lunes, marzo 28, 2011

El tercer suicidio de Europa


A lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI, Europa se ha suicidado dos veces y está camino de la tercera vez. En cada ocasión, nuestro continente se ha visto reducido en su capacidad e influencia, así como ha sufrido grandes pérdidas humanas, económicas, sociales y de valores.


La primera vez fue, cuando con una alegría inconsciente y estúpida, los países europeos, aburridos por años de paz y desarrollo, decidieron matarse a lo largo de la P.G.M.. Casi todo el mundo estaba encantado, ya fuesen simples ciudadanos, estadistas, militares o industriales. Incluso la “intelligentsia”, que después rechazaría lo sufrido, estaba entusiasmada por el giro que daba a sus vidas. Solo algunas personas como el Secretario de Estado del Foreign Office, Edgard Grey, vieron lo que podía acontecer y lo resumió en su famosa frase “hoy vemos apagarse las luces de Europa, ¿volveremos a verlas encendidas?”. Tenía razón, aquel desastre significó 10 millones de muertos, incontables heridos, países en ruinas, 3 imperios desaparecidos, una época de guerras civiles y el ascenso del comunismo, del fascismo y nazismo, así como el principio del fin de los países europeos como las potencias hegemónicas, cediéndole el testigo a EE.UU. y a la U.R.S.S. y la decadencia de nuestros valores.


Parece ser que no aprendimos gran cosa y 25 años después volvimos a las andadas con la S.G.M., mucho mas mortífera y destructiva que la primera, cuyo número de victimas oscila entre 45 y 70 millones, dándose cifras aterradoras en países como Alemania con el 10,77% de pérdidas humanas, o la U.R.S.S. con cerca del 14%. Eso sin contar heridos, inválidos, destrucción económica, hambrunas, represión y la división de Europa entre la U.R.S.S. y EE.UU. . A partir de ese momento, nuestro continente ya no sería más que una zona subsidiaria de los grandes. Es verdad que económica y socialmente nuestra región se desarrolló y alcanzó niveles materiales de bienestar de alto standing, pero ya no éramos un referente político para nadie, los países se descolonizaban siguiendo el modelo soviético o norteamericano, ya no contábamos.


El fin del comunismo en Europa y, con él, de la Guerra Fría, nos dio una oportunidad de volver a tener una influencia mundial, pero ya nos habíamos acostumbrado a vivir bajo el paraguas de los grandes y no teníamos capacidad de reacción. Nuestras sociedades, cada vez mas materialistas, olvidadas de los valores que nos hicieron grandes, descristianizadas y apegadas al momento, no estaban dispuestas a realizar gestas de ningún tipo y así se lo hacían saber a unos políticos, cada vez menos creíbles y menos válidos, simples gestores de sus naciones. La reciente crisis económica parecía ser el revulsivo que pondría en pie las potencialidades europeas, pero la realidad es que lo único que han demostrado es que la UE no existe y que allí mandan Alemania, cada vez mas cobardona, Francia que intenta con le petit Napoleón Sarkozy no se sabe muy bien que y un Reino Unido poco anclado en el continente. Mandan, simplemente, en la economía, porque en las grandes decisiones estratégicas ya hemos visto su incapacidad y fracasos: Balcanes, Irak, Irán, Afganistán y ahora Libia. Incapaces de definir una política proactiva, se limitan a discusiones y más discusiones y, algunos, a enviar sus aviones para apoyar a los rebeldes, pero sin la voluntad firme de derrocar al tirano, con el que han hecho jugosos negocios hasta ayer mismo. ¿Y que va a pasar con el resto del mundo árabe?, intervendremos ante la brutalidad de Assad, Saleh, etc.?,¿o seguiremos esperando que unos melifluos EE.UU. nos marquen la posición?.


La actual situación mundial, con la emergencia de grandes países como China, India y otros, debería obligarnos a tomar una posición firme y definida para convertirnos en una pata de ese nuevo orden mundial que no solo es económico, sino geoestratégico y político, de no hacerlo nos abocamos a nuestro tercer suicidio y, quizás, de este no salgamos.

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