bajó de intensidad al no enquistarse ya por años y años las mafias políticas.
Si Nueva York, el otro paradigma del caciquismo y la corrupción, dejó de serlo, no ocurrió lo mismo con Chicago, donde las prácticas se mantuvieron y es en esa ciudad y ese estado donde surge, casi desde la nada, el próximo Presidente demócrata de EE.UU., ¡cuando menos curioso!. La ciudad es famosa por la dinastía Daley, Richard M., actual alcalde, va camino de batir a su padre Richard. J como el alcalde con mas años en el cargo, desde 1989, ¡vamos!, un Chaves cualquiera. Y a ese Daley, como después al gobernador ahora acusado de corrupto, los apoyó Barack Hussein Obama
Dentro de esa línea de actuación política, no es raro que el gobernador Blagojevich quisiera subastar el puesto de senador que dejaba vacante el Sr. Obama, a cambio de prebendas para él y su esposa. Entre los posibles favoritos no estaban unos cualquiera, sino íntimos amigos del Presidente: Valerie Jarrett, su asesora mas cercana, Jesse Jackson Jr. hijo del muy corrupto Jesse Jackson y componente muy cercano del equipo de campaña de Obama, etc.. Tampoco deja de ser curioso que la mano derecha del electo, Emanuel, el turbio excongresista, también de Illinois, conocido por su dureza no siempre limpia, hubiese tratado el tema con el corrupto gobernador, todo lo cual encaja en las mafiosas prácticas políticas de la zona.
¡Lógicamente Obama no sabía nada!, es de suponer que como en sus tiempos Felipe González, se habrá enterado por la prensa, pero sigue siendo curioso que un oscuro senador con apenas currículum en la política estadounidense pero, eso si, muy bregado en la de Illinois, no solo se convierta en el candidato demócrata sino en el Presidente electo y que siendo, en su momento, un desconocido haya recaudado mas dinero que sus rivales como Hillary Clinton o su contrincante republicano. En verdad algo huele a podrido en el entorno del nuevo Presidente, ¿será otro bluff como Kennedy?.
La verdad es que la realidad es muy otra y los acontecimientos en torno al gobernador demócrata de Illinois nos recuerdan que la corrupción política estadounidense está vinculada, esencialmente a los grandes núcleos urbanos y al Partido Demócrata.
Desde los tiempos de Jackson, allá por finales de los años ´20 del siglo XIX, coincidiendo con el inicio de la democracia participativa, surge también la gran corrupción que tendrá su núcleo principal en la costa este, destacando Nueva York, donde lo que se llamó Tammany Hall, la sede demócrata que dio nombre al conglomerado de intereses políticos y económicos, controlaba todo el aparato político local y estatal con su secuela de corrupción.
Las grandes familias demócratas del este, tan pegadas de su halo aristocrático, hicieron su fortuna en tejemanejes tales como el contrabando de alcohol y después con la mafia, caso de los Kennedy, paradigma de esas grandes familias, enriquecidas, primero con el mencionado contrabando y mantenidas en la cúspide por sus acuerdos con la mafia, la cual, recordémoslo, fue la que dio la victoria a John Kennedy en las elecciones de 1960 con su manipulación de los votos en Illinois. No fue la telegenia, como la leyenda ha pregonado, sino el apoyo mafioso quién llevó a Kennedy a la Casa Blanca.
El grado de corrupción política en las grandes ciudades, sobre todo Nueva York, Chicago y otras dio lugar al gran divorcio entre esos núcleos y los estados del centro y sur del país, corrupción que también se extendió a estados como Louisiana y ciudades como Nueva Orleáns. Así entre aquellos años 20-30 del siglo XIX y mediados del siglo XX algunas de las grandes ciudades norteamericanas eran verdaderos antros de corrupción y cabildeos entre el crimen organizado y los políticos, sobre todo demócratas que en aquellos tiempos dominaban dichas ciudades. Sería a partir de los ´50-´60 del pasado siglo, con los triunfos republicanos en grandes ciudades cuando esa corrupción bajó de intensidad al no enquistarse ya por años y años las mafias políticas.
Si Nueva York, el otro paradigma del caciquismo y la corrupción, dejó de serlo, no ocurrió lo mismo con Chicago, donde las prácticas se mantuvieron y es en esa ciudad y ese estado donde surge, casi desde la nada, el próximo Presidente demócrata de EE.UU., ¡cuando menos curioso!. La ciudad es famosa por la dinastía Daley, Richard M., actual alcalde, va camino de batir a su padre Richard. J como el alcalde con mas años en el cargo, desde 1989, ¡vamos!, un Chaves cualquiera. Y a ese Daley, como después al gobernador ahora acusado de corrupto, los apoyó Barack Hussein Obama
Dentro de esa línea de actuación política, no es raro que el gobernador Blagojevich quisiera subastar el puesto de senador que dejaba vacante el Sr. Obama, a cambio de prebendas para él y su esposa. Entre los posibles favoritos no estaban unos cualquiera, sino íntimos amigos del Presidente: Valerie Jarrett, su asesora mas cercana, Jesse Jackson Jr. hijo del muy corrupto Jesse Jackson y componente muy cercano del equipo de campaña de Obama, etc.. Tampoco deja de ser curioso que la mano derecha del electo, Emanuel, el turbio excongresista, también de Illinois, conocido por su dureza no siempre limpia, hubiese tratado el tema con el corrupto gobernador, todo lo cual encaja en las mafiosas prácticas políticas de la zona.
¡Lógicamente Obama no sabía nada!, es de suponer que como en sus tiempos Felipe González, se habrá enterado por la prensa, pero sigue siendo curioso que un oscuro senador con apenas currículum en la política estadounidense pero, eso si, muy bregado en la de Illinois, no solo se convierta en el candidato demócrata sino en el Presidente electo y que siendo, en su momento, un desconocido haya recaudado mas dinero que sus rivales como Hillary Clinton o su contrincante republicano. En verdad algo huele a podrido en el entorno del nuevo Presidente, ¿será otro bluff como Kennedy?.
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