Sobre este país, que vive alegre y confiado, empiezan a cernirse unos nubarrones que predicen fuerte tormenta. A la crisis política generada por el Estatuto de Cataluña y la negociación con ETA se une una incipiente desaceleración económica. Es cierto que todavía crecemos a tasas del 3% alto y que el paro sigue bajando, pero si miramos un poco mas allá vemos que nuestra deuda es del 6,5% del PIB, la mas alta del mundo incluido EEUU, que el BCE empieza a subir los tipos de interés haciendo mas costosas las hipotecas, que nuestra tasa de ahorro es bajísima y el de endeudamiento de las familias alcanza mas del 130%. La aportación de la masa salarial ha retrocedido dos puntos frente a la del capita, nuestra productividad está estancada cuando no en retroceso, nuestros costes laborales se disparan y la deslocalización se acelera.
Frente a este panorama, el gobierno no toma las medidas oportunas: su reforma del IRPF es inadecuada, perjudica a las clases medias y favorece las ganancias especulativas frente a las rentas del trabajo, la reforma de las pensiones es un simple parche que sigue confiando en las aportaciones de los emigrantes, olvidando su escasa capacidad de aportación y su futuro como devengadores de pensiones.
Este doble panorama económico y político, de seguir por los derroteros que se prevén, acabará generando una crisis social que puede convertirse en el detonante de una explosión generalizada que genere una crisis de resultados imprevisibles.
Nuestros políticos, Gobierno y oposición, están jugando con fuego, frente a una ciudadanía todavía feliz en sus actitudes y aptitudes, mas volcada hacia el hedonismo que hacia el esfuerzo, animada por las actuaciones públicas y por la propaganda de los media. El problema surgirá si esa conjunción de crisis económica y política se produce sin que se hayan tomado las oportunas medidas. ¿Tendremos que decir entonces “Delenda est Hispania”?
Frente a este panorama, el gobierno no toma las medidas oportunas: su reforma del IRPF es inadecuada, perjudica a las clases medias y favorece las ganancias especulativas frente a las rentas del trabajo, la reforma de las pensiones es un simple parche que sigue confiando en las aportaciones de los emigrantes, olvidando su escasa capacidad de aportación y su futuro como devengadores de pensiones.
Este doble panorama económico y político, de seguir por los derroteros que se prevén, acabará generando una crisis social que puede convertirse en el detonante de una explosión generalizada que genere una crisis de resultados imprevisibles.
Nuestros políticos, Gobierno y oposición, están jugando con fuego, frente a una ciudadanía todavía feliz en sus actitudes y aptitudes, mas volcada hacia el hedonismo que hacia el esfuerzo, animada por las actuaciones públicas y por la propaganda de los media. El problema surgirá si esa conjunción de crisis económica y política se produce sin que se hayan tomado las oportunas medidas. ¿Tendremos que decir entonces “Delenda est Hispania”?
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