Aquellos que peinamos canas recordamos con alegría y entusiasmo muchas de nuestras lecturas infantiles y entre ellas ocupan un lugar destacado las de Emilio Salgari, ya que probablemente nadie como él encarne la imaginación. Un hombre que nunca salió de Italia y casi de su ciudad fue capaz de describir como nadie los paisajes y los tipos humanos de zonas remotas del planeta gracias, por un lado, a sus numerosas lecturas y, por otro a su desbordante imaginación. Junto a Julio Verne encarna la literatura más atrayente por su capacidad de hacer soñar a los jóvenes.
Para aquellos niños de los ’50, cuando la televisión no estaba en nuestras casas, ni por supuesto el video o el dvd, cuando no había los juguetes de hoy día ni los gadgets electrónicos, cuando la imaginación tenía que suplir la inexistencia de cosas materiales, autores como los mencionados nos servían para transportarnos a mundos lejanos, llenos de aventuras y caballerosidad. Dentro de esas aventuras sin lugar a dudas ocupan un lugar esencial las aventuras de los piratas de la Malasia, Sandokan y sus amigos, el portugués Yañez y el hindú Tremal Naik, entre otros, sin olvidar a las bellas Lady Mariana y Surama. Novelas llenas de colorido, de belleza plástica y literaria, de buenos modos, con buenos muy buenos y malos, los ingleses o los adoradores de Kali, muy malos. Se podrá alegar que era una literatura de cierta simpleza, pero ¡que mejor para un niño!, podía extraer de su cerebro todas las aventuras que quisiera, además de aprender sobre geografía, costumbres e, incluso historia, porque ¿Cuántos españoles hubiesen sabido que el rajá de Sarawak era un inglés llamado Brooke?, ¿o que Sarawak estaba en Borneo?. Entretenidos, didácticos, fomentadores de valores como la lealtad o la justicia. En estos tiempos de relativismo, donde nuestros adolescentes apenas cultivan la imaginación, donde los héroes parecen villanos la mayoría de las veces y donde los limpios duelos a espada quedan sustituidos por armas sofisticadas y bastante crueles, donde las matanzas son de un sadismo aterrador, volver a las andanzas de Sandokan y los suyos, o del Corsario Rojo o Negro, del León de Damasco y tantos otros héroes de las novelas de Salgari, es una bocanada de aire fresco. Lamentablemente los jóvenes de hoy ya no lean a esos autores y se centran en cómics, mangas y otras lecturas no demasiado recomendables, donde lo que se expone como paradigma es la brutalidad, la violencia sin raz´n y un nihilismo exacerbado, lo que no parece el mejor ejemplo para mentes en formación. Por ello y con la esperanza de que a no tardar, se recupere un cierto aire de inocencia y se vuelva, aunque solo sea un poco, a los autores que tanto enriquecieron nuestra imaginación, grito, como Sandokán y sus amigos al abordar desde sus praos a los barcos ingleses, un ¡hurra por Mompracem!, ¡hurra por la recuperación del ejercicio de la imaginación!.
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Hace 6 días
1 comentario:
Coincido. Yo tambien añoro la infancia junto a los "Tigrecillos de la Malasia". ¿Se habrá perdido el interés por esos temas o el ejercicio de la imaginación?
De todos modos es bueno saber que aún sobrevive Sandokán en la meoria de algunos, Saludos !!...
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