Desde hace tiempo llevo dándole vueltas a la pregunta que sirve de título a este post. Ante los diversos avatares de la vida, privada y pública, se está instalando una cobardía innata camuflada de diversas formas: consenso, tolerancia, respeto, etc., pero que, la mayoría de las veces, no hace sino encubrir nuestro pánico a tomar posiciones claras y rotundas y a defenderlas con firmeza. Igualmente, parece desterrada la defensa física como algo inadecuado y perverso. Esta flojera se observa también en los aspectos públicos de la vida, así vemos que ante amenazas como el terrorismo islámico, ante datos elocuentes como los aparecidos en el Reino Unido de que mas de la tercera parte de los jóvenes les gustaría vivir bajo la sharia o que en un porcentaje de mas de una cuarta parte apoyan a AlQaeda la respuesta no es firme y radical, no, la respuesta intentar convencerlos, por supuesto cediendo, ya sea en el velo, ya sea haciendo desaparecer los aspectos religiosos de la Navidad, castigando a los cristianos i exhiben símbolos de su religión, etc. con lo que las bestias pardas islámicas se crecen y exigen cada vez más, no solo un cambio de política exterior del Reino Unido, por supuesto favorable a los regímenes musulmanes mas asesinos como Irán o a los grupos como Hezbollah, sino que quieren solo ser juzgados por sus propios tribunales, primer paso para su propio estado.
En España tras el 11M muchos líderes de opinión encontraban la mayor satisfacción en que no se habían sucedido reacciones antimusulmanas y que cualquiera que hubiese se cortaría radicalmente.De paso y para demostrar que no había nada contra ellos, entre otras cosas, por ejemplo, se dio prioridad a los presos musulmanes para el trabajo, se dieron concesiones y ayudas para mezquitas, ante lo cual la comunidad musulmana, ni acobardada ni acomplejada ni tampoco sintiendo culpabilidad alguna por lo ocurrido avanzaba otro paso pidiendo la legalización de la poligamia o compartir la Catedral de Córdoba.
Otro tanto ocurre frente a Marruecos, frente a cuyas provocaciones la política es de complacencia y cesiones: que les regalamos un montón de todo terrenos y se los queremos entregar por Ceuta y ellos no quieren, ¡pues nada, como quieran y donde quieran!, que nos infiltran espías y saboteadores, ¡pues les damos armas! Y así sucesivamente.
Idem de lienzo ocurre con la inmigración. Todos sabemos que una parte sustancial está formada por el lumpen de sus países atraído por las facilidades que hay en España para delinquir sin graves consecuencias, pero no se puede decir porque eso es racismo y xenofobia y mientras tanto hay cada vez mas bandas foráneas, mas escoria extranjera provenientes de las guerras de África, Cáucaso, Balcanes y de las bandas de narcos y maras latinoamericanas. Cuando ya la población no puede mas y estallan conflictos como en Alcorcón, pues ¡hala!, racismo al canto, facherío y tal, todos somos hermanos, no hay bandas, no hay delincuencia, etc..Incluso los habitantes de las zonas castigadas por esos grupos y que han levantado la voz, se acollonan ante las noticias y acusaciones de racismo y xenofobia en los medios, ante la estupidez buenista de los políticos de todos los partidos y acaban negando que haya problemas, tragan y la calle vuelve a ser de la chusma. Eso no pasa solo en Alcorcón, sucede en muchos barrios de Madrid capital y en otras ciudades, pero la consigna oficial es que no pasa nada y una sociedad cobarde asiente y mira para otro lado. Lo mismo frente a los antisistema, barrios enteros que ven su actividad y convivencia cercenada por esos grupos de pura escoria pero a los que hay que tratar con guante blanco, por aquello de los derechos humanos.
Quizás no merece la pena ni hablar del terrorismo etarra, toda la clase política y mediática preocupada por un asesino como De Juana, todos intentando que no se muera y por su culpa más de 70 enfermos sin cama porque hay que tratar y proteger al cabrón asesino. Yo me pregunto, ¿pasaría algo porque se muriese de una vez?, ¿sería este mundo peor con su desaparición, o lo contrario?, ¿porqué tantas atenciones a esa bestia que sigue alardeando de sus crímenes?, ¿porqué no se deja de hablar de él salvo para informar de que ha reventado de una vez?. Sin embargo, apuesto lo que queráis, a que lo acaban soltando, encuesta tengo en mi blog al respecto.
Pero esta cobardía no solo es española, es occidental y, sobre todo, europea: pánico en enfrentase a los iraníes, pánico en enfrentarse a Corea del Norte, pánico, no solo en el Reino Unido, a enfrentarse a los islamistas, a los que colman de concesiones desde Noruega a Grecia. Frente a su intolerancia y sectarismo. La UE contesta dándoles, tras Albania y Bosnia, el tercer estado en Europa, Kosovo, destrozando el lar histórico de los serbios que a lo largo de la historia tanto han sufrido por su defensa de la cristiandad contra el Islam. El pago dado por la UE: perder su tierra madre,¿y nos sorprendemos de que nos reclamen Al Andalus?. Mientras otros cristianos son expulsados de su tierra, Oriente Medio, sin que la UE diga esta boca es mía y si alguno intenta defenderse es que es un intolerante.
