lunes, mayo 11, 2009

Santo Padre, me preocupan ciertas actitudes

En estos días estamos asistiendo a uno de los viajes más difíciles del Papa, el que realiza a Jordania e Israel, a Tierra Santa. El periplo no es fácil, la situación de la zona hace que Benedicto deba andar con pies de plomo, pues sus discursos van a ser analizados al milímetro.

Las tensiones surgidas, primero con el mundo musulmán a raíz del discurso de Ratisbona y, posteriormente, con los judíos a raíz del asunto del obispo lefevbriano Williamson y su negación del Holocausto, han puesto en entredicho la postura de la Santa Sede con ambas partes.

Sin embargo, a mi entender, se están produciendo, respecto a la posturas mantenidas ante los musulmanes, unas rectificaciones que son un tanto excesivas. He detectado que desde los violentos pronunciamientos de los líderes musulmanes ante el discurso en la ciudad alemana, el Vaticano ha seguido una política un tanto sinuosa, pero de evidente retroceso y concesiones al Islam. La sutileza vaticana ha dejado ver demasiadas “querencias” hacia los musulmanes.

Pero si las palabras ya mueven a cierta preocupación, los gestos también y el ejemplo del Papa, durante una audiencia en la Plaza de San Pedro, permitiendo a dos jóvenes que le pusiesen el pañuelo palestino, cuando menos rechina. Personalmente, me recordó un gesto similar con el Presidente Rodríguez y el símil me genera rechazo. No podemos olvidar que ese pañuelo no es un signo de paz, ni siquiera de un pueblo, es el símbolo que utilizan los terroristas y sus adláteres en todo el mundo: lo usó, para cubrir su calva, el extinto terrorista Arafat, lo usan los de Hamás, los del FPLP, y demás grupos terroristas y, también la “progresía” que apoya a esos asesinos, por lo que el gesto del Papa fue inquietante y eso, en una diplomacia tan hábil como la vaticana, no suena a “error”.

Pero también las palabras son peligrosas y las que el Santo Padre ha dedicado hablando de una nueva alianza opuesta quienes defienden la existencia de un choque de civilizaciones, es un respaldo a las teorías promusulmanas tipo zapateriles y un rechazo de las tesis de Huntington.

Reconozco que me siento un tanto desasosegado con estos hechos, que tampoco son nuevos, pues históricamente, el mundo cristiano árabe ha estado muy cerca de los terroristas, defendiéndolos como héroes de la libertad de su pueblo (el palestino); que los líderes religiosos, como el actual Patriarca Latino, son árabes y sus pronunciamientos suelen ser muy pero que muy sesgados hacia el lado palestino. Esta situación me recuerda en demasía al País Vasco y a sus pastores abertzales.

No debemos olvidar que desde hace 14 siglos, el Islam ha sido el gran enemigo de la Cristiandad, que, sin ninguna razón y ya desde sus inicios, atacaron a los cristianos y los expulsaron de Medio Oriente o Norte de África y que en nuestros días siguen exterminando a los cristianos.
No se puede ignorar que en los países musulmanes, salvo excepciones, no se puede practicar el cristianismo ni tener templos o que los islámicos, no los judíos, han expulsado de Tierra Santa a nuestros hermanos en la Fe, expulsiones acompañadas de vejaciones cuando no de muertes.

También se debe recordar que el Islam ampara actitudes totalmente contrarias no solo al cristianismo sino a los derechos humanos: lapidaciones por adulterio, poligamia, ablación del clítoris, corte de manos a los ladrones, etc., por lo que se me hace muy difícil considerar que podemos forjar algún tipo de alianza de principios o valores con quienes defienden es tipo de acciones.

Por ello, las palabras y los gestos del Papa Benedicto me chocan, me desazonan y me desagradan y, sobre todo, me preocupan, porque detecto un cierto entreguismo. Lo siento, Santidad pero no puedo compartir sus criterios al respecto.

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