martes, noviembre 20, 2007

Unión Europea: solo para burócratas y políticos

Nuestro continente es la cuna de algunas de las civilizaciones fundamentales en la historia mundial, pero también es la cuna de pueblos orgullosos de si mismos enzarzados en guerras desde A.C. hasta 1945, algunas especialmente destructivas, no solo de vidas y bienes sino de ideas, lo que a su vez ha engendrado otras especialmente crueles y perniciosas, como el nacionalsocialismo o el comunismo. No creo que los europeos podamos sentirnos muy orgullosos del siglo XX.
La derrota del nazismo en 1945, dividió en dos a Europa: a un lado la controlada por EEUU, democrática y libre , al otro lado de lo que Churchill llamó el Telón de Acero, la oprimida por el yugo comunista, pero en paz. El control que las superpotencias realizaban sobre sus acólitos evitaba que tuviesen una política distinta de la marcada por los grandes y así se mantuvo el equilibrio pacífico de Europa.
Aprovechando unos años sin guerras y bajo la tutela estadounidense y su Plan Marshall, algunos visionarios franceses y alemanes trataron de unir a los dos pueblos que más habían contribuido, sobre todo en el último siglo, a la destrucción de Europa. Pero como no eran unos ingenuos, sabían que las ideas de amistad y paz eran simples palabras, que los hechos concretos pasaban por la economía y unas instituciones democráticas y libres. Así Schuman, el Ministro de Asuntos Exteriores francés, impulsó la unión del carbón y el acero que plasmaría otro gran europeísta, Jean Monnet y el 18 de abril de 1951 de firmó el acuerdo de la CECA al que se adhirieron Francia, la República Federal alemana, el Benelux e Italia, dándose el primer paso hacia el Mercado Común. En la misma línea, aunque con otros objetivos, se había creado la OTAN en 1949, el Consejo de Europa, etc., instituciones donde los países de la entonces llamada Europa occidental aunaban esfuerzos en aras a objetivos comunes, pero tangibles: carbón y acero, defensa y otros, apoyados por instituciones donde se trataba de poner en común las ideas que podían unir a países tan diversos, pero siempre plasmándose en actuaciones sobre temas concretos.
La firma del Tratado de Roma en 1957, signado por los mismo países que la CECA, culminaba una era de acercamiento entre estados antaño rivales, ahora unidos por intereses comunes. Grandes europeístas como Spaak, Adenauer o Segni fueron firmantes del Tratado. Aquellos acuerdos, sostenidos antaño por el Plan Marshall y sin grandes preocupaciones defensivas al estar bajo el paraguas americano, hicieron prosperar a las naciones europeas, ya que Schuman y Monnet eran conscientes de que la unión política estaba muy lejana si es que algún día se alcanzaba. Conocían muy bien a los países europeos, su historia, sus ambiciones y sabían que Europa solo había estado unida por la violencia (Napoleón, Hitler). Desaparecidos esos estadistas idealistas, pero también realistas, aparece otra generación que intenta llegar a la unión política y aquí es donde quiebra el proceso. A ello se une la caída del telón de Acero y la descomposición de la URSS. Libres del férreo control, los viejos fantasmas vuelven a agitar al continente y, al igual que en los años 20, se inicia la descomposición de los estados: Checoslovaquia, Yugoslavia, tensiones entre Rumania y Hungría, entre Rumania y Rusia por Moldavia, etc. convirtiendo la Europa central y oriental en un polvorín al que debería hacer frente la Unión Europea creada en Maastricht, 1992, que intenta establecer una política exterior común, pero la guerras yugoslavas demuestran la imposibilidad de ello a la par que la debilidad militar y política de esa Europa que, otra vez, tuvo que depender de EEUU para apaciguar las crueles guerras balcánicas y solo cuando éstos intervienen se consigue un alto el fuego, poco mas es lo que en la práctica existe, en Bosnia o Kosovo. Al mismo tiempo que los políticos, cada vez mas desvinculados de la realidad de sus pueblos, intentan elaborar una Constitución para una Europa unida, mas estallan los conflictos nacionalistas en toda Europa y ya no solo en la central u oriental, también en la occidental. Alentados por las rupturas bálticas y balcánicas, catalanes, vascos, escoceses, corsos, flamencos y un largo etcétera buscan su “identidad nacional”, volviéndose al panorama, ya mencionado, de los años 20, aunque, salvo en los Balcanes y acciones terroristas, sin la violencia de la época.
Sin embrago, los políticos parecen no enterarse y creen que cuanto mas leyes y mas normas impongan mas se irá hacia la unida europea y así, a espaldas de sus pueblos y por medios nada democráticos, lo único que van creando es una estructura parasitaria de burócratas bien pagados, que se pasan el día elaborando informes, los que tiene algo que hacer, y viajando entre sus paises, Estrasburgo o Bruselas, en reuniones interminables que no suelen servir para solucionar ninguno de los problemas de los ciudadanos. El colmo de la irrisión será aquella farragosa Constitución Europea que, prácticamente, legislaba toda la vida ciudadana y que fue rechazada o escasamente votada por los ciudadanos de las naciones que tuvieron la posibilidad de pronunciarse en referéndum, ya que muchos estados prefirieron hacerla pasar por el trámite parlamentario para evitar derrotas del texto.
En paralelo, los antiguos paises de la órbita comunista entraban o deseaban hacerlo, en la Unión, pero no para perder su independencia política, sino para aprovechar los generosos estipendios económicos que, alegremente, con el dinero de los ciudadanos europeos se distribuía, sin ningún control de esos mismos ciudadanos, por los euroburócratas y sus dirigentes políticos.El fracaso de la Constitución, la incapacidad de Europa de hablar con una sola voz y con fuerza ante los graves problemas internacionales, desde Irak hasta Irán o desde Birmania a Corea del Norte, demuestran la irrealidad de esa unión política. Los grandes padres de Europa lo sabían y por ello quisieron ir paso a paso, basándose en hechos concretos y que sirviesen a sus pueblos. Desgraciadamente hoy no existen Schuman, Monnet, De Gasperi o Adenauer, nos gobierna una casta de tactistas de la política que solo quieren perpetuarse el poder, arropados por una legión de burócratas que no quieren perder el momio de unos empleos poco exigentes y muy lucrativos. Mientras tanto, el entusiasmo europeísta va desapareciendo paulatinamente, mientras resurgen las fuerzas de los nacionalismo identitarios. Si los actuales dirigentes europeos no dan un golpe de timón, no es que la unión política no se realice, que no se va a realizar, es que podemos encontrarnos en una situación muy similar a la de los años 30 con la democracia y la libertad en peligro ante los extremismos exaltados.

1 comentario:

Así está Murcia dijo...

¿alguien tiene de verdad sentimiento de pertenencia a la UE?

PD:Campaña "El día de la Constitución, saca tu Bandera al balcón"

http://asiestamurcia.blogspot.com/2007/11/campaa-el-da-de-la-constitucin-saca-tu.html