Sigo haciéndome la pregunta, ¿porqué somos tan cobardes?, ¿por qué no defendemos nuestros valores y nuestra tierra?, ¿es que decenas de años de vida fácil nos han adormecido?, ¿es que el materialismo se impone a los valores?, ¿es que ya no tenemos valores?.Por otro lado, ¿creemos que cediendo acabarán los diversos enemigos, ideológicos y sociales, dejándonos en paz?, ¿no escuchamos las proclamas de ETA, Al Qaeda o de las bandas de facinerosos?, ¿Cuándo diremos basta?, ¿estamos ni siquiera a tiempo de ese “basta”?. La crisis de occidente es profunda y, me temo, que cada vez se ahonda mas ante la inquietud de unos pocos y la indiferencia de la mayoría. Por ello la pregunta final es ¿acabaremos como Roma?.
En España tras el 11M muchos líderes de opinión encontraban la mayor satisfacción en que no se habían sucedido reacciones antimusulmanas y que cualquiera que hubiese se cortaría radicalmente.De paso y para demostrar que no había nada contra ellos, entre otras cosas, por ejemplo, se dio prioridad a los presos musulmanes para el trabajo, se dieron concesiones y ayudas para mezquitas, ante lo cual la comunidad musulmana, ni acobardada ni acomplejada ni tampoco sintiendo culpabilidad alguna por lo ocurrido avanzaba otro paso pidiendo la legalización de la poligamia o compartir la Catedral de Córdoba.
Otro tanto ocurre frente a Marruecos, frente a cuyas provocaciones la política es de complacencia y cesiones: que les regalamos un montón de todo terrenos y se los queremos entregar por Ceuta y ellos no quieren, ¡pues nada, como quieran y donde quieran!, que nos infiltran espías y saboteadores, ¡pues les damos armas! Y así sucesivamente.
Idem de lienzo ocurre con la inmigración. Todos sabemos que una parte sustancial está formada por el lumpen de sus países atraído por las facilidades que hay en España para delinquir sin graves consecuencias, pero no se puede decir porque eso es racismo y xenofobia y mientras tanto hay cada vez mas bandas foráneas, mas escoria extranjera provenientes de las guerras de África, Cáucaso, Balcanes y de las bandas de narcos y maras latinoamericanas. Cuando ya la población no puede mas y estallan conflictos como en Alcorcón, pues ¡hala!, racismo al canto, facherío y tal, todos somos hermanos, no hay bandas, no hay delincuencia, etc..Incluso los habitantes de las zonas castigadas por esos grupos y que han levantado la voz, se acollonan ante las noticias y acusaciones de racismo y xenofobia en los medios, ante la estupidez buenista de los políticos de todos los partidos y acaban negando que haya problemas, tragan y la calle vuelve a ser de la chusma. Eso no pasa solo en Alcorcón, sucede en muchos barrios de Madrid capital y en otras ciudades, pero la consigna oficial es que no pasa nada y una sociedad cobarde asiente y mira para otro lado. Lo mismo frente a los antisistema, barrios enteros que ven su actividad y convivencia cercenada por esos grupos de pura escoria pero a los que hay que tratar con guante blanco, por aquello de los derechos humanos.
Quizás no merece la pena ni hablar del terrorismo etarra, toda la clase política y mediática preocupada por un asesino como De Juana, todos intentando que no se muera y por su culpa más de 70 enfermos sin cama porque hay que tratar y proteger al cabrón asesino. Yo me pregunto, ¿pasaría algo porque se muriese de una vez?, ¿sería este mundo peor con su desaparición, o lo contrario?, ¿porqué tantas atenciones a esa bestia que sigue alardeando de sus crímenes?, ¿porqué no se deja de hablar de él salvo para informar de que ha reventado de una vez?. Sin embargo, apuesto lo que queráis, a que lo acaban soltando, encuesta tengo en mi blog al respecto.
Pero esta cobardía no solo es española, es occidental y, sobre todo, europea: pánico en enfrentase a los iraníes, pánico en enfrentarse a Corea del Norte, pánico, no solo en el Reino Unido, a enfrentarse a los islamistas, a los que colman de concesiones desde Noruega a Grecia. Frente a su intolerancia y sectarismo. La UE contesta dándoles, tras Albania y Bosnia, el tercer estado en Europa, Kosovo, destrozando el lar histórico de los serbios que a lo largo de la historia tanto han sufrido por su defensa de la cristiandad contra el Islam. El pago dado por la UE: perder su tierra madre,¿y nos sorprendemos de que nos reclamen Al Andalus?. Mientras otros cristianos son expulsados de su tierra, Oriente Medio, sin que la UE diga esta boca es mía y si alguno intenta defenderse es que es un intolerante.
Sigo haciéndome la pregunta, ¿porqué somos tan cobardes?, ¿por qué no defendemos nuestros valores y nuestra tierra?, ¿es que decenas de años de vida fácil nos han adormecido?, ¿es que el materialismo se impone a los valores?, ¿es que ya no tenemos valores?.Por otro lado, ¿creemos que cediendo acabarán los diversos enemigos, ideológicos y sociales, dejándonos en paz?, ¿no escuchamos las proclamas de ETA, Al Qaeda o de las bandas de facinerosos?, ¿Cuándo diremos basta?, ¿estamos ni siquiera a tiempo de ese “basta”?. La crisis de occidente es profunda y, me temo, que cada vez se ahonda mas ante la inquietud de unos pocos y la indiferencia de la mayoría. Por ello la pregunta final es ¿acabaremos como Roma?.
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