domingo, agosto 10, 2008

Rusia imperialista y Europa entreguista

Los acontecimientos de los últimos días en el Cáucaso vienen a demostrar, una vez mas, que Rusia no ha dejado de ser una satrapía oriental muy influenciada por su pasado mongol y tártaro. Su historia es una sucesión de errores y horrores no solo contra su población, sino contra sus vecinos a los que fue dominando desde el siglo XVI. Su expansión hacia el este ha querido considerarse semejante a la de los EE.UU. hacia el oeste y, si bien, hay similitudes en cuanto a la aniquilación de los habitantes de esas zonas, hay notables diferencias, ya que en EE.UU. siempre hubo quién se opuso a esas prácticas y debates intensísimos, amén de que la población era mucho mas reducida, lo que no justifica su destrucción desded luego, pero en la Rusia nunca cuestionó, a través de estamento alguno, las conquistas de Asia central y el Cáucaso, llevadas a cabo con una crueldad sin parangón.
La llegada de los bolcheviques al poder hizo concebir esperanzas a los pueblos oprimidos, esperanzas pronto frustradas pues, si en principio, Lenin y sus adláteres ofrecieron la independencia al Asia central y al Cáucaso no fue mas que una maniobra mientras se dilucidaba la guerra civil, cuya victoria trajo la aniquilación de las élites de aquellas zonas incluyendo a los bolcheviques nacionalistas. De eso se encargaron dos caucasianos: Stalin y Beria.
El derrumbe del comunismo trajo la libertad e independencia al Asia central, Cáucaso, Países Bálticos, etc., pero, a diferencia de otros países coloniales como Francia; Países Bajos o el Reino Unido, Rusia nunca aceptó esa pérdida y desde el primer momento intentó recuperar aquellos territorios ya fuese por la vía física o convirtiéndolos en satélites como antaño habían hecho con Europa del este. Para ello el régimen ruso, sobre todo con Putin, realizó todo tipo de maniobras, esencialmente a través de las minorías rusas instaladas en los nuevos países independientes, minorías que actuaron en el pasado como soporte de los comunistas y actualmente como caballos de Troya del nuevo imperialismo ruso. Así hemos visto las agitaciones en Estonia por causa de un monumento al soldado soviético que los rusos quería siguiese en un lugar céntrico como símbolo de la “liberación” de Estonia y que los naturales del país no lo querían ni en pintura, porque para ellos la tal liberación fue opresión. También incidentes en Letonia, chantaje a Ucrania, etc..
Frente a esta ofensiva del antiguo kagebista Putin, Europa ha reaccionado como siempre, con cobardía e inseguridad, pidiendo la habitual tontuna del diálogo e, incluso, presionando a sus miembros como en el caso de Polonia, para que llegasen a un acuerdo con Rusia, por no hablar de los tembleques ante la idea estadounidense del escudo antimisiles. La cobardía ante Rusia y el temor a perder su gas y petróleo condujeron a la bajeza de negarse a permitir la entrada en la OTAN de dos países muy amenazados por los nuevos tíranos del Kremlin: Ucrania y Georgia, a la primera con la amenaza del chantaje energético y la agitación de la parte mas prorusa de ucrania y a la segunda atizando y protegiendo a los separatistas de Abjazia y Osetia del Sur, donde las “tropas de pacificación” se componen de soldados rusos.
La situación estratégica del pequeño país caucásico, así como el de ser el nudo de oleoductos desde el Caspio, sobre todo de Azerbaiján, era “casus belli” para la Rusia de los oligarcas y kagebistas ya que no podían tolerar su inclusión en la OTAN y así Putin presionó para que no se las aceptase, así como tampoco a Ucrania, por considerarlas parte de su esfera de influencia, mas bien de opresión. Los cobardes borregos dirigentes europeos bloquearon, en la reciente cumbre de Bucarest, la entrada de esos países, dejándolos a los pies de los caballos y así el Kremlin tuvo manga ancha para iniciar las provocaciones, a las que el ingenuo Presidente georgiano ha respondido con el ataque a la capital sudoseta, dándole la “justificación” a Putin, que en verdad es quién manda en Rusia, para machacar a Georgia y, de paso, mandar un mensaje a los países que Rusia considera de su área de influencia y quieran salirse de la misma.
¿Y que hace la ONU?, pues nada como es habitual, ¿y Europa?, pues nada también, enviar alguna delegación para pedir diálogo, ¿y la OTAN?, pues paralizada por los cobardes habituales, tampoco nada, ya que gracias a esa cobardía no es Georgia miembro de la organización. Así que, como en 1953, 56 o 68, asistimos a la invasión de un pequeño país por las tropas de la dictadura putinista ante el silencio cobarde y cómplice de Europa. Y una vez mas, debemos preguntarnos, ¿para que sirve la UE salvo para que tantos parásitos vivan de nuestros impuestos?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno el artículo. Y muy cierto. Los paraguayos sabemos bien qué es el imperialismo, estamos a merced de Brasil.