viernes, marzo 22, 2013

Perón y Chávez: caras de una misma moneda


Una de las grandes desgracias de la política en Latinoamérica fue la aparición y permanencia de los populismos, de líderes que se convertían en iconos de unas masas poco formadas que les venían y ven como los grandes libertadores de sus penurias.

Ya los líderes independentistas: Bolívar, San Martín, etc. tuvieron esa componente que luego seguiría a lo largo y ancho del subcontinente durante el siglo XIX , el XX y se extiende al XXI. Desde el Mariscal Solano a Getulio Vargas, Víctor Raúl Haya de la Torre o el Ché, todos eran personajes que a sus seguidores les parecían la encarnación de Dios en la tierra.

De entre ellos ha sido la figura de Juan Domingo Perón y su primera esposa, Eva Duarte, quienes han encarnado ese mesianismo a que tan propensa es la zona. Desde 1945, el peronismo ha sido la fuerza hegemónica en Argentina, no importa si el actual no se parece al primigenio o si cada peronista entiende de distinta manera la fórmula, desde la extrema derecha a la extrema izquierda pasando por el neoliberalismo, todo vale, ser peronista es más un sentimiento que una opción ideológico-política.

Con esos mimbres, Perón consiguió la adhesión de las masas sobre todo obreras, de un Buenos Aires emergente gracias a la S.G.M., que unido a la figura de Eva Duarte hacía del lumpen bonaerense la fuerza de choque del movimiento: los famosos descamisados, hoy reconvertidos a mafiosos piqueteros.

De poco sirve que la corrupción campe en el peronismo, con jefes sindicales archimillonarios y familias en la indigencia. Lo importante es el mito, a los descamisados se les da subvenciones para que vayan tirando, aunque nunca deben salir de su pobreza, pues de convertirse en clase media ya el peronismo no sería atractivo. Se les mantiene, se les dice que ellos tienen el poder y se les manda contra los rivales, convertidos en enemigos.

Esa misma táctica es la que ha utilizado el desaparecido Chávez, solo que él se remontaba a Bolívar, olvidando, como ya comenté e otro post, que el prócer era el defensor de las clases altas y no de la masa campesina de la Venezuela de la época.

Pero no importa, espada de Bolívar en mano, Chávez se creó  la aureola de defensor de los pobres, aprovechó la riqueza petrolífera pero no para que la nación emergiese de su crisis, sino como arma política, subvenciónando a las masas pauperizadas de Caracas y otras ciudades, pero, al igual que el peronismo, no con ánimo de que pudiesen dar el salto a la clase media, sino para mantenerlos en su pobreza y “demostrarles” que solo él les protegía de unas élites que los despreciaban y marginaban de la riqueza y el poder, lo que era cierto.

El mensaje populista tiene su encanto en países donde la mayor riqueza coincide con la pobreza más extrema, por ello no suele brotar en sociedades como la chilena, mucho más evolucionada y europeizada, pero si en la mayoría de los países donde una masa campesina y urbana subsiste con escasos recursos y mucha frustración y ahí es donde los populismos tienen fuerza.

Muchos creen que la muerte de Chávez es el principio del fin de ese raro invento conocido como “socialismo del sigloXXI”, pero ello no necesariamente ocurrirá, pues el mito, lo hemos visto en sus funerales, se exacerba y mientras el petróleo sufrague gastos de mantenimiento de los marginados, puede durar tanto como el peronismo, para desgracia de los venezolanos como lo es para los argentinos.

